¿Por qué La Comuna?

¿Por qué La Comuna?

Alejandro Pacheco* & Iñaki Alrui*. LQS. Diciembre 2011

Tribulaciones en torno a un Manifiesto

Al corregir este manifiesto para su inclusión en loquesomos.org, nos hemos visto atrapados en un laberinto léxico del que única y malamente hemos podido salir recurriendo a la cobarde estratagema de no entrar en él y dejarlo todo como estaba.

El asunto en cuestión es que la palabra antifranquismo y, por consiguiente, su derivado antifranquista, no existen  para el Diccionario de la Lengua Española (vigésima segunda edición) de la Real Academia, mientras que sí existe la palabra franquismo.  Es cierto que, dada la suavidad semántica atribuida a ese término, podría llegar a justificarse la no existencia de ningún movimiento en contra. Dice así el diccionario de todos los españoles: “Franquismo: 1. m. Movimiento político y social de tendencia totalitaria, iniciado en España durante la Guerra Civil de 1936-1939, en torno al general Franco, y desarrollado durante los años que ocupó la jefatura del Estado. 2. m. Período histórico que comprende el gobierno del general Franco”.

O sea, solo una tendencia (“orientarse en una dirección”, RAE)… ¡agua de borrajas! Por una tendencia no vale la pena montar ningún pitote. O sea, solo un periodo histórico: no se puede estar contra un periodo histórico; es como estar contra la Edad Media o el Paleolítico Superior. O sea, solo un general, como Washington, o algo así… Nada.

Sin embargo, la palabra “antifranquista/as” se repite en varias ocasiones a lo largo del manifiesto, hasta el punto de constituirse como el sujeto central de todo su desarrollo.

¿Qué hacer entonces, nos hemos preguntado?

Hemos considerado varias hipótesis:

a) ¿será acaso que la Real Academia no reconoce los “antis”?

No. Se reconocen “anticomunista” y “antihistamínico”, por poner solo dos ejemplos tomados al azar.

b) ¿será que no haya tenido suficiente uso en la comunicación oral/ escrita y sea de difícil comprensión?

No. Su significado es razonablemente claro, pese a algunas turbiedades. Vázquez Montalbán o la Wikipedia, por poner, también, solo dos ejemplos tomados al azar, la utilizan.

c) ¿será un modismo, como e-mail, linquear, chatear, hedge fund, etc.?

No. Su aparición no está vinculada a las nuevas tecnologías. Su uso está extendido, salvo en medios oficiales y/o institucionales, donde se ha podido documentar estadísticamente una progresiva y absoluta desaparición.

d) ¿será que existe otra palabra para expresar con exactitud esa idea?

Si es así, no la encontramos. Existe “antifascismo”, pero no es rigurosamente lo mismo y echa balones fuera de nuestras fronteras. Otras posibilidades, más circunscritas a las definiciones aceptadas por la RAE, como “antitendencia”, “antiorientación” o “antiperiodo” no son lo bastante claras y además, no sabemos por qué, suenan como a pronunciamiento sexual.

Total, que lo hemos dejado todo tal como llegó a nuestra mesa y, eso sí, nos permitimos hacerles a nuestros compañeros de La Comuna  una sugerencia: que, aunque sólo sea por evitar problemas de conciencia a los ya pocos correctores escrupulosos que vamos quedando, incorporen a sus reivindicaciones la inclusión de la voz “antifranquista” en la próxima edición del Diccionario de la Real Academia.

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¿Por qué La Comuna?

Hace un año y medio, un grupo de represaliadas y represaliados políticos del franquismo, de diferentes ideologías o militancias, pero unidos por la común experiencia de la lucha contra la dictadura, iniciamos una reflexión sobre la necesidad de constituir una asociación que llenase el hueco que, en nuestra opinión, existía en nuestro país dentro del movimiento por la memoria histórica iniciado desde hace unos años.

Hasta entonces, las asociaciones existentