Reflexiones de una persona de a pie
Cristina Ridruejo*. LQS. Junio 2019
La gestión de las cuentas públicas es la madre del cordero. Es lo que permite llevar a cabo unas políticas u otras. Reducir la deuda pública no solo es fundamental por lógica económica, también es una forma de resistirse a la apropiación de las instituciones por parte del poder económico privado
La estrategia neoliberal de apropiación de los fondos públicos
La estrategia de las multinacionales y grandes fortunas, ahora que ya tienen concentradas las riquezas de toda la humanidad, no se queda en extraer beneficios del sector privado. Desde hace unos años, uno de sus objetivos claros son los fondos públicos, y su estrategia para hacerse con ellos incluye al menos tres formas:
1) Llevarse las subvenciones que deberían ser para ayudar a quienes no tienen medios (energía, agricultura, pesca, etc. etc.: la mayor parte de los subsidios europeos y españoles acaba adjudicado a grandes grupos, no a pequeños productores).
2) Conseguir contratas y licitaciones. Obras públicas y la forma más reciente: gestión privada de servicios públicos (sanidad, servicios sociales, limpieza, jardinería, etc. etc.). La privatización encubierta.
3) Deuda pública: inducir a las administraciones nacionales, regionales y municipales al endeudamiento y por consiguiente a la dependencia (sometimiento de las decisiones públicas a los intereses privados) y al pago de desorbitados intereses a la banca.
Son las tres patas de la estrategia neoliberal para hacerse con el dinero público, ahora que el privado ya lo tienen concentrado cada vez en menos bolsillos.
Por este motivo, en los últimos años, la deuda pública —tanto la deuda exterior de los países como la deuda pública de ayuntamientos y regiones— se ha disparado. Igualmente, la economía más poderosa, EEUU, tiene también la deuda pública más grande del mundo (en 2017 era tan grande como su PIB).
En Europa, y en particular en España, este proceso de inflar premeditadamente la deuda pública ha coincidido —para más inri— con la era de la austeridad, con lo cual al mismo tiempo que se hacían recortes, se incrementaba la deuda pública, lo cual no tiene ningún sentido a pesar de que nos lo han vendido como lógico y sobre todo como inevitable.
En Madrid, en 2015, llega el ayuntamiento del cambio. Sánchez Mato, al frente de Economía, demuestra en algo más de dos años que sí es posible reducir la deuda pública que otros consideran ineludible, e incluso hacerlo al tiempo que se aumenta el gasto social.
La demostración de que hay otras vías factibles, de que hay alternativas al credo neoliberal impuesto como única opción, es algo que el ministro del PP, Montoro, no podía tolerar en la capital del reino. “¿Cómo? ¿Van a demostrar que lo que estamos haciendo no es la única forma posible sino la forma que hemos escogido, entre otras, para favorecer a los nuestros?”
Montoro no podía consentirlo. En 2017 presiona, amenaza, interviene las cuentas del ayuntamiento de Madrid. Carmena cede. Acepta los presupuestos que impone Montoro y cesa a Sánchez Mato. Una gestión admirable de las cuentas públicas, en lugar de ser premiada, es castigada. Después Carmena seguiría cediendo a la estrategia neoliberal en la Operación Chamartín.
La gestión de las cuentas públicas es la madre del cordero. Es lo que permite llevar a cabo unas políticas u otras. Reducir la deuda pública no solo es fundamental por lógica económica, también es una forma de resistirse a la apropiación de las instituciones por parte del poder económico privado. Es una forma de mantener la independencia de los cargos políticos elegidos por la ciudadanía frente a este poder económico.
No nos dejemos engañar: es falso que no se pueda mantener con fondos públicos una sanidad y educación 100% pública y de calidad. Es falso que no se puedan costear las pensiones. Se puede hacer, pero no se quiere, que es algo muy distinto. Si el dinero público no fuera a parar a las grandes empresas nacionales y multinacionales por medio de los tres mecanismos citados (subsidios, contratas, intereses de la deuda), otro gallo nos cantaría.
Que Montoro doblegase a uno de los ayuntamientos del cambio cuando estaba aplicando —con éxito— una política económica de izquierdas, nos demuestra lo siguiente: las cúpulas económicas (en cuyo nombre actuaba) están dispuestas a aceptar políticas sociales de izquierda o centroizquierda, pero jamás aceptarán una política económica de izquierda, como pasó en Grecia con Tsipras/Varoufakis.
Jamás aceptarán alternativas al credo neoliberal, a no ser que se produzca un cambio radical de sistema: cambiar de partido en el gobierno no es suficiente, porque incluso si tiene buenas intenciones, le cortarán las alas. El poder económico, los partidos políticos a su sueldo, la corona. Un engranaje que funciona a todo gas para parar en seco cualquier intento de cambio. La única opción es cuestionar la mayor. Rompamos el régimen del 78. Despertemos del ensueño. Empecemos de cero.
Posdata: Ahora que el ayuntamiento de Madrid va a cambiar de manos, debemos estar muy atentos a lo que ocurre en los próximos tiempos con el suculento superávit que deja Ahora Madrid.
* Miembro de la Asamblea de Redacción de LoQueSomos
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