Vigo: las barricadas que defendieron a la República
Angelo Nero*. LQS. Noviembre 2020
Recuperando los lugares de la Memoria
La Memoria tiene el eco de voces silenciadas y de nombres olvidados, de fechas grabadas con fuego y sangre bajo la piel del pueblo, también de lugares que permanecen invisibles a las miradas de aquellos que no sintieron en su piel el aliento del miedo, de la muerte. En el empeño de que germinaran otra vez las voces y los nombres, de que salieran a la superficie las fechas y los lugares, los colectivos memorialistas de todo el país vienen levantando incansables las barricadas de la Memoria, junto a un puñado de gente dedicada a la investigación histórica, que muchas veces tienen el papel de francotiradores, en la defensa de la Verdad, de la Justicia y de la Reparación. Gente como Telmo Comesaña Pampillón, presidente de la Asociación Viguesa pola Memoria do 36, activista vecinal y auténtico referente de la lucha contra el olvido, a quien el fascismo le arrebató a su padre, José Comesaña Pérez, secretario de la Sociedade de Labregos e Gandeiros de Alcabre, en la madrugada del 6 de octubre de 1936, asesinado en el lugar de A Pasaxe, en Vincios, junto a su hermano Antonino y a Emilio Giráldez, ferroviario de Nigrán.
En una tarde de principios de este septiembre, acompañamos a Telmo y a media docena de miembros de su asociación, a uno de los lugares más emblemáticos de la lucha, si no el más, de los proletarios vigueses que intentaron defender la República, el 20 de julio del 36, allí donde levantaron una de las tres barricadas con las que hicieron frente a las tropas rebeldes, comandadas por el capitán Antonio Carreró Vergés.
Allí, delante del Mercado del Calvario, la Asociación Viguesa pola Memoria do 36, consiguió levantar un monolito, que su autor, el escultor Francisco Pazos, tituló Fiestra á Liberdade (Ventana a la libertad), y que fue inaugurado en marzo de 2011, por lo que el entonces teniente de alcalde, Santi Domínguez del BNG, subrayó que aquello era: “Un ejercicio necesario que se atrasó quizás demasiado en el tiempo, con la idea seguramente equivocada de no abrir heridas, cometiéndose una cierta injusticia con los familiares, de los represaliados por Franco, dejando para más adelante la justa reparación que merecían y que hoy sin duda queremos darles.”
Pero, retrocedamos hasta el inicio de la historia, a aquel 20 de julio donde comenzó la tragedia que, desgraciadamente, iba a asolar a nuestra tierra en una “longa noite de pedra”, como diría el poeta Celso Emilio Ferreiro, que duraría 40 años, cuando el Comandante de la plaza de Vigo, Felipe Sánchez, después de engañar a los dirigentes obreros, “ustedes saben que soy amigo y hombre de confianza del jefe de Gobierno”, ordenó salir a una compañía de 50 hombres al mando del capitán Carreró, para darle lectura púbica al bando de guerra, alineándose con la rebelión de los militares africanistas, que tres días antes dieran su primer golpe en Melilla.
El teniente José Pavón, delante de una multitud de obreros que seguían la convocatoria de Huelga General, y que gritaban consignas del Frente Popular y daban vivas a la República, intentando hacer lectura del bando, y un joven, Diego Lence, arrancándoselo de las manos, al grito de “Mueran los traidores”, siendo asesinado allí mismo por el asistente del capitán Carreró, de un bayonetazo, a lo que este respondió ordenando a la tropa para que disparase contra la multitud desarmada, dejando más de 14 muertos y muchos heridos.
