¿Pérdida de control?
El Financiero de El Garaje. LQSomos. Octubre 2015
Esa es quizás la pregunta más relevante en estos momentos: ¿Están los bancos centrales perdiendo el control de la situación?
Tras el estallido de la crisis financiera en 2008, el colapso del sistema financiero ha sido evitado (pospuesto?) gracias a la enloquecida política seguida por los principales bancos centrales.
Se han inyectado en total más de 19 billones de dólares (como referencia, recuerden que el PIB mundial asciende a unos 67 billones anuales). Ese dinero, creado de la nada, ha conducido a la formación de la mayor burbuja de todos los tiempos.
Durante estos siete años, se ha consolidado el siguiente paradigma: Pase lo que pase no hay peligro porque si no hay crecimiento, ahí están los bancos centrales para inyectar más dinero. Si el sistema financiero amenaza quiebra, los bancos centrales vendrán al rescate. Si las bolsas amagan con caídas importantes, ahí estarán los bancos centrales comprando acciones.
Deuda, más deuda, siempre más deuda.
¿La justificación? “Como no hay crecimiento es necesario endeudarse mientras llega ese crecimiento”. Una falacia. El dinero creado ha servido únicamente para crear nuevas burbujas y para que los más ricos se enriquezcan aún más.
Este ha sido el discurso dominante. Hasta las formaciones más –en principio- de izquierdas y progresistas han caído en la trampa de ese razonamiento. ¿No les suena el argumento siguiente?: “El Banco Central Europeo debería comprar directamente la deuda de los estados, y no financiar a los bancos para que estos la compren”. Como si el problema fuese quién compraba la deuda y no la deuda en sí misma. Desde las élites financieras, hasta los “antisistema” todos (o casi todos) estaban de acuerdo: los bancos centrales tenían el poder de hacer que las cosas mejorasen. Tenían el control.
Eso es justamente lo que está cambiando. Y se trata de un cambio mayor. Pronto veremos sus consecuencias.
El año 2015 comenzó con una brutal revalorización del franco suizo, al no poder ya el Banco Central de Suiza, mantener un artificial bajo cambio de su moneda.
El Banco Central de China (y el gobierno) parecen haber perdido el control del mercado de acciones, por no hablar de la deuda de las provincias y gobierno que alcanza 10 billones de yuanes (1,2 billones de euros), lo que representa el 20% de su economía. Y esa es la hipótesis optimista, porque algunas agencias cifran la deuda en el doble.
El Banco Central Europeo, a pesar de inyectar 60 000 millones de euros al mes (hasta septiembre de 2016) no ha logrado ninguno de los objetivos anunciados: impulsar el crecimiento, hacer subir los mercados de acciones y combatir las presiones deflacionistas. Un comentarista resumía hace poco la situación diciendo que “El dinero de Draghi no da la felicidad”.
Todas las alarmas se han disparado el pasado 17 de septiembre cuando la Reserva Federal de Estados Unidos, la Fed, no fue capaz de subir (como había anunciado) los tipos de interés. Con ello, la Fed reconoció que se encuentra atrapada entre la necesidad de aumentar unos tipos de interés artificialmente bajos (que a medio/largo plazo pueden provocar una hiperinflación devastadora) y una realidad actual deflacionaria y una economía mundial amenazada –dice- por peligros que podrían provocar un colapso. Los más de 4 billones de dólares creados por la Fed no sólo no han resuelto ningún problema, sino que van a conseguir que el próximo estallido sea aún más violento.
En resumen, que los bancos centrales no tienen ni idea de cómo salir de la situación que ellos mismos han creado.
Eso ya lo sabíamos. Lo nuevo es que, por primera vez, lo están reconociendo. Estamos entrando en una nueva fase de la crisis.