Paquistán: dos caras de una moneda mortal

Paquistán: dos caras de una moneda mortal

Pakistán es un país sumido en turbulentos enfrentamientos, con un día a día plagado de conflictos y muerte. Las relaciones entre Islamabad y Washington están actualmente rozando las cotas mínimas de “cordialidad”, son una guerra no declarada oficialmente, pero real. A ello se une el debate encarnizado que desde hace un tiempo tiene como eje central la reapertura, interesada y tendenciosa, de las rutas de suministro militar utilizadas por la OTAN y los EEUUAA, que atraviesan el territorio pakistaní. Hace apenas dos meses y medio, Panetta hubo de reconocer que Estados Unidos estaba librando una guerra en toda regla con Pakistán, centrada en la región noroccidental. Argumentaba, al más puro estilo prepotente y engreído americano, que no tenían otra opción. Ya se sabe, las guerras que emprende el tío Sam no son conflictos que él desee, sino guerras que “los enemigos” les obligan a emprender.

El secretario de defensa explicaba que Islamabad estaba agotando la paciencia de los Estados Unidos y, para utilizar de nuevo la estrategia de “crear y mantener el miedo al invisible enemigo”, recordaba que los americanos esperaban más (siempre lo hacen, ese “más” es insaciable, lo sabemos) de las autoridades pakistaníes en relación con el “inaceptable” terrorismo y las organizaciones terroristas que, según los americanos, Pakistán acoge, como la red Haqqani. Respecto a esta red, una terrorista, pero con cargo y sueldo oficial, como es Hillary Clinton, afirmó el pasado 7 de septiembre: “El día de hoy envié un informe al Congreso en el que señalo que la red Haqqani reúne los criterios legales de la Ley de Inmigración y Nacionalidad (INA, por sus siglas en inglés) para su designación como Organización Terrorista Extranjera (FTO, por sus siglas en inglés).Tomando como base esa evaluación notifiqué al Congreso sobre mi intención de designar a la red Haqqani como una FTO de conformidad con la ley INA. También tengo la intención de designar a la organización como entidad Terrorista Global Especialmente Designada de conformidad con la Orden Ejecutiva 13224”

Desde hace años preparan el aparato justificativo para, cuando llegue el momento, declarar una guerra más, bien alejada de Wall Street y los parques con familias practicando jogging, a un país que no se pliega a las exigencias americanas y que, por si esto fuera poco, ha pasado de no mantener muy buenas relaciones con Rusia, ni periodos largos de cordialidad, a acoger la visita,que se iniciaba el día 3 de este mes, del ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, a pesar de que la cumbre de los jefes de estado de Rusia, Pakistán, Afganistán y Tayikistán, que debía llevarse a cabo a principios de octubre en la capital de Pakistán Islamabad fuera suspendida debido a la noticia de que Putin no asistiría.

Los Estados Unidos comienzan a impacientarse y presionar a Pakistán, junto a sus aliados, para que apoye públicamente la política de Washington en la región. No se conforman. Tampoco aceptan el creciente sentimiento antiamericano que envuelve la vida en esa zona. Temen que Rusia apoye, más o menos veladamente, a Pakistán. El tío Sam, por el contrario, pretende que Pakistán se quede solo; le acusa de cometer actuaciones de apoyo al terrorismo, de las que no dan suficientes pruebas; intenta que su política de guerra en Afganistán tenga en Pakistán repercusiones negativas y quiere evitar, a toda costa, que China y Rusia apoyen a Islamabad y a Afganistán, hasta el punto de que, extraoficialmente, está poniendo impedimentos demostrables al proceso de búsqueda de paz en este último conflicto.

Pakistán busca desesperadamente, para no verse obligado a aceptar, la política imperialista de los americanos, como mero y obediente espectador, el apoyo de Rusia y China y estrategias para superar los problemas energéticos del país, junto con la ampliación del comercio regional y la cooperación.

Parece que lo hayamos olvidado, pero Estados Unidos tuvo que reconocer a principios de este año que estaban llevando a cabo ataques con aviones no tripulados en Pakistán. De acuerdo con la Oficina de Periodismo de Investigación más de 2.570 personas han muerto desde 2004 en 346 ataques aéreos estadounidenses. Altos funcionarios paquistaníes han calificado reiteradamente los ataques de “ilegales”. El alto Comisionado de Pakistán en el Reino Unido. Recientemente, denunció. en una entrevista para  The Guardian que los ataques con aviones no tripulados americanos, los drones, ordenados y autorizados extraoficialmente por la CIA eran “una violación de la Carta de la ONU”. A su vez, el 24 de septiembre, el presidente Asif Ali habló en la Asamblea General de la ONU para explicar que los ataques con aviones no tripulados no estaban facilitando la tarea de la búsqueda de la paz ni la convivencia.

Washington actúa, una vez más, como alentador de la inestabilidad y la guerra, como el soberano que tiene derecho a resquebrajar, y abatir, la soberanía de otros países y territorios.

Mientras, y esta es la otra cara de la moneda, niños y niñas sufren las consecuencias del estado de guerra en Pakistán, que ha dado una excusa perfecta al talibanismo más extremo de algunos sectores políticos. Han sido destruidas por los militares, obsesionados en imponer la interpretación más austera de la sharia, más de 150 escuelas en lo que va de año. Una de las chicas afectadas por la prohibición de los talibanes, por la que se impide el acceso a la educación de las chicas, ha redactado un diario que ha visto la luz pública tras su publicación en la versión digital de la BBC NEWS. De él, extraigo y traduzco unas líneas que contagian el miedo y la emoción de una pequeña que vive entre una guerra y los tiroteos: una pequeña que ve cómo uno de sus refugios mentales y vitales, su escuela, le cierra las puertas, a ella y a las demás chicas, con el único argumento de su género femenino:

Sábado 3 de enero: tengo miedo

Ayer tuve un sueño horrible, soñé con helicópteros militares y con los talibanes. He tenido sueños parecidos desde que empezó la operación militar en Swat.

Mi madre hizo el desayuno y me fui a la escuela. Tenía miedo de ir a la escuela porque la autoridad talibán ha emitido un edicto prohibiendo a las niñas asistir al colegio. Solo 11 estudiantes, de los 27, fueron a clase. Mis tres amigas se han trasladado a Peshawar, Lahore y Rawalpindi con sus familias por la prohibición. En el camino de regreso a casa, escuché a un hombre decirme “te voy a matar”. Apresuré el paso y después de un rato me atreví a mirar hacia tras. Tenía miedo de que él se acercara por la espalda.

Domingo 4 de enero: tengo que ir a la escuela

Hoy es un día de fiesta y me he despertado tarde, sobre las 10. Escuché a mi padre hablar de otros tres cadáveres tendidos en el cruce de Green Chowk. Me sentí muy mal al escuchar esta noticia. Antes del lanzamiento de la operación militar, solíamos ir a Marghazar y Ghat Fiza Kanju para celebrar comidas en el campo los domingos. Ahora, la situación es tal que ni siquiera podemos salir de picnic desde hace más de un año. Hoy hice algunas tareas de la casa, he acabado los deberes y he jugado con mi hermano, pero mi corazón latía rápido: tengo que ir a la escuela mañana.

* La Mosca Roja

 

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