Trabajo forzoso, mientras más se avanza más se explota
Por Eduardo Camín*
El nuevo estudio sobre el trabajo forzoso en el sector privado revela un aumento del 37% en los beneficios ilegales del trabajo forzoso desde 2014. El trabajo forzoso en la economía privada genera 236.000 millones de dólares en beneficios ilegales al año, según un nuevo informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT)
Los beneficios ilegales totales del trabajo forzoso parecen haber aumentado drásticamente en la última década
Doscientos treinta y seis millones de dólares. Este es el obsceno nivel de ganancias anuales generadas por el trabajo forzoso en el mundo actual. Esta cifra refleja los sueldos o ganancias efectivamente robados de los bolsillos de los trabajadores por los autores del trabajo forzoso a través de sus prácticas coercitivas. Representa el dinero que se resta de los ingresos de los trabajadores que a menudo ya luchan por satisfacer las necesidades de sus familias.
En el caso de los trabajadores migrantes, se trata de dinero que se obtiene de las remesas que envían a sus familias y parientes. Para los gobiernos, estas ganancias ilegales representan una pérdida de ingresos fiscales, debido a la naturaleza ilícita de las ganancias y los empleos que las generaron. En términos más generales, los beneficios del trabajo forzoso pueden incentivar una mayor explotación, fortalecer las redes delictivas, fomentar la corrupción y socavar el Estado de Derecho.
Lo que revela el estudio es alarmante. Los beneficios ilegales totales del trabajo forzoso no sólo son extremadamente elevados, sino que parecen haber aumentado drásticamente en la última década, como resultado de un mayor número de personas sometidas al trabajo forzoso y de mayores niveles de beneficios generados por cada víctima.
El monto total de las ganancias ilegales del trabajo forzoso ha aumentado en 64.000 millones de dólares (37 por ciento) desde 2014, un aumento dramático que ha sido alimentado tanto por un crecimiento en el número de personas obligadas a trabajar, como por mayores ganancias generadas por la explotación de las víctimas.
El informe de la OIT Profits and Poverty: The economics of forced labour (Ganancias y Pobreza: Aspectos Económicos del Trabajo Forzoso) estima que los traficantes y delincuentes generan cerca de 10.000 dólares por víctima, frente a los 8.269 dólares (ajustados a la inflación) de hace una década.
El total anual de beneficios ilegales del trabajo forzoso es mayor en Europa y Asia Central (84.000 millones de dólares), seguidas de Asia y el Pacífico (62.000 millones de dólares), América (52.000 millones de dólares), África (20.000 millones de dólares) y los Estados Árabes (18.000 millones de dólares).
Cuando los beneficios ilegales se expresan por víctima, los beneficios ilegales anuales son mayores en Europa y Asia Central, seguidos de los Estados Árabes, América, África y Asia y el Pacífico.
La explotación sexual comercial forzada representa más de dos tercios (73%) de los beneficios ilegales totales, a pesar de que sólo supone el 27% del número total de víctimas del trabajo impuesto por particulares.
Estas cifras se explican por la enorme diferencia de beneficios por víctima entre la explotación sexual comercial forzada y otras formas de explotación laboral forzada no estatal: 27.252 dólares de beneficios por víctima para la primera frente a 3.687 dólares de beneficios por víctima para la segunda.
Después de la explotación sexual comercial forzada, el sector con mayores beneficios ilegales anuales del trabajo forzado es la industria, con 35.000 millones de dólares, seguido de los servicios (20.800 millones), la agricultura (5.000 millones) y el trabajo doméstico (2.600 millones). Estos beneficios ilegales son los salarios que legítimamente pertenecen a los bolsillos de los trabajadores pero que, en cambio, quedan en manos de sus explotadores, como resultado de sus prácticas coercitivas.
En 2021 había 27,6 millones de personas sometidas a trabajo forzoso en un día cualquiera. Esta cifra se traduce en 3,5 personas por cada mil habitantes en el mundo. Entre 2016 y 2021 el número de personas en trabajo forzoso aumentó en 2,7 millones.
