No es un genocidio
No existe la palabra que explique tanto horror clavado en una patria.
La muerte está presente a todas horas pero no importa. Son cadáveres que sobran.
Quieren esa tierra a pesar de su historia.
La quieren como sea, con cráneos de niños, con cuerpos mutilados, sin pájaros, sin vida.
La quieren afeitada.
La quieren sin primaveras.
La quieren, eso es todo.
¿Cómo no odiar a los que disparan?
¿Cómo no odiar su bandera y las banderas que la respaldan, la demencia cómplice de los que pudiendo hablar se callan, la indiferencia de los que no miran la sangre que revienta y se derrama?
¿Cómo no odiar este instante tan amargo en el que se llora y se llora sobre cientos de sudarios blancos mientras no muy lejos brindan cada día por el éxito de una cacería infame donde hombres y mujeres a medio parir dan caza a un pueblo herido que por no poder no puede ni proteger a sus hijos de la lluvia de plomo, de la ira?