Desde la Puerta del Sol muchos obreros huyen hacia la Casa del Pueblo, para intentar la defensa desde el centro socialista, pero varias ametralladoras situadas en la calle Alfonso XIII anulan cualquier tentativa de resistencia, por lo que esta se organiza en Lavadores, entonces ayuntamiento independiente de Vigo, donde se levantan tres líneas de barricadas, una en los Choróns, otra en el Calvario y la tercera en el Seixo. Desde la carretera de Porriño llegaron muchos campesinos y obreros dispuestos a defender la República: desde Mondariz comandados por Luís Soto, y desde Ponteareas liderados por Manuel González Fresco, con escopetas de caza y pocos fusiles y pistolas, y con la dinamita que lograron sustraer de las canteras de granito de Porriño, también de las armas obtenidas en el asalto a la armería “La Cosmopolita”, en la Puerta del Sol, y de las requisadas en el cuartel de la guardia civil de Teis.
El día 21 de julio comienza el asalto a la primera barricada, defendida por milicianos anarquistas, por parte de las tropas de Carreró, pero la fuerza de fuego de los rebeldes es muy superior, y los leales a la República tienen que retroceder hasta la segunda línea, y los leales a la República tienen que retroceder hasta la segunda línea, la del Calvario, en la que, junto a los anarquistas como Fernando Lago, Juan Silveira o Federico Caballero, comunistas como el mentado Luís Soto (con el tiempo fundador de la UPG y del PGP), Urbano Moledo, Humberto Solleiro y los Moreda; junto con agrarios y sindicalistas, miembros de ateneos libertarios y de sociedades de labriegos y marineros de Vigo y Lavadores, pero también de todo el contorno, desde A Cañiza a Tui, de Redondela al Val Miñor. Fue una resistencia heroica en la que intentaron una defensa desigual, cartuchos de dinamita contra morteros, escopetas de caza contra ametralladoras, y al caer el día, los defensores de la barricada del Calvario también tienen que retroceder hacia la del Seixo.
Celso López Pazos, de la Asemblea Republicana de Vigo, y miembro también de la asociación memorialista, señaló delante del monolito de la Fiestra á liberdade: “En este mismo lugar, en julio de 1936, los obreros de esta zona de Vigo, que entonces todavía era el ayuntamiento de Lavadores, la llamada Rusia chiquita, levantaron barricadas para defenderse y oponerse al golpe de estado que se estaba produciendo en ese momento en la ciudad, precisamente este monolito que está levantado aquí, es testimonio de aquel momento heróico. Este monumento fue inaugurado en el año 2011, y hoy queremos renovar aquel momento, de hace ahora nueve años, para reivindicar la lucha de aquellos trabajadores y trabajadoras viguesas, y de Lavadores, en defensa de la República.
La barricada de Seixo, la última resistencia urbana en la comarca de Vigo, tampoco pudo resistir el intenso fuego de morteros y ametralladoras, y al mediodía del 22 de julio las tropas facciosas ocupan el edificio del ayuntamiento de Lavadores, contando además con la complicidad del cuartel de la guardia civil de Pardavila, que atacaron a los milicianos por la retaguardia, sin posibilidad de defensa, lo que provoca su la huida hacia los montes de Cabral de los que pudieron, los que no quedaron malheridos o muertos, pues ya sabían la suerte que les aguardaba si eran capturados.
En la represión cayeron en las garras de los fascistas, Humberto Solleiro, presidente de la Sociedade Cultural de Lavadores, y su mujer, Urania Mella, hija del destacado anarquista Ricardo Mella, y presidenta de la Unión de Mulleres Antifascistas. Humberto fue ejecutado el 30 de octubre del 36, y Urania pasó 12 años de reclusión en la cárcel de Saturrarán.
El diez de diciembre del mismo año, fueron ejecutados en el Monte do Castro, el sindicalista y poeta Urbano Rodríguez Moledo, presidente del Ateneo Obreiro de Lavadores, el pintor Manuel Acuña, el concejal José González Andeu, los hermanos Constante y José Moreda Vázquez, junto con su padre Manuel Moreda Outeiral, el carpintero Fernando Costas, Luís Ferreira, y Luís Martínez Román.
