Nuestras vacas sagradas
No sé donde he leído que “nuestros políticos son como las vacas sagradas de la India”; y, viendo la foto que me envía mi amiga Dana Michele, no tengo más que decir que Sí. Esta imagen y la puerta del Congreso, en Madrid, nos viene a decir lo mismo, no teniendo que cambiar ni a los leones, pues estos no son más que mansos borregos, y bien les vendría un abrazo, un beso, como el del buey y la vaca figurados, y a nosotros, el pueblo, que somos la vaca de la boda, que servimos de diversión o hacemos el gasto, poner la mano debajo de las barbas, por caricia o burla.
¿Rugen, acaso? Oíd y mirad como tuercen la boca con un reír descompasado los que están dentro. “Más bien Rebuznan”, dice un jefe Onagro, pareciendo que llora.
La miseria, a las puertas de la vida de la India, es la misma que a la puerta del Congreso. Es la misma miseria global que los ricachones presentan en punto serio en reuniones y congresos, riéndose de ella como se ríen las “marujas”, como dice Ovidio al hablar de la risa de las mozuelas, “que es como Rebuznar a lo Jumento”.
Así es, de seguro, lo sabemos, y no hace falta ir a ningún telediario, pues la televisión no es más que la lerda pollina atada a la escabrosa tahona de la política de estado, y sus noticias idénticas al Rebuzno del Asno, y yo sospecho que es lo único que entienden los majaderos tapándose la boca.
Aquí, en la foto, como en las protestas de los “Dignos e Indignados”, sólo se salva el pueblo, y los productos de la Tierra, claro. Tierra que nunca creerá, porque no va con ella, en dioses, semidioses, la cristología y sus cuentos, repletos de embustes y patrañas con la mira puesta, como siempre, en embaucar a cuatro majaderos, que, aunque llegando dicen : “Voto a tal, que miente el tal bellaco”, les siguen, pues son maestros del robo al pueblo ,y, ellos, del cuento de dejarse robar para engordar a los bancos.
