Una vez más, la justicia patriarcal pone en peligro a una mujer

Una vez más, la justicia patriarcal pone en peligro a una mujer

Por Marea Violeta Sanlúcar*. LQSomos.

Desde Marea Violeta Sanlúcar queremos denunciar públicamente el caso de una mujer en peligro de ser agredida porque una sentencia judicial la obliga a compartir casa-nido (1) con su maltratador, que tuvo una orden de alejamiento dictada por un juzgado.

Se llama María del Mar Delgado, de 45 años, peluquera y madre de 2 hijos y denunció a su expareja y padre de sus hijos por violencia de género. Esta es la situación sufrida contada por ella:

“Conviví con un maltratador durante 21 años. Faltas de respeto continuas, humillaciones, vejaciones, amenazas, acoso, dificultades económicas porque el dinero desaparecía en sus manos, a pesar de estar trabajando los dos, etc. Quise separarme en dos ocasiones y me amenazaba diciendo que no sería nadie en la vida sin él, que yo no valía nada, que me tenía que ver muerta. Por miedo seguí con él. Tuve dos hijos, que vivían cada día este horror. En 2015, cuando el mayor tenía 8 y el pequeño 6 años decidí poner fin a todo esto.

Mis hijos estaban sufriendo mucho y aunque le seguía teniendo miedo, me podía más ver a mis hijos llorar y sufrir pidiéndoles al padre en muchas ocasiones que parara. Pensé que una vez me alejara de él, viviría tranquila. Desgraciadamente no fue así, ya que me amedrantaba en la calle, me amenazaba continuamente y me repetía que me tenía que ver muerta. En diciembre de 2015 tuvimos la primera vista, donde se llegó a un acuerdo por mediación de los abogados. El abandonaría el domicilio, los niños estarían martes y jueves con pernocta con el padre y fines de semanas alternos con una pensión de 80 euros por cada uno. En 2016, a mis hijos y a mí, nos citaron en asuntos sociales donde se hizo el protocolo pertinente.

Mi mayor error fue mentir favoreciendo al padre. Callé por miedo, por represalias y por las amenazas que llevaba escuchando durante tanto tiempo. Mientras tanto, él no se ha ocupado de nada respecto a los niños, hoy día sigue en la misma línea, tanto de médicos, colegios en su día y ahora de institutos.”

En febrero de 2017 se celebra el juicio. La fiscal y el juez se oponen rotundamente a una custodia compartida y a la casa-nido, por ser desfavorable para los niños. Se aporta documentación y pruebas que así lo aconsejan.

El maltratador recurre a la Audiencia Provincial de Cádiz y en septiembre del 2018 sale la sentencia y le conceden la custodia compartida. Pasa el tiempo y no ejecuta la sentencia ni la lleva a cabo. Nunca hizo frente a gastos escolares, de ropa o de otro tipo. Los hijos empiezan a acudir a terapia psicológica y el profesional propone hacer una mediación entre los progenitores. Nada más empezar la primera sesión se produce un episodio grave de agresión verbal, psicológica y de amenazas. La terapia se interrumpe.

En 2019, María denuncia al padre de sus hijos porque descubre que la sigue por la calle, además le envía continuas amenazas a través del teléfono móvil. Se produjo un juicio rápido donde él mismo reconoció los hechos y donde fue condenado a 8 meses de prisión y una orden de alejamiento de 16 meses, que quebranta en algunas ocasiones. Mientras tanto, al ser víctima de violencia de género, llevan a trámite una modificación de medidas en el juzgado número de 4 de violencia de Sanlúcar de Barrameda.

Luego él pide la ejecución forzosa de la sentencia del 2018 y que sus hijos acudan a declarar. Ya se ha cumplido para entonces la orden de alejamiento. Amedranta a sus hijos para que declaren ante la jueza lo que él les ordena, es decir, pasar el mismo tiempo con los dos. Es manifiesto que los niños tienen miedo al padre. En la exploración, solo la jueza hace varias preguntas. No se vuelve a hacer un test psicosocial como el que se realizó en 2016 ni un peritaje judicial en condiciones.

En mayo de 2022 llega la sentencia. La misma jueza que lo condena, la misma que reconoce que ha habido violencia de género, le concede la custodia compartida y casa-nido. En el juicio, se aportaron informes de los centros educativos y él mismo reconoce que tiene ciertos hábitos negativos con los niños, entre otros más graves, está la costumbre de estar fuera todo el día y dejar a los niños a cargo de los abuelos paternos con edades avanzadas y en estado de enfermedades complicadas. En el juicio no se admiten ciertas pruebas comprometidas que demuestran sus perjudiciales actitudes y nefastos hábitos, aunque la abogada de la víctima le pregunta y él lo reconoce todo. María recurre esta sentencia, pero en febrero de 2023 vuelven a ratificar la custodia compartida y casa-nido.

