No seamos masa
La vastedad y superioridad de poder de la clase política actual han incidido sobre el ciudadano. Los que hemos conocido la lucha por la libertad y las mejoras sociales antaño, conocíamos personalmente a nuestro camarada y amigo de lucha, familiarizado con nuestro objetivo que no era otro que nuestra emancipación social, actuando conjuntamente con ese solo fin; podíamos ser arrestados, represaliados, éramos en el mejor de los casos liberados o huidos, según las circunstancias de nuestro arresto, pero siempre existía alguna relación entre nosotros y nuestro objetivo, esto nos otorgaba el sentimiento de una meta común y la seguridad de conseguirla.
Muy distinta es la posición de la ciudadanía en la democracia actual. El político se ha vuelto una figura abstracta: nunca logras verlo; la dirección política de estos partidos es un poder anónimo que trata con el ciudadano de un modo indirecto y frente al cual, como individuo, eres algo insignificante. Los partidos políticos tienen dimensiones tales, que el individuo es incapaz de conocer algo más allá del pequeño sector relacionado con la parcela que le toca desempeñar en esta sociedad, limitándose a votar cada cierto tiempo.
El hombre en este tipo de democracia ha llegado a ser el centro y el fin de toda la actividad: todo lo que hace lo hace para si mismo; el principio del autointerés y del egoísmo constituye las motivaciones todopoderosas de su actividad. Y lo más grave es que no permite que los demás mejoren la suya, pues desean mantener el statu quo solo en el sentido más profundo, dedicarse al consumo y dejarse manipular por la publicidad comercial, eso no es mejorar ni intelectual ni moralmente, es un hombre masa como escribió Ortega y Gasset.
Curiosamente no es el patán la mejor imagen de hombre masa, sino el de la clase media, el autónomo…, que sabe mucho de una parcela reducidísima de la realidad e ignora todo el resto, creado por la progresiva división de las tareas. Este hombre masa pone énfasis en la conformidad y en la aceptación de normas, costumbres o disciplinas, convirtiéndole de esta manera sin darse cuenta en un ser vulgar, inculto y por lo tanto bárbaro.
Para evitar la manipulación de nuestro yo frente a los partidos políticos actuales es necesario actuar conjuntamente, ser una masa pensante. Pensar, esto es, sin anularnos los unos a los otros, no seamos el individuo unipersonal dentro de la masa, es necesario que las masas actúen en colaboración con otras masas, que tengan las mismas inquietudes y necesidades, creando un Estado participativo, donde el ciudadano sea parte de la gobernanza del Estado, frente a la actual forma de ejercicio democrático, esto es, votar y dejar en manos de la casta política que actúen solo en una dirección, su propio interés.
Bibliografía:
- “La rebelión de las masas”, J. Ortega y Gasset
- “Hª del pensamiento social”, Salvador Giner
- “El miedo a la libertad”, Erich Fromm