“Obras incompletas” de Gloria Fuertes
Marc G. Olabarría*. LQSomos. Junio 2017
Vamos a hablar sobre el libro “Obras incompletas” de Gloria Fuertes, obras que fueron recogidas por la propia autora y que pueden mostrarnos mucho si reflexionamos sobre esa poesía. Para aproximarnos a ella, tendré en cuenta ciertos factores. Por ejemplo, que nació en una familia que nunca la estimuló para hacer lo que amaba, escribir. La muerte de su madre, la humildad de su entorno (barrio de Lavapiés, Madrid de 1917) o los problemas que supusieron una orientación sexual no tradicional.
Puede ser, y dependiendo de los gustos o de cómo se entienda el arte, que Gloria Fuertes no estuviese destinada a encontrarse entre las mejores poetisas españolas. Sin embargo, sí debemos entenderla como una superviviente en el entorno del franquismo; o también como una mujer no heterosexual, feminista y combativa en la época de un patriarcado no cuestionado. También, su éxito como poetisa y escritora infantil, sirvieron a fines de invisibilización y silencio de una mujer sin miedo ni pelos en la lengua. Igualmente, tras un duro cáncer de pulmón, falleció a los 81 años (en 1998), donando su herencia a la CeMu (Ciudad de los Muchachos), una institución en Leganés de apoyo, formación e integración de menores y jóvenes con riesgo de exclusión social. Gloria Fuertes hizo mucho, aunque pocos lo recuerden o reconozcan, y para muchas de nosotras, seguirá siendo un gran referente.
Su poesía podría clasificarse en tres etapas principales: el amor, la soledad y la espiritualidad. Mucho escribió, tanto para niños como para adultos, pero quiero mostrar esa faceta tan desconocida para la mayoría. Tanto en amor como soledad no puede hablarse de Gloria como mujer demasiado positiva, pero su entorno no era ni de lejos el más favorable. Siempre con un halo de nostalgia, transmite esa sensación de que algo le falta. Representa a la perfección cómo es un alma incomprendida; ama demasiado, y a veces, pareciese que sin quererlo. Tanto la categoría ‘amor’ como ‘soledad’ bien podrían ser una sola categoría, sin pertenecer del todo a nada ni a nadie. Eso es lo que a mi me transmite a través de su poesía.
También resultan llamativas sus constantes referencias a la espiritualidad. Si no encuentra en su vida diaria una solución o esa alegre felicidad cotidiana que parece desear, es comprensible que la busque más allá, en el incomprensible misterio de la fe. Es evidente que el nacional-catolicismo fascista del franquismo impuso una creencia única en contra del multiculturalismo y el respeto entre iguales. Pero lo curioso es cómo vive y relata esta poetisa su fe, al margen de lo que la religión impone que tiene que ser la mujer, la experiencia de la sexualidad (sólo heterosexual) y los roles sociales. Es interesante reflexionar sobre ese conflicto entre lo que se cree, lo que dicen quienes controlan el negocio de la fe y lo que se es (es decir: la fe católica, la Iglesia católica y una mujer no heterosexual que desea llegar a ser ella misma).
Reflexionando sobre su orientación sexual, muchas personas la revindican como lesbiana, pero últimamente se ha puesto en duda. Evidentemente no era heterosexual, pero se ha llegado a pensar que hubiese podido ser bisexual. En su vida se reconocen tres relaciones. Las dos primeras fueron con hombres: la primera, con un hombre al que se refiere por Manolo, y la segunda, con Carlos Edmundo de Ory. La tercera y más importante fue Phyllis Turnbull, una hispanista estadounidense que conoció en la sede del Instituto Internacional de Madrid, durando su relación 15 años.
Tras la lectura de sus poesías, yo me quedo con “Isla ignorada”. Creo que es un gran reflejo de lo que supuso su vivencia, a los márgenes de la sociedad, desde la poesía, sin ceder al abandono, con la cabeza bien alta, resistiendo el fascismo y convirtiéndose en referente, si no en lo cultural, en su referente humano. Aquí, el poema “Isla ignorada”:
Soy como esa isla que ignorada,
late acunada por árboles jugosos,
en el centro de un mar que no me entiende,
rodeada de nada, -sola sólo-.
Hay aves en mi isla relucientes,
y pintadas por ángeles pintores,
hay fieras que me miran dulcemente,
y venenosas flores.
Hay arroyos poetas
y voces interiores de volcanes dormidos.
Quizá haya algún tesoro muy dentro de mi entraña.
¡Quién sabe si yo tengo diamante en mi montaña,
O tan solo un pequeño pedazo de carbón!
Los árboles del bosque de mi isla,
sois vosotros mis versos.
¡Qué bien sonáis a veces si el gran músico viento
os toca cuando viene el mar que me rodea!
A esta isla que soy, si alguien llega,
que se encuentre con algo es mi deseo;
-manantiales de versos encendidos
y cascadas de paz es lo que tengo-.
Un nombre que me sube por el alma
y no quieres que llore mis secretos;
y soy tierra feliz -que tengo el arte
de ser dichosa y pobre al mismo tiempo-.
Para mí es un placer ser ignorada,
isla ignorada del océano eterno.
En el centro del mundo sin un libro
sé todo, porque vino un mensajero
y me dejó una cruz para la vida
-para la muerte me dejo un misterio-.
Ficha:
Obras incompletas de Gloria Fuertes. Editorial Cátedra. 368 páginas. ISBN 978-84-37600-56-7