Reflexión abierta: ¿Hacia dónde va Europa?

Reflexión abierta: ¿Hacia dónde va Europa?

Por Iñaki AlRui*

Escribo esta nota justo el mismo día de las elecciones europeas, la fiesta de la democracia (dicen), para no mezclar mi reflexión con los resultados electorales, a pesar de ser consciente que la previsión sobre estos será muy real

Sabiendo que esta será una nota más que se diluirá en un lunes de opiniones en  un océano de sentires e informaciones en torno a los resultados electorales (en valoración de opinólogos de todo) y la composición del Parlamento Europeo, manteniendo un debate (o una escenificación de debate) sobre victorias y derrotas, mayorías… Y sobre todo haciendo lecturas localistas basadas en el bipartidismo PP-PsoE y de los resultados comparados de los demás partidos de acá, como si eso importara en Bruselas. Pero poco se hablará del Parlamento Europeo en sí, de para qué sirve en nuestro día a día, qué nos da y qué nos quita. ¿Hay una Europa de (para) los trabajadores y trabajadoras?

La Unión Europea es un ente del que tenemos nociones superficiales, una institución que nos han obligado a aceptar de manera incuestionable pero que genera más preguntas que respuestas. El desconocimiento sigue intacto desde la incorporación en 1986 hasta hoy. Algunas cosas sí sabemos: cómo de aquel maná que venía del norte para construir carreteras, AVEs y decenas de modernidades, hemos pasado a ver como hoy gran parte de sus presupuestos (tus impuestos y los míos) se dilapidan en la industria militar, entre otros derroches.

Siempre recuerdo aquel “maná” que sirvió para desmontar lo que teníamos de industria… ¡tremenda, la mal llamada reconversión industrial!, o desmantelar la red ferroviaria, entre otras lindezas, pero todo era el precio y pago de la modernidad… Lo que no llegó nunca, pues llegamos tarde, fue la Europa del bienestar de los años dorados de la socialdemocracia. Desde 1986 Europa siempre es una buena excusa para acometer cambios innecesarios e imponer las normas más salvajes del capital, y lo que es peor aún, en 2024 ya sirve para justificar la violación de los Derechos Humanos.

Ahora mismo nos han metido casi por completo en la estrategia del shock: nos tienen atemorizados ante amenazas supuestamente inminentes que hace apenas unos años eran implanteables pero que han sabido crear en esta relación financiera entre las élites y el negocio de la guerra (dícese industria militar). Nos bombardean, mediáticamente, con la necesidad de la guerra para la esperanza de una paz estable, en esa lógica desquiciada la paz nos la traerán las armas, la industria militar, ese pozo sin fondo. Y tal vez, cuando nos queramos dar cuenta y reaccionar, será tan tarde como horrible. Nos están empujando sin escrúpulos hacia una nueva guerra mundial, y con muchas papeletas de repetir en suelo europeo, gracias al seguidismo ciego a nuestros queridos “amigos” de EEUU. Mientras nuestros presidentes locales y líderes de turno dan palmas con toda su hipocresía política, tengan por seguro que sus hijos no participaran en ningún acontecimiento bélico.
Vamos tarde, pero aún estamos a tiempo de no tener que hacer realidad la frase de “sus guerras, nuestros muertos”. Ucrania es un ejemplo.

El gasto militar en la Unión Europea mantiene un rumbo constante e invariable, es el sector económico de la UE que más crece, detrás de la IA: un 31% el último trimestre, todo en detrimento de otras partidas, otros gastos de carácter social.

Un punto, que no es aparte, es Palestina y la complicidad de la UE en el genocidio que está perpetrando Israel, la complicidad de mantener una falsa neutralidad dentro del apoyo explícito al genocidio por parte de diversas autoridades de la UE, como Ursula von der Leyen. Vendemos y compramos armas a Israel, y en algunos países de la tan democrática UE se prohíbe y reprime las manifestaciones populares de apoyo al Palestina. ¡Vergüenza! El genocidio continuá entre lindas palabras y declaraciones.

