Toros en TVE: la vuelta de la hombría
Violencia es prohibir, excepto si la víctima soy yo
Me alegra saber que TVE elimina de su Manual de Estilo las corridas de toros como violencia con animales para retransmitirlas nuevamente. Violencia es prohibir, y excepto para que a mí no me roben ni me maten el camino es la libertad. La tauromaquia existe y ha de ser difundida, no vayan a afirmar luego que la impunidad de lo que unos cuantos llaman “crimen legal”, pobres sensibleros, reside en el oscurantismo de su comisión. Todos deben deleitarse con este espectáculo para vergüenza y escarnio de quienes lloran por los estertores de un simple animal.
Los vómitos de sangre del toro representan el triunfo del hombre sobre la bestia, y no hay que ocultarla porque es la tinta con la firmamos nuestra superioridad como especie. Las patas que se doblan bajo el peso de un cuerpo atravesado por el acero se clavarán hirientes en las conciencias de los cursis, pero a los seres bragados nos elevan a la gloria. La luz sobre lo que siendo arte en estado puro algunos califican de tortura reafirmará la legitimidad de tan sublime costumbre, pues muchos caerán subyugados ante la magnífica estampa de un toro agonizante y de un matador alzando sus brazos victorioso con las orejas del animal moribundo. Y es que el castigo del bruto no debe ser observado sólo por sus jueces, sino también por todo un Pueblo que no ha de renunciar a lo que con su silencio consiente y por lo tanto admite y protege.
Afirman algunos subversivos que España acelera su caminar hacia el pasado al mostrar a sus ciudadanos y a los del resto del mundo tan orgullosa defensa y ensalzamiento del según ellos martirio de un ser vivo, Pero quienes abogamos a ultranza por la conservación de la tauromaquia sabemos que le estamos haciendo un favor a estas nuevas generaciones de hijos de Walt Disney al poner ante sus ojos infantiles la cruda realidad, y no fábulas que les convierten en enclenques mentales y físicos. El héroe y el modelo a seguir no es Gandhi sino José Tomás. Tendríais que darnos las gracias, padres ingratos, por conseguir que de nuevo vuestras criaturas puedan ser testigos de la mayor contribución a la cultura que ha parido nuestro País.
En esta honra que queremos compartir nos diferenciamos de los agazapados partidarios del Toro de la Vega que tanto odian a las cámaras, creyendo que divulgar con imágenes lo que allí hacen puede volverse contra ellos. Tienen miedo de que la gente interprete como saña el bello alanceamiento de un astado. Pero no puede existir el concepto miedo en el universo taurino. Esa blandura de sentimientos es patrimonio de los amiguitos de los animales y no de quienes sabemos que honor y valentía habitan en los testículos para enfrentarse a la muerte, jamás en las estúpidas lágrimas por una criatura nacida para ser dominada y ejecutada por el ser humano.