Siria: un escenario prefabricado para la guerra

Siria: un escenario prefabricado para la guerra

 

Resolver un conflicto, en términos sociales, implica, además de la clara voluntad de acercar posturas, entender, en primer lugar, el conflicto, comprender sus implicaciones, sus causas, sus “por qué”. Esta premisa es fundamental, especialmente, en el caso de la guerra que en estos momentos cruza, de lado a lado, a Siria.

 

Los falsimedia, tendenciosamente, esquivan la información que nos haría entender que el problema central en el conflicto sirio no radica en la insurrección armada, ni en la violencia, ni en la revuelta política. Con toda la intencionalidad, se nos ofrece una visión de la situación que induce a considerarla y a tomar medidas, aspecto este que conduce al mayor error, para resolver únicamente lo “visible” del problema, lo inmediato, obviando analizar las verdaderas causas que se esconden tras ella. Si  a la opinión pública se le muestra un escenario de tanques, misiles y levantamiento de rebeldes y represión del gobierno oficial, la reacción, casi pauloviana, será acabar con la “guerra”, con la “lucha”, derrocar al gobierno (apoyando a los “rebeldes”) o asesinar a los rebeldes (apoyando con armamento al gobierno). Mirado desde este punto de vista, y forzando al pensamiento a desarrollarse en un plano simplista, en cualquier conflicto social actual caben muy pocas “alternativas”, si éstas llegan del exterior, repitiéndose la historia de Egipto, Libia y un etc. muy extenso: o se apoya, desde “afuera” a los rebeldes o al gobierno oficial, acabando, con armas y sangre, con el problema (no considerando la raíz) y, tras un periodo, elegantemente llamado “de transición”, construir una nueva realidad, en el país de la contienda, fabricado con trocitos de aportaciones de los “amigos” extranjeros que desinteresadamente, léase con ironía, han ayudado a su resolución. Analizada así, la situación de Siria y la resolución del conflicto pasarían porque un “bando” acabase con el otro, el considerado “malo” por occidente y borrón y cuenta nueva, con la ayuda de los “aliados”.

 

Simple. Muy simple. Excesiva y sospechosamente simple. Deberíamos plantearnos que, lo más importante detrás del conflicto sirio no es el Ejército de Liberación Sirio ni el Consejo Nacional Sirio, ni los grupos terroristas organizados que están actuados cubiertos por su velo, sino los intereses económicos,  financieros y empresariales que se esconden tras ellos y que llevan ya bastante tiempo financiando y esponsorizando sus actividades. Siria no es un territorio cualquiera, un espacio neutral y no lo es desde que Wall Street clavase sus pupilas en ella, como pieza clave de las aspiraciones geopolíticas americanas que tienen como objetivo final lograr una hegemonía global, que políticos con pocos escrúpulos, y muchas participaciones y acciones en multinacionales que no pueden permitirse no ganar billones jugando al monopoly en el tablero de Oriente medio y África, como la reina fascista americana, H. Clinton se empeñan en maquillar. Existe una elite, tomado el término no en su acepción de calidad ni de grupo excelso, sino como una mafia autoerigida los amos del destino del mundo, que hace mucho tiempo ya planificó, paso a paso, el conflicto sirio y fue, paso a paso, propiciando el desarrollo de los hechos para que, además de producirse, originará en la opinión pública la visión que interesaba: hay unos buenos y unos malos y los “salvadores externos”, llevados por una solidaridad inexplicable, han de “ayudar” a los buenos, como en los cuentos infantiles. Solo que ahora no se trata de un cuento, sino de una guerra en la que, como siempre, quienes pierden son los inocentes que no se embolsan millones de dólares ni pertenecen a ningún consejo de dirección de grandes empresas.

 

“Los aliados externos”, el gobierno americano, fundamentalmente, es consciente de que Siria es la pieza clave para tratar de resquebrajar el poder de otro fantasma para América, Irán, y, además, forma parte de la lista de países que han de “cambiar de régimen”, de acuerdo a la voluntad del tío Sam. Lo prueba el calendario de ataques que ha sufrido Siria durante años.

 

Occidente, América y sus aliados, sueñan con destruir, y establecerse, colonizar, no solo Siria, sino Irán, en un planteamiento que desea conseguir la hegemonía global que se ha iniciado promoviendo y financiando guerras en África del Norte, siguiendo en Oriente Medio, Irán y, previsiblemente, también en Europa y Asia. El objetivo es crear un sistema mundial para expandir la hegemonía global, controlado por los amos de las finanzas angloamericanas y los poderosos tentáculos de su red de instituciones globales, llevados por su obsesión megalómana, y ayudados por sus políticas malthusianas, dirigidas a conseguir el control de la población, el control industrial y el monetario. Estos datos no se esconden, al contrario, es tal su prepotencia que estas directrices aparecen claramente expuestas ya en la AGENDA 21 y defendidas con pasión por técnicos que, peligrosamente, asesoran al actual gobierno de la Casa Blanca, como J. Holdren, quien se  permitió expresar, en su libro de 1977 ECOSCIENCE, que el estado ha de marcar la cifra que delimita la “población óptima” y defender propuestas centradas en el aborto forzado, métodos diversos de esterilización inducida, conveniente para evitar la superpoblación y sus peligros en relación al imperialismo de los reyes del mundo, los americanos, propiciando el control del gobierno del ciclo vital de “sus ciudadanos-siervos”. No importa que hace unos meses este individuo, actual asesor de Obama, se escude diciendo que se trata de un libro que fue escrito hace décadas y que “no se ajusta a su ideología actual, ya más madura y consciente”. No importa, es una pista clara para “entender” los antiprincipios que rigen las guerras que están sucediendo, aparentemente por motivos que solo incumben a los países en los que se desarrollan.

 

Occidente se ha convertido en un experto creador de paradigmas falsos, debates inducidos y conflictos escudo, que solo pretende, desatendiendo el número de víctimas, ocultar la verdadera naturaleza de sus intenciones.  Sirva como ejemplo la creación, bajo la etiqueta de organización sin ánimo de lucro, de la National Endowment, financiada por la CIA para impulsar la Democracia e identificada por numerosos geoanalistas como elemento clave que facilitó la formación de los activistas que participaron en las “revoluciones árabes de primavera” en el Medio Oriente y África del Norte.

 

Si deseamos comenzar a entender qué hay detrás de conflictos inducidos, como la guerra actual en Siria, deberíamos empezar por leer un texto de 1991 del ex subsecretario de defensa P. Wolfowitz, también antiguo presidente del Banco Mundial, que comienza con una declaración, sobre la necesidad de “limpiar” los viejos regímenes clientes de la Unión Soviética (Siria, Irán e Irak). En él se esbozan los planes para el cambio de régimen sirio, que se  remonta a 2002, así como el programa de capacitación del Departamento de Estado, iniciado en 2008 para capacitar a 5.000 activistas de Túnez, Egipto, Siria y el Líbano.

 

Y, para seguir, en esta fase inicial de intentar “comprender” el porqué de la guerra de Siria, deberíamos echar una ojeada a la imagen, en la que aparecen las multinacionales con intereses económicos en que en Siria se produzca una masacre lo suficientemente sangriento como para que la entrada triunfal de los americanos sea aplaudida y vitoreada por el resto del mundo, engañados una vez más por las campañas mediáticas orquestadas por el imperialista e implacable Tío Sam y aliados.

 

* La Mosca Roja

 

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LQSRemix

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