Durante décadas, la UE defendió —al menos lo aparentó— ser garante y defensora de los Derechos Humanos, algo que hoy queda totalmente refutado por el reciente Pacto de Migración y Asilo. Un pacto que abre la veda para el aumento de las detenciones, más devoluciones y acuerdos dudosos con países no pertenecientes a la UE. Seguimos construyendo muros en lugar de puentes, alimentando el actual ciclo de devoluciones y la negligencia en materia de búsqueda y rescate. El procedimiento fronterizo (el expediente APR) dificulta que las personas soliciten asilo: “acelera la deportación, detiene a familias, niñas y niños y corre el riesgo de vulnerar el principio de no devolución. Es un modelo copiado directamente de las islas griegas donde la UE ha canalizado millones de Euros de los contribuyentes europeos a centros similares a prisiones rodeados de alambre de espino y tecnología de vigilancia” según Oxfam Intermón.

El mar Mediterráneo es una tumba, como lo es el desierto del Sáhara, centenares de personas son abandonadas a su suerte en ese camino por una vida mejor. Y para eso la UE se escuda en sus programas y pactos, perdiéndose en nombres y legislaciones para que al final parezca que no es culpa de nadie el crimen que se comete contra las personas migrantes, sino es cuestión del azar de la vida. La Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex), que cumple 20 años, es un ejemplo palmario de la vulneración de Derechos Humanos, como corroboran los datos económicos: en 2020 destinó a operativos de devolución 46 veces más dinero que a garantizar los derechos fundamentales de las personas migrantes retornadas. La UE ha institucionalizado las devoluciones en caliente y la violencia policial contra migrantes y solicitantes de asilo, y la ciudadanía europea, que asiste a la repetición en total impunidad de estas violaciones de los DDHH, ha acabado por normalizarlas.

¿Hay diferencia entre los grupos políticos sobre la inmigración? Pues salvo honrosas excepciones, NO. Acaso es peor Giorgia Meloni que Pedro Sánchez en otros temas, pero en política migratoria la coincidencia de los dirigentes políticos europeos es total. Valga como ejemplo la masacre de El Tarajal o la de la frontera de Melilla en junio de 2022.
Europa viola los Derechos Humanos, una estratégica victoria política de la derecha extrema, a la que la socialdemocracia y la progresía no ha puesto ninguna objeción. Y no es de hoy.

Otro tema más que pesa sobre todas nosotras: la crisis climática que amenaza con devorarlo todo y el Pacto Verde Europeo, la alianza para destinar el dinero público a gestión a través de empresas privadas, en una Europa que necesita importar el 80% de las materias primas que consume, de camino a la supuesta transición verde, y que mantiene una política de colonialismo extractivista. Un Pacto del que ha quedado fuera la agricultura, un Pacto que partía de muy buenas intenciones, pero que cada día va quedando como una simple estrategia económica más, y todas sabemos hacia donde mira la economia.

Y después de esta perorata de quejidos entraría en un sinfín de preguntas, tal vez la primera seria si la Unión europea es una institución democrática…

Para verificar o desmentir lo dicho, y para poder hacer preguntas con un sano objetivo pedagógico, un grupo de ciudadanas y ciudadanos de Madrid, Reflexión Abierta, ha preparado una charla debate con el exeurodiputado Miguel Urbán (Casa del Barrio de Carabanchel Alto, el próximo miércoles 12 a las 19 horas), quien compartirá con nosotras mucho aprendizaje y espíritu crítico constructivo para fundamentar nuestra mirada hacia la Unión Europea.

Nota: Por cierto, un periodista europeo del estado español lleva detenido en semiaislamiento en otro país europeo, Polonia, por ejercer el Derecho a la Información, es Pablo González, periodista preso desde el 28 de febrero de 2022, 834 días… Europa de las Libertades!

* Miembro del Colectivo LoQueSomos.
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