Reunión del G7: un llamado a la unidad y advertencias para China
Por Paula Giménez y Matías Caciabue*. LQSomos.
Las declaraciones enfáticas del comunicado final de la cumbre presionan para volver a unir las partes allí donde parecieron mostrarse algunas fisuras en el sistema de alianzas que Estados Unidos intenta mantener bajo su conducción
Reunidos en un centro turístico a 100 kilómetros de Tokio, los cancilleres del Grupo de los 7 integrado por Alemania, Francia, Italia, Reino Unido, Canadá, Estados Unidos y Japón, ahora en condición de presidente del bloque, emitieron un contundente comunicado para rechazar la intervención de Rusia en el conflicto con Ucrania y advertir sobre cualquier ayuda a Rusia, en un claro mensaje a China.
“Reiteramos nuestro llamado a terceros para que detengan la asistencia de guerra rusa o enfrenten costos severos”, expresó el comunicado final, tras la reunión de Karuizawa y agregó: “Reforzaremos nuestra coordinación para evitar que terceros suministren armas a Rusia y continuaremos tomando medidas contra quienes apoyen materialmente la guerra de Rusia contra Ucrania”.
El encuentro, que ocurrió mientras se agudizaban las tensiones en el Mar de China Meridional en torno a Taiwán y luego de varias visitas europeas a China, dejó asentado en un comunicado el cierre de filas hacia el interior del grupo comandado por EEUU, luego de las polémicas declaraciones de Emmanuel Macron, que intentó desligarse de la toma de postura frente a las demostraciones de China a Taiwán y poner por encima la “autonomía estratégica” de Europa.
Las declaraciones enfáticas del comunicado final de la cumbre presionan así para volver a unir las partes allí donde parecieron mostrarse algunas fisuras en el sistema de alianzas que Estados Unidos intenta mantener bajo su conducción, producto del avance sigiloso de China, en su apertura al mundo y el desplazamiento del centro de intereses al eje Asia Pacífico.
Gas y petróleo rusos, en el tablero
En el marco de esta ronda de encuentros también se dieron cita en la ciudad norteña Sapporo los ministros de Medioambiente y Energía del G7, convocados por la agenda de la descarbonización como urgencia frente al cambio climático y para avanzar en la “seguridad energética”, tras la guerra en Ucrania para concluir con la firma de la “Declaración Hokkaido-Sapporo”. Allí aseguraron la necesidad de inversión del sector privado para tecnologizar la producción y nuevos combustibles para una “transformación verde”. Lo que no mencionaron es justamente, quienes pagarán los costos de esa transformación productiva. Hablamos de la transición energética necesaria en el proceso de digitalización -en curso- del capitalismo. El cambio estructural que distingue la época.
“Nos enfrentamos a desafíos como el aumento vertiginoso de los precios del petróleo, el gas, y el carbón, mercados energéticos inestables que nunca hemos experimentado antes, y la inseguridad económica”, había dicho el ministro de Economía japonés, Yasutoshi Nishimura, durante su discurso de apertura del encuentro.
En 2022 la UE, los países del G7 y Australia impusieron un precio máximo al petróleo ruso. A pesar de ello, el Kremlin abastece cada vez más de energía a la India, China, Turquía y los Emiratos Árabes Unidos, donde Gazprom continúa operando con decenas de grandes empresas petroleras globales, como de costumbre. Esta semana, el G7 ratificó la medida y anunció que se mantendrá vigente.
En ese contexto, la OPEP+ donde Rusia juega un papel, anunció recientemente, como complemento de otras Informe en video: Cuánto depende Occidente y América Latina en particular, del petróleo y gas ruso – Forbes Argentinamedidas similares dictadas a fines del año pasado nuevos recortes de la producción de petróleo, que impactaron de lleno en el precio internacional, dejando ver, además, un desplazamiento en el comportamiento de Arabia Saudita, histórico aliado de Estados Unidos en medio oriente. Una muestra más de la manera en que las relaciones internacionales se están reorganizando hacia un nuevo orden mundial que no termina de definirse.
De igual manera, y casi inmutable frente a las denuncias en medios de comunicación, operó sin modificaciones -en medio de la guerra- el sistema financiero, a pesar de las sanciones impuestas a Rusia hace décadas pero recrudecidas durante el último año. Resulta que la estrategia desplegada por China, de la que Rusia es un socio principal, viene empujando un proceso de desdolarización de sus reservas y de comercio bilateral e incluso intrarregional en moneda propia o instrumentos para tal fin, logrando sortear las permanentes amenazas y medidas coercitivas unilaterales de occidente.
