Salvador, un retrato en negro
Truncar una vida joven siempre es una tragedia porque no se acaba sólo con un cuerpo; se amputa una existencia con posibilidad de futuro. Ejecutar a un inocente Salvador Puig Antich, mediante el atroz invento del garrote vil, nos habla de una vileza infinita, del Mal a secas, del endiosamiento infrahumano de un general mierdoso, un tirano banderas que ejerció demasiado tiempo.
Salvador cumpliría ahora sus 65 años si no se hubiera tropezado en su vida con ese monstruo con chorreras de generalísimo. No le tembló a éste el pulso de condenar a muerte a un anarquista que pasaba por allí; por el hecho de serlo, sin más. Franco quería dar una lección de propaganda macabra, no conocía otra. Con el régimen en inexorable descomposición y su imagen internacional en pleno menoscabo, el despiadado dictador decidió demostrar su fortaleza al mundo.
El coletazo de la bestia quiso demostrar así que moriría asesinando. El garrote vil a Salvador Puig Antich fue un horror que dio la vuelta al mundo.
por más vueltas que de el mundo
por más que nieguen los acontecimientos
por más represión que el Estado instaure;
asesinos de pueblos
miseria de hambre y libertad
negociadores de vidas ajenas
más alto que nunca, en grito o en silencio,
recordaremos vuestros asesinatos
de gentes, vidas, pueblos y naturaleza.