Sobre la mediocridad
Hace un tiempo un poeta me dijo que para que se hablara de su libro pensaba ir a una manifestación cargado con un montón de ellos y arrojárselos a los antidisturbios a la cara, como si fueran un arma, un explosivo.
Esto, que sospecho luego ni siquiera se atrevió a hacer, me avergonzó.
Me pareció símbolo de la mediocridad en la que nos sumergimos con frecuencia los escritores.
Imagino la cara del policía de turno recibiendo librazos y me da la risa.
Hoy me puse a pensar en estas cosas porque en mi opinión, al menos yo como poeta, no creo que pueda cambiar nada, no creo que sean mis poemas tan eficaces como para subvertir el orden esclavista, no creo que con mis versos explique o ilumine nuevos caminos, ni nuevas formas de lucha, lo que digo yo lo dicen otros, lo dijeron tantos.
Y desde esta perspectiva, tomando conciencia de que el poeta, sólo es voz, es como puedo acercarme sencillamente a la realidad.
Creo que el poeta es un buscador de palabras que se perdieron mientras el silencio se derramaba.
Nuestro oficio es ponerlas al servicio de los que callan o no las encuentran.
Dejar que abran las ventanas y entre aire fresco en ellas para renovarlas.
Nada más.
Por eso, cuando algún poeta se me acerca para contarme que su libro nuevo será una bomba, o que su poema será leído por la audiencia o será censurado o estas cosas que dan tanto prestigio a los que se sitúan a la izquierda, me da la risa pero también la náusea.
Yo me tomo muy en serio la poesía y más en serio aún me tomo a los que se ponen en primera línea para dar la cara y recibir ostias a mansalva sin poemas, con sólo su rabia.
Viñeta de J. Kalvellido