Sindicatos cuestionados
Últimamente he hablado con muchos jóvenes que dicen ser de izquierdas pero piensan que los sindicatos no deberían existir, y en caso de existir no deberían tener acceso a ningún tipo de subvención ni a ningún tipo de reconocimiento o derecho específico.
Esta postura me desconcierta. A estas alturas, cualquier persona mínimamente culta debería saber que hay una rama del derecho especializada en las cuestiones laborales y que una parte está dedicada a regular la actividad sindical.
Puedo entender que los neoliberales no quieran sindicatos ya que apuestan por promocionar el individualismo y se oponen a todo lo que suena a actividad colectiva. Pero nunca me hubiera imaginado que esta opinión pueda ser compartida por personas que se consideran de izquierdas.
En la mente de los neoliberales, el trabajo es básicamente una actividad basada en la competencia entre las personas que se ponen a disposición de los empresarios y se parte de la idea de que estos empresarios son honestos y siempre acaban recompensando de manera adecuada a los trabajadores más eficientes.
Por el contrario, una persona de izquierdas, debería partir de la idea de que este mundo que pintan los neoliberales tiene poco que ver con la vida real. En nuestro mundo real, la relación entre empresarios y trabajadores, en última instancia es siempre una relación con intereses confrontados donde los empresarios tratan de bajar los salarios y alargar la jornada y los ritmos de trabajo tanto como sea posible. La finalidad del empresario es el lucro, no lo olvidemos. Esta tendencia sólo se puede atenuar con la actuación colectiva de los trabajadores. Y digo bien, atenuar, ya que si se quiere eliminar no queda más remedio que abolir el sistema capitalista de relaciones sociales, pero eso, los sindicatos no pueden hacerlo en solitario e incluso pienso que no son el tipo de organización más adecuada para llevarlo a cabo.
En un mundo como el nuestro, no sé qué opción les queda a los trabajadores si no tienen a su alcance diferentes posibilidades de agruparse libremente. Los empresarios tienen la capacidad de contratar y despedir y pueden actuar según les convenga cuando los trabajadores actúan de forma individualizada. Los empresarios pueden represaliar por cualquier cosa. La única manera para intentar nivelar el campo de actuación es que los trabajadores ejerzan coactivamente su fuerza colectiva y esto, como podemos ver cada día, se suele hacer a través de la actividad sindical.
Lo ideal sería que la situación no llegas al punto donde se hace imprescindible un ataque real ya que esto también tiene un coste para los trabajadores, pero es la amenaza de la huelga y generalmente la realización de esta huelga, la herramienta que obliga a los empresarios a negociar, porque la negociación, nos guste o no, es otra de las facetes imprescindibles de la actividad sindical.
Es verdad que los sindicatos no tienen fuerza en todas las empresas. Pero esto no se arregla haciéndolos desaparecer sino reforzándolos y dándoles medios. En todo caso, la existencia de sindicatos en un segmento de la industria contribuye a que en otras empresas traten mejor a sus trabajadores para evitar la posibilidad de enfrentar una amenaza similar.
El gobierno puede hacer todas las leyes que quiera, pero a menos que los trabajadores tengan un poder colectivo detrás, estas leyes se acaban convirtiendo en letra muerta. Los empresarios buscan aumentar sus beneficios y están siempre luchando contra los intereses de los trabajadores, de manera que los trabajadores necesitan tener sindicatos para defenderse.
A menudo se dice que los sindicatos cada día que pasa tienen menos fuerza. Se ignora que su debilidad ha sido el resultado de tres décadas de actuaciones agresivas contra los sindicatos, protagonizadas por la patronal, los dos grandes partidos que se han ido alternando en el gobierno y los partidos nacionalistas burgueses.
Si queremos ser francos, mientras el capitalismo siga existiendo, los sindicatos también existirán. Su estructura, su papel institucional, su línea de actuación puede varía, pero no veo que haya ninguna alternativa factible para sustituirlos mientras los trabajadores se vean en la necesidad de vender a diario su fuerza de trabajo a los capitalistas para poder subsistir.