Papeles del tesoro
Con pertinacia, un impertinente gobernaba la Ínsula Barataria, Signaba, firmaba y santiguaba a continuación de hacerse una paja; que, por eso, el pueblo admirado, extrañado de cómo era él, el rey, sus hijos y lacayos, le llamaba “el señor Continuación”.
Compraba y vendía papeles del tesoro con los que antes se limpiaba el culo, estando firme y constante por su divinidad de largo tiempo, susurrante y tosí ente, sabiendo cantar tan sólo un himno soporífero, no importándole recordar lo que decía don Quijote a Sancho: “Estos engendros políticos, como los de la realeza y otros, tienen el mismo beneficio o dignidad que los eclesiásticos, antes de que Jesús el pobre anduviera en alpargatas”. Respondiéndole Sancho: “En Cataluña este goce es compatible con otros; que por eso tienen canonjías de por vida”.
El pueblo llano, la plebe, los pobres del paro no tienen nada que competir con ellos, ni podrán decir “Mu”, a pesar de ser sufridos bueyes. Y no les salva ni su estatura, pues son personillas, personas de mala traza y muy pequeños de cuerpo, haciendo cacas y mordiéndose el culo. Cualquier hombre o mujer en particular, para ellos, no son más que individuos, números de la misma especie, y especialmente cuando se ignora su nombre.
El gobernador no es una persona de drama, novela o poesía, sino un accidente ocasional y repetido en las inflexiones y genuflexiones del verbo votar, denotando que el agente del voto no puede ser más que un acto venido de un bobo de baba , o de miserere arrepentido de haber nacido. Estos bobos de baba, meapilas, chupaculos, trampaculos son, por lo común, monopétalos, irregulares, cuya garganta está cerrada por un protuberancia del labio inferior adquirida en una manifestación en la Puerta del Sol, en Madrid, o en un acoso al congreso.
Desde la perspectiva de los estrados, púlpitos, cátedras, etcétera, se ve siempre al pueblo haciendo de cuerpo, como objetos de bulto de tres dimensiones, dándoles la apariencia de realidad porque así lo manda el Fondo Monetario Internacional, y el europeo Euro; que por eso se les coarta, y se les corta las libertades, que ya lo dijo un señor de Caparra: Apaciente yo mis mulos, y coma y cene yo; y el pueblo si quiere coma, si quiere, no. Que el pueblo visto desde la tarima, el pulpito, o lo alto del poder, presenta hermosa perspectiva de gañanes, mozos de labranza, mineros fuertes y rudos; mientras nosotros, señoritos, somos gañines, hombres de buenas formas, pero falsos y mal intencionados. Y sabed que vuestro grito de queja o de lucha, es para nos, semejante a la queja que lanza el perro, en quejidos agudos, como cuando se le maltrata o le ponen una piedra al rabo de reformas y contrarreformas de ningún fundamento”.
El gobernador de la Ínsula Barataria siempre será pertiguero mayor de Santiago de Galicia, y llevará en la mano una pértiga o vara larga, guarnecida de plata, acompañando a los que ofician en el altar, coro, púlpito, y otros ministerios; y , al pueblo si se mueve, se la meterán doblada por el culo. Que así se escribe la historia, la falsa y la verdadera.
“El pueblo “Vencido de Hoy”, me lo dijo un pasajero que visitó el Ateneo de Madrid, que era médico abortista, como él dijo, que sabía hacer abortar y parir con prontitud, está reflejado en la estatua de Agustín de Querol, que se encontraba en el Ateneo de Madrid en 1918, y que hoy no había visto”; no pudiendo afirmar o negar si está la estatua todavía.