Así habló Telmo asomado a esa Fiestra da liberdade: “Se acostumbra a decir que en Vigo no hubo resistencia, hubo un golpe y ya está, y no es cierto. En Vigo hubo resistencia, y la prueba evidente es que se hicieron las barricadas, y allí es donde estuvo la resistencia. Hubo tres, primero en los Choróns, que es donde acababa Vigo en aquella época, la segunda aquí, en el Calvario, y la tercera en el Alto do Seixo, que es donde se deshizo la resistencia, porqué vinieron con el ejército desde Pontevedra y Redondela desde un lado, y por otro lado, por la parte de atrás, atacó la guardia civil de Lavadores, que hasta entonces se habían comprometido a no actuar, pero después, cobardemente, como hicieron en muchas partes, atacaron por atrás. Para poner un sitio especifico, en la Asociación optamos por poner el monumento en el medio, porque es el lugar más significativo, aquí está el mercado, y en el momento de la resistencia esto era un hervidero de gente, resistiendo prácticamente con nada, pero eso da fe de la resistencia, eso que decían de no nos rendiremos… La resistencia duró poco, unas 72 horas, pero fue resistencia. Y allí arriba, entre las gentes que cogieron, estaba Urania Mella, que después fue condenada a muerte, a ella y a su marido, a él lo mataron, a ella la llevaron a Saturrarán, aunque después la liberaron, muchos años más tarde, cuando estaba muy enferma, próxima a la muerte. Lo que quiero resaltar es que sí que hubo resistencia, y además muy importante, aunque con pocos medios, una auténtica heroicidade. Y con esto queremos que se recuerde, porque pasan las generaciones y nadie sabe. Aquí hay una placa en el suelo que identifica perfectamente que aquí hubo un levantamiento contra la República. No es solamente decir, ¿por qué se levantaron? ¿Por qué tuvieron que resistir?
En esa calurosa tarde de septiembre, mientras un pequeño grupo de resistentes de la Asociación Viguesa del 36 –entre los que estaban también Mari Luz Maseta, la última presa política de cárcel de Vigo, y Pablo Iglesias, hijo de Mercedes Núñez Targa, secretaria de Pablo Neruda y prisionera en el campo de concentración de Ravensbrück-, recordaban la gesta de los levantaron las barricadas contra el fascismo, miré hacia la cantidad de gente que desfilaba por la calle peatonal, ajenos a las palabras de Celso y de Telmo, sin que la curiosidad los llevase a detenerse delante del monolito, donde Cristóbal López, otro de los miembros de la asociación, y militante también de Ecologistas en Acción, gravaba una pequeña pieza documental para señalar los lugares de la Memoria de la ciudad. Pensé en la tremenda metáfora de las máscaras con las que, por la alerta sanitaria, caminaban todos, semejando que quedaran sin boca y, por lo tanto, sin voz, mientras el fascismo comenzaba a germinar, como entonces, por las calles, avanzando como otra suerte de pandemia, contra la que el mejor antídoto sigue siendo la Memoria. Esa Memoria que defienden las barricadas diseminadas por todo el país en comités y asociaciones como esta de Vigo, recuperando los nombres y las voces, las fechas y los lugares, para que el olvido no nos venza en otra longa noite de pedra.
Dos meses después, este monumento a los defensores de la República fue atacado por los grupos fascistas, que ya campan con total impunidad por nuestras calles, y pocos días después también al que en Cangas recuerda a los Mártires del Anguieiro, doce vecinos de esta villa del Morrazo que fueron ejecutados en una cuneta un 28 de agosto del 36. Un año antes, también en Vigo, fue atacado el monumento a los represaliados en el Monte de A Guía, y unos años antes también fue vandalizado en Tui el que recuerda a las víctimas de A Volta da Moura. Recuperar la Memoria es urgente, pero también recuperar las calles, para que el fascismo no vuelva a adueñarse de ellas nunca más.
* Traducido por el autor. Nota original: Recuperando os lugares da Memoria: as barricadas que defenderon á República en Vigo
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