Ucrania, Crimea y Rusia
Muchas personas de izquierda están preocupadas por la soberanía del pueblo ucraniano y tienen razones para estarlo. Ahora bien, no todos coincidimos a la hora de determinar de dónde proceden las amenazas. Algunos consideran que vienen de Rusia. Yo me atrevería a decir que la verdadera amenaza viene del imperialismo occidental y los EEUU.
Esto no debe llevarnos a olvidar el carácter conflictivo de las relaciones entre Ucrania y Rusia. Ucrania ha sido históricamente una nación separada de Rusia y es legítimo que reivindique su independencia.
Durante años, una parte de los ucranianos fueron gobernados por el Imperio zarista y después de la revolución rusa, pasaron a formar parte de la nueva federación soviética. La parte occidental, sin embargo, quedó dominada por Polonia y esto, que fue muy perjudicial para los campesinos ucranianos, explica, en cierta medida, el sentimiento anti polaco de una parte de la población, lo cual, dicho sea de paso, no justifica, de ninguna manera, el odio que hacia los polacos difunden los fascistas.
La situación crítica de la URSS a principios de 1930, a raíz de la colectivización de la agricultura, fue particularmente grave en Ucrania. Esto ha llevado a una parte de los historiadores burgueses y también a la derecha ucraniana, a afirmar que la colectivización significó un genocidio del pueblo ucraniano.
Pienso que esta es una visión exagerada, pero las consecuencias negativas no se deben minimizar. La colectivización trajo consigo una virtual guerra civil en toda la URSS entre el nuevo poder soviético y los campesinos pobres por un lado y los campesinos ricos que controlaban el excedente de grano necesario para financiar la industrialización, por el otro. Las colectivizaciones se llevaron a cabo en unas condiciones muy difíciles, ya que coincidieron con la crisis capitalista iniciada en 1929 que dejó por el suelo el precio del grano, que era el principal producto de exportación de la URSS. Esta caída del precio del grano hizo más costosa aún la adquisición de la maquinaria industrial que la URSS necesitaba importar.
El balance final, sin embargo, permitió industrializar la Unión Soviética justo cuando el mundo capitalista estaba en quiebra. Pero el precio que tuvo que pagar la población campesina fue elevado. En el caso concreto de Ucrania, en 1932-1933 supuso una grave hambruna que dejó muchas víctimas.
Ucrania pudo consolidar sus fronteras actuales en 1939, como resultado del famoso pacto Germano-Soviético. Los historiadores burgueses hablan de la partición de Polonia entre la Unión Soviética y la Alemania nazi. Sin embargo, las partes de Polonia anexionadas por la Unión Soviética no eran de Polonia y estaban habitadas principalmente por ucranianos (y también para bielorrusos).
En 1954, Crimea, que incluye la base naval de Sebastopol, fue transferida a la república soviética de Ucrania por el gobierno federal soviético. Ahora, en 2014, espoleado por las amenazas derivadas del golpe de estado en Kiev y después de un complejo referéndum, el pueblo de Crimea ha decidido separarse de Ucrania y retornar a Rusia.
Si el gobierno golpista de Kiev hubiera llegado a controlar la base naval rusa en Sebastopol para entregarla a la OTAN, Rusia habría perdido su único puerto de agua tibia y el acceso al Mar Mediterráneo. Por contra la OTAN completaría el dominio Mediterráneo.
Esto hubiera cambiado el equilibrio de poder no sólo contra una Siria ya sitiada, sino también contra el pueblo palestino disperso y en contra de cualquier país de Oriente Medio o contra cualquier pueblo que se atreven a desafiar al imperio mundial de EEUU.