Soy una miserable
Silvia Delgado*. LQSomos. Septiembre 2015
La verdad es que estos días me siento una miserable.
No es que no tirite de horror con el éxodo, las penurias y los andrajos de los refugiados. No.
Sucede que a la vez me vienen otras imágenes a la memoria, otros recuerdos, otras rabias paralelas: los estudiantes de Ayotzinapa, la fosa común la macarena, el tren “la bestia”, los bombardeos en Ucrania, los periodistas asesinados, las masacres de Palestina, Irak, etc.
Y siento bastante estupor por el interés mediático que esto suscita y la invisibilizaciòn de otras víctimas, de otras guerras, de otras violencias imperiales, de otros intereses codiciosos y dominantes.
Y me siento una miserable porque yo no pondré flores en un jarrón para recibir a una familia siria en mi casa, yo no sonreiré pletórica cuando una cámara me enfoque, continuaré señalando a los culpables que generan muertos de primera, de segunda y de tercera mientras el pueblo con el corazón bombardeado por una foto, se desgarra con el mea culpa y se prepara para ser solidario sin preguntarse:
¿Por qué?
¿Para qué?
¿Desde cuándo?
¿Quién?
¿Quiénes?
¿Hasta cuándo estará la humanidad soportando los golpes de pobreza y de espanto?
Perdonen a esta poeta miserable, perdonen que no tenga flores, ando zurciendo sudarios con mis poemas, el mundo es una barbarie.