Un euro-dracma y Barcelona en Comú
Susana Martín Belmonte*. LQSomos. Julio 2015
En una entrevista privada con otros financieros internacionales y según una fuente anónima de Bloomberg, Wolfgang Schäuble, ministro de finanzas alemán, reconoce sin apoyar la posibilidad de creación de una moneda complementaria al euro en Grecia.
La idea no es nueva en absoluto y hay todo un movimiento de iniciativas activistas creando monedas complementarias en diversos lugares del mundo. El documental “Monedas de cambio” lo ilustra.
Los precedentes son muy alentadores (aunque lamentablemente ausentes de todo programa de estudios de ciencias económicas). En primer lugar, el WIR, una moneda paralela que pusieron en marcha un puñado de empresarios suizos en 1934 y que ha sido clave en la estabilidad de la economía real suiza, actuando de forma anticíclica desde entonces. En la actualidad más de 60.000 empresas suizas (una de cada cuatro) tienen cuenta en WIR.
En Brasil, las monedas complementarias han sido un factor tan importante para el desarrollo de zonas deprimidas que se ha convertido en el primer país del mundo cuyo banco central apoya las monedas complementarias sociales.
A raíz de la crisis del Euro, las propuestas han empezado a llegar cada vez desde más arriba. En 2012 un grupo de economistas en una reunión de la patronal de pymes alemanas emitieron una declaración en favor de la creación de monedas complementarias en los países en dificultades de la zona euro. Entre ellos estaba el ex-economista jefe del Deutsche Bank, Thomas Mayer, junto a promotores de monedas sociales como el Chiemgauer de Baviera.
En la misma línea, desde 2011 un grupo de promotores hemos estado presentando la propuesta del Proyecto Eurocat para crear una moneda complementaria catalana. El Eurocat es uno de los pilotos del proyecto D-cent, destinado a crear herramientas tecnológicas para el empoderamiento de la sociedad por medio de participación directa en decisiones políticas y de una moneda social con control social del crédito.
Recientemente, y ya en alusión directa a Grecia, han surgido diversas propuestas, como o la recientemente publicada en Alternativas económicas y escrito por un grupo de académicos franceses: ¿Y crear un euro-dracma?
Lo más preocupante es que en un reciente artículo, el comentarista del Financial Times Wolfgang Münchau, también apoya una moneda complementaria o paralela en Grecia como modo de evitar la salida de Grecia del Euro. Y en el artículo de Bloomberg que cito al principio se puede leer que Goldman Sachs lo recomienda, clara señal de que tienen intención de hacerse con el negocio.
En un reciente foro de innovación en banca y finanzas se dijo la frase “Nadie tiene ni idea de qué aspecto va a tener el sector financiero dentro de 5 años”. Innovaciones como el Bitcoin, el auge de los préstamos P2P o la desaparición del efectivo en Dinamarca, están abocando al sector monetario y financiero a cambios dramáticos que estamos por ver.
¿Moneda paralela o moneda social?
Una moneda paralela o complementaria es una moneda que circula al margen de la moneda oficial, sin más. Pero hay un grado más allá, que es una moneda social. Las monedas sociales son aquellas en las que sus usuarios aceptan conscientemente sus reglas de funcionamiento y pueden participar en crear o modificar estas reglas. Es el tipo de monedas que los activistas estamos promocionando, por ejemplo desde el Instituto de la Moneda Social. La clave de una moneda complementaria ahora es que sea social, porque el hecho de que el sistema monetario y financiero convencional no funcione tiene que ver con el hecho de que su diseño es estructuralmente asocial e insostenible.
El pasado mes de mayo por primera vez un partido político ganó unas elecciones con una propuesta de moneda social en su programa. Tras deliberaciones en el eje de Economía, que elaboró su programa de forma colaborativa, Barcelona en Comú incorporaba esta medida. Tengo el honor de haber formado parte de ese proceso.
Es una oportunidad histórica de ser artífices del cambio de sistema monetario y financiero que se avecina. Pues que este cambio va a llegar es algo que cada vez está más claro, pero que la ciudadanía participe y el cambio no sea más de lo mismo, es responsabilidad de todos nosotros. Está en nuestra mano: podemos dejar que los financieros habituales creen su moneda paralela en favor de sus propios intereses (no olvidemos que son los bancos quienes crean la mayor parte del dinero en circulación) o podemos participar en la construcción de una moneda social creada para y por la gente.