La agenda del encuentro también se ocupó de temas como la “desnuclearización”, tomando los ensayos nucleares de Corea del Norte como excusa.
Sin embargo, la crisis causada por el conflicto entre Rusia y Ucrania, en el que Europa ya no logra jugar neutralmente, estuvo nuevamente en el centro de la agenda.El Ministro de Medioambiente japonés, Akihiro Nishimura, no ahorró argumentos para responsabilizar a Rusia por todos los males que atraviesa el mundo, irrisoriamente: “Estamos ante la triple crisis global del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación, así como la crisis energética, inseguridad alimentaria, amenazas a la salud y daños ambientales, que son causados o exacerbados por la guerra de Rusia contra Ucrania”.
Fuerzas centrípetas y centrífugas
Europa atraviesa fuertes contradicciones a la hora de ceder a los intentos estadounidenses de sumar al viejo continente a su plan de conquistar el Siglo XXI antes que China.
Pese a sus demostrados compromisos con la condena a Rusia por su actuación en el conflicto con Ucrania, la Unión Europea intenta por “las buenas” disuadir a China de sus relaciones estrechas con Rusia a quien indirectamente viene brindando apoyo comercial y logístico. Desde el viejo continente temen que China avance en brindar apoyos armamentísticos para fortalecer al país caucásico en el conflicto.
China es un importante socio comercial de Europa, por lo que una desconexión total es impensable, particularmente para las economías industriales de Francia y Alemania.
En este marco, las sucesivas visitas de varios cancilleres europeos a China previo a la reunión y la más reciente, del propio presidente de Francia, Emmanuel Macron junto a la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von Der Layen, trajeron a la superficie aquello que no leeremos en los comunicados de las reuniones del G7, que realizan denostados esfuerzos por mostrar una postura unificada.
Europa debería evitar «crisis que no son [suyas]», expresó Macron a su retorno de China a propósito de la posición de Estados Unidos en el conflicto entre China y Taiwán y optó también por defender la autonomía estratégica de Europa. “Estoy convencido de que China tiene un papel importante que desempeñar en la construcción de la paz. Esto es lo que he venido a discutir, a seguir adelante.
Con el presidente XI Jinping, también hablaremos sobre nuestros negocios, el clima y la biodiversidad, y la seguridad alimentaria”, había dicho al iniciar su viaje a China el presidente francés, que, pese a que no recibió respuestas formales fue acusado por actores de la política interna estadounidense de traicionar el campo occidental.
Tales declaraciones fueron rápidamente compensadas por su canciller Catherine Colonna, quien expresó que Francia se encuentra “profundamente comprometida con el respeto del status quo, así como con la preservación de la paz y la estabilidad entre las dos orillas del estrecho de Taiwán”
En una postura menos díscola hacia los intereses de EE.UU., Von der Layen twitteó antes del viaje a China: “Tuve una llamada telefónica con el presidente @ZelenskyyUa antes de mi visita a China. Ucrania será un tema importante de mis reuniones con el presidente Xi y el primer ministro Li. La UE quiere una paz justa que respete la soberanía y la integridad territorial de Ucrania”.
Además en el contexto de un debate con la Cámara Europea, afirmó que “China es un socio comercial fundamental, pero las empresas de la UE se enfrentan a muchos obstáculos discriminatorios. Las empresas europeas tienen mucho que ofrecer a China. Pero necesitan igualdad de condiciones para invertir y proporcionar sus bienes y servicios”.
En el marco del encuentro entre cancilleres la semana pasada, se dejó en claro también la postura, respecto a la resolución del conflicto entre Rusia y Ucrania: “Cualquier resolución del conflicto debe garantizar que Rusia pague por los daños que ha causado”.
A mediados de marzo, cuando la Corte Penal Internacional emitió una orden de arresto contra Vladimir Putin, al acusarlo por crímenes de guerra contra Ucrania, Xi Jinping visitó Moscú, para llevar su propuesta de paz a Rusia. El hecho ocurrió a pocos días de que China se involucra también como mediación en la reanudación de las relaciones diplomáticas entre Irán y Arabia Saudita.
Si bien las declaraciones en el marco del G7 han sido contundentes, pareciera ser que Macron intenta restablecer un proyecto europeísta con margen de maniobra propio, menos sujeto a las reglas de Washington, que cada vez tiene menos que ofrecer a sus aliados.
* Matías Cacciabue es licenciado en Ciencia Política y Secretario General de la Universidad de la Defensa Nacional, UNDEF en Argentina.
* Paula Giménez es Licenciada en Psicología y Magister en Seguridad y Defensa de la Nación y en Seguridad Internacional y Estudios Estratégicos.
Ambos son Investigadores del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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