Desde la organización feminista, Marea Violeta Sanlúcar, manifestamos nuestro rechazo y nuestro asombro por la respuesta que la justicia ha dado en este caso. Está sobradamente probado que para llevar una custodia compartida cada progenitor debe hacerse cargo de los hijos al 50% en todo (médicos, estudios, tiempo, etc.) y que uno de los requisitos es tener una relación medianamente cordial. En este caso la relación no tiene nada de cordial, es más, es peligrosa para la madre, puesto que él fue condenado por violencia de género. También está probado que el padre no es capaz de atender a sus hijos adecuadamente.

María, en un principio, no quiso denunciar a su agresor porque era el padre de sus hijos, incluso ocultó información a la psicóloga y a la trabajadora social en el informe pericial. Ella solo quería que sus hijos no sufrieran y que la dejara tranquila, pero al final es ella la más perjudicada. Tiene miedo a ser agredida, controlada, perseguida y, sobre todo, al sufrimiento de sus hijos. María confió en la justicia y de nuevo esta ha fallado a una mujer víctima de violencia de género. Con este tipo de procedimientos nos explicamos como, pese a las denuncias, al final nos encontramos con mujeres asesinadas.

Desde el movimiento feminista y desde las instituciones aconsejamos que denuncien a las mujeres que sufren esta lacra. Nos preguntamos si estamos actuando bien, en vista de la respuesta que luego obtienen de la justicia, en este caso: compartir casa con su agresor. Y así lo manifiesta María:
“He confiado en la justicia hasta ahora, pensaba que con la verdad todo saldría bien. Pero desgraciadamente la justicia no nos protege, en mi caso no, ni a mí, ni a mis hijos. Porque, además de ser una guerra de conflictos, haber tenido una vida anterior como la que viví, no es proteger a los niños, es condenarlos a vivir un infierno de nuevo y condenarme a mí a ser una futura víctima más en la lista de mujeres asesinadas. ¿Para qué quieren que denunciemos? Si esto lo que ha hecho, en mi caso, es alimentar al monstruo y la justicia va a permitir al agresor cumplir sus amenazas”.

Estamos ante otro caso de justicia patriarcal, que protege descaradamente al hombre, pese a disponer de pruebas que demuestran que no es un buen padre y que es un maltratador. La justicia patriarcal protege al padre frente al bienestar de sus hijos, como en otros casos, conocidos a través de los medios, en que el padre maltrataba a sus hijos y aún así los juzgados les obliga a que convivan con el agresor.

Muchas organizaciones feministas no creemos en las condenas que milagrosamente reinsertan a los maltratadores. No creemos en los castigos ejemplares, esos en los que por el mero hecho de tener una condena (con cárcel o sin ella) los delincuentes no volverán a las andadas. Para que una persona se reinserte en la sociedad después de haber cometido un delito tiene que seguir un programa de reeducación dirigido por profesionales adecuados y que estos profesionales certifiquen que será así casi con toda seguridad.

Desde Marea Violeta Sanlúcar tememos por la integridad física y psíquica de María. No sería el primer caso de violencia de género en que la justicia obliga a la víctima a convivir de alguna manera con su agresor y que al final ella acaba siendo maltratada de nuevo. Tememos por la salud psíquica de los niños que van a tener que vivir en una continua situación de conflicto. María argumenta muy bien este apartado con su relato:

“Mi hijo mayor está acudiendo de nuevo a terapias, me pide perdón por haber dicho en su día lo que el padre quiso. Ha sido incapaz de llevarle la contraria y ahora padece las consecuencias. ¿Por qué no se ha profundizado más en el tema y no han vuelto a hacer un test psicosocial, con un peritaje judicial a los niños? ¿Por qué dan por reinsertado a un maltratador, sin que haya habido terapias, sin que un grupo especializado lo haya valorado? Lo he dicho siempre, él me la juró y si tiene la oportunidad de hacerlo, lo hará. Pido justicia, una justicia que me ha dado la espalda y me deja sin protección, a mí y a mis hijos. La única esperanza que me queda, es que me lleven a trámite el recurso de casación y revoquen esta sentencia”.

Marea Violeta Sanlúcar solicita a las autoridades pertinentes que se revoque esta sentencia judicial que pone en peligro a esta mujer y a sus hijos. Solicitamos que se actúe antes de tener que lamentarnos por un nuevo caso de violencia de género. Y seguimos gritando bien fuerte que “Un maltratador no es un buen padre”.

Notas:
*.- Marea Violeta de Sanlúcar de Barrameda
1.- La casa-nido es donde viven los hijos y los progenitores se alternan viviendo con ellos una semana cada uno

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