Parque del Retiro
La tarde noche del sábado pasada con la tertulia literaria poética en El Café de Oriente nos había dejado un muy buen sabor de boca, aunque con los pies fríos y la cabeza caliente. El fiero de Vallelado, para ser fiel a la fama de puteros de los de Segovia, se puso a la de Covarrubias por sombrero, haciendo ella que su títere quedase sin capullo, quedando la herida de ella reflejada en los rayos de esperma penetrante. Habían dormido juntos en una habitación de un hostal en Plaza de la Opera.
Estábamos ya a las puertas del Retiro, en la entrada que da a la Puerta de Alcalá, la Puerta de España, algunos apoyados en su verja, en cuyos jardines Rebuznaron a real el Asno del Conde Duque de Olivares y el Asno de Fernán Núñez, rumiando la dulce hierba cargada de realeza, y mascando, a veces, la obra de Pío Baroja “Los Jardines del Buen Retiro”.
-Tu, tu, elogiador de los Rebuznos, dijo, dirigiéndose al de Vallelado, el de Algete. Tu que pitas, pitarás, Y espero, esperamos nos des un Rebuzno bello y bueno.
– No hay pega, respondió el de Vallelado. Prosiguiendo:
-Vais a probar el mejor Rebuzno literario considerado reduplicative ut Rebuznus Borrici. Lo mejor de los Asnos. Vinimos al Café incómodos e ilusos, y, sin embargo en seguida nos vimos, como ahora, cual gamos retozando.
Se hizo el silencio, y todos íbamos observando a la gente, contemplando la frondosidad del parque.
Caminábamos por El Paseo de las Estatuas, queriendo llegar al estanque.
La señora de Covarrubias rompió el silencio, diciendo:
-El Asnal Verbo grandes ventajas produce al Universo que se mueve y rota por la cola del Asno al espantar las moscas. Ni el Verso ni el pienso gusta tanto como el Rebuzno dado en estrados, púlpitos, tertulias, universidades y conventos.
A lo que responde el venido de Barcelona:
-Que el Rebuzno es provechoso, útil y conveniente es manifiesto. ¿Acaso no han arrancado los políticos sus votos al pueblo Rebuznando? Desde la escuela infantil, la primaria, hasta la universitaria, los sujetos y sujetas están destinados a este efecto de Rebuznar como bellacos; y no se necesitan ni curas Rebuznantes, ni maestros del Rebuzno para aprender por moda y sin maestros, para poder servir a la historia universal del entendimiento humano Rebuznando.
-¿Y qué decir, pregunta la de Covarrubias, de las Jumentas que, a una voce dicentes, Rebuznan a cual más recio? Dad al César lo que suyo sea y a dios la regla siempre, la venérea, que lo ha dictado la justicia y nuestra instrucción Rebuznal y talento.
Prosigue:
-Las mujeres grande aprecio tenemos al Rebuzno del Asno todo tieso Los hombres todos sumisos y muy salidos confían a pies juntillas el ser de su existencia a meter su mamotreto en la raja del majadero.
-Guárdate, le dice el de Madrid. Los hombres cuerdos y rectos cabalgan en Jumentas, Recuerda la entrada triunfal en Jerusalén de Jesús a lomos de una Borrica. Además, como sabéis no hay amor más extremado que el de la Burra para con su buche. Las Jumentas bendicen el Rebuzno que las apriapa sin querer queriéndolo.
-Ahora me toca a mi, dijo el de Algete. Baco, Vulcano, Sileno, nos dejaron dicho que “las mujeres están hechas para ordeñar Burros”.
Ja,ja, ja, al unísono, rieron todos.
Llegamos al paseo que bordea el estanque, justo frente al grandioso conjunto que ennoblece el estanque en el que participaron más de veinte escultores junto con los arquitectos del monumento José Grases Riera y Teodoro Anasagasti.
Un clamor asnal recorría todo el estanque junto con el ruido contra el agua del remar de los remos. Las barcas, algunas, iban a trompicones. Vimos en una barca que se acercaba un cara bobo haciéndole pamplinas amorosas a una chica cara culo. Valía la pena el verles.
En este paseo había vendedores, chinos masajistas y echadoras de cartas, intentando engañar al mejor precio, los unos, curar el dolor de huesos con el bálsamo El Tigre, los otros, y, las echadoras de cartas diciendo: “ Os leo el futuro aquí o en casa, haciéndoos una paja”.
Separado, por un momento, del grupo, me puse a ojear en un puesto de libros raros y usados que miraba al templete, “Los dioses mayores de las brujas”, de Tony Spurlock; “Tierra II”, de Timothy Leary; “Está el sexo obsoleto”, de Stan Russell; “Bendíceme, Madre”, de Penny Novack; “Si de verdad eres Mujer, imposible que seas cristiana”, de Mary y Frank Siegle.
Un grupo rasta de dos chicos y una chica con guitarras, subidos en el templete, cantaban:
“We are the maker of Music
And we are the dreamer of dreams”, de Willy Wonka.
Un bribonzuelo reducía en abrazos y besos a una chica atornillándola contra el suelo. La policía montada a caballo pasó sin verles. Los jóvenes rastas ahora cantaban:
“Life to the deathist Pig
Don’t buy the Life
You don’t have to die”.
Volví al grupo y pregunté:
-¿Quién habla ahora?
-Nadie, contestó el de Barcelona.
-Subamos a la barcaza, dijo, en voz muy alta, uno.
Nos fuimos a dar una vuelta en barcaza por el estanque, advirtiendo que no faltaban Asnos por aquí.