«Las personas en situación de trabajo forzoso están sometidas a múltiples formas de coacción, siendo la retención deliberada y sistemática del salario una de las más comunes. El trabajo forzoso perpetúa los ciclos de pobreza y explotación y atenta contra el corazón de la dignidad humana. Ahora sabemos que la situación no ha hecho más que empeorar. La comunidad internacional debe unirse urgentemente para tomar medidas que pongan fin a esta injusticia, salvaguarden los derechos de los trabajadores y defiendan los principios de justicia e igualdad para todos», declaró el Director General de la OIT, Gilbert F.
El informe subraya la urgente necesidad de invertir en medidas coercitivas para detener los flujos de beneficios ilegales y exigir responsabilidades a sus autores. Recomienda reforzar los marcos jurídicos, impartir formación a los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, ampliar la inspección laboral a los sectores de alto riesgo y mejorar la coordinación entre la aplicación de la legislación laboral y penal. Sin embargo, no se puede acabar con el trabajo forzoso solo con medidas de aplicación de la ley, sino que estas deben formar parte de un enfoque integral que dé prioridad a abordar las causas profundas y a proteger a las víctimas, subraya el informe.
Conclusión de la ignominia
Este estudio pone de relieve los enormes beneficios ilegales que se obtienen del trabajo forzoso. El pago insuficiente de los trabajadores afectados se traduce en más de 236.000 millones de dólares en beneficios para sus explotadores.
Los testimonios de los migrantes internacionales sugieren que se generan beneficios adicionales sustanciales a través de las prácticas de contratación ilegal a las que a menudo se enfrentan las víctimas del trabajo forzoso.
Es necesario invertir urgentemente en medidas coercitivas que reduzcan los beneficios del trabajo forzoso y lleven a los perpetradores ante la justicia. En la actualidad, los enjuiciamientos por delitos de trabajo forzoso siguen siendo muy bajos en la mayoría de las jurisdicciones, lo que significa que los autores pueden beneficiarse de sus acciones con impunidad. La aplicación efectiva de la ley comienza con el fortalecimiento de la arquitectura jurídica en torno al trabajo forzoso y su armonización con las normas jurídicas internacionales.
También es fundamental garantizar una capacidad adecuada para hacer cumplir la ley, en particular mediante la mejora de los programas de formación para dotar a los principales agentes encargados de la aplicación de la ley de las competencias y los conocimientos necesarios para identificar y enjuiciar eficazmente los casos de trabajo forzoso. A este respecto, también es fundamental ampliar el alcance de las inspecciones de trabajo a los sectores de alto riesgo y tender puentes más eficaces entre la aplicación de la legislación laboral y la legislación penal. Como por ejemplo el Protocolo al Convenio sobre el trabajo forzoso y la Recomendación sobre el trabajo forzoso (medidas complementarias), 2014 (núm. 203) proporciona un marco estratégico para la acción global contra el trabajo forzoso.
Mejorar el acceso a los recursos para que los autores estén obligados a pagar una indemnización a las personas a las que han perjudicado también puede cumplir una función punitiva y disuasoria para los posibles delincuentes. Sin embargo, no se puede poner fin al trabajo forzoso únicamente con medidas de aplicación de la ley.
Más bien, se necesita un enfoque de base amplia, con un fuerte énfasis en abordar las causas profundas y la protección de las víctimas. A este respecto, los esfuerzos en materia de protección social, educación, formación profesional y buena gobernanza de la migración son fundamentales.
La promoción de procesos de contratación justos también es crucial, dado que los casos de trabajo forzoso a menudo se remontan a abusos en la contratación, así como a la aparente importancia de las tarifas y costos de contratación ilegales como fuente de ganancias ilegales del trabajo forzoso.
Garantizar la libertad de los trabajadores para asociarse y negociar colectivamente también es esencial para aumentar la resiliencia frente a los riesgos del trabajo forzoso. La formalización de la economía informal, donde los riesgos de trabajo forzoso son más pronunciados, constituye una prioridad general clave en todos estos ámbitos políticos.
Esta sigue siendo la dinámica de un sistema basado en la explotación, que poco le importa donde se gane, en la medida que se gane, y podemos imaginarlo todo, predecir todo, salvo hasta donde podemos hundirnos, en el fondo no son los males violentos lo que nos marcan, sino los males sordos, aquellos que forman parte de nuestra rutina.
* Periodista uruguayo residente en Ginebra exmiembro de la Asociación de Corresponsales de Prensa de Naciones Unidas en Ginebra, CLAE
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