Saledizo
Por el rosetón redondo y calado
Con adornos y vidrios de colores
De la parte de un musulmán castillo
Menospreciado y vilipendiado
Por la vil y detestable clerecía
Hoy convertido en católica iglesia
Y que sobresale del muro principal
Un cura párroco
Salido del convento de San Pablo en Burgos
Contemplaba su florón
Con el que adornaba en sus días
Tardes y noches del sentido
Su bien visto pecado de lujuria
Para él un rosicler de color rosado
Suave y luminoso como la aurora
Asomándose desnuda y sin bragas
Por el balcón de la Casa de Cultura.
El enseñaba latín y griego a los infantes
Hijos de padres labriegos
Más bien pobres las más de las veces
Sentándoles sobre sus rodillas
Y haciéndoles sentir su órgano
Entre los dos lóbulos iguales del dídimo
Pues bien se le daba el oficio de truhán
Diciendo chanzas y bufonadas
Mientras les enseñaba, como dijeron ellos
El Rosa Rosae
Y cierto pez de agua dulce
De carne rojiza como el salmón
En forma de capullo
Que él llamaba “ Mi Rosillo”
Porque aparecía como el de la bestia
De las películas de terror y miedo
Entre colores blancos, negros y castaños.
A roso y velloso
El cura, que era de Trujillo
Ciudad de la provincia de Cáceres
Que se llamaba en la antigüedad Scalabis
Y Turris Julia
Patria de los Pizarros, de Orellana
Y de otros personajes célebres mamones de tigre
Les atraía a si, sin excepción
Sin consideración ninguna
Dándoles a probar un poco
De cierto licor alcohólico
En que entraban canela
Anís del Mono y otros ingredientes
Colocando al niño en la vara delgada
Y en su extremo superior
Donde ha de deshilarse la paja
Cantando en macarrónico gregoriano
“No se pescan truchas a bragas enjutas”
Y “Nunca falta un roto para un descosido”.
La larva de una garrapata, cual rezno
Se manifestaba en los calzoncillos del niño
Pintando o poniendo de color rubio
O encarnado el culo
Cuya cara manifestaba enojo
Y pesadumbre en el semblante
Mientras el padre hacía tajada redonda de carne
En movimientos vistosos
Haciéndoles la rueda, adulándoles
Como el de un miembro nuevo
Entrando en una secta
Que beatifica como churros
Él, que estaba en proceso de beatificación
Porque desmontaba y rompía
Las tierras eriales
Para dedicarlas al cultivo del arroz con leche
Y hacía capullos parásitos
Atajando su animalidad
Cortando con los dientes la pelusilla
Del cuello de los niños
Pasando sus manazas y tocando
El gurriato oprimido
O rompiéndole el bello al tordillo pajeado
Para arrancarle con la uña su frenillo
Apareciendo ruante
Como el pavo representado
En el escudo heráldico
Con la cola abierta
Cuando no era más que un rucho, burro
Con un órgano
En estado de rudimento.
En el Clímax, y antes del Clímax
Se embarazaba al hablar
Pronunciando mal y con dificultad
Las palabras, y el Verbo
Este “rozavillón”, saledizo
Que come a expensas del pueblo
Y sólo por decir misas y sandeces
Pero que se siente un ministro más moderno
A quien toca rubricar
Los autos del Conejo
Porque él es, como dice
“Un Juno formando la vía láctea”
En el culo de los niños
Imitando el cuadro de Pedro Pablo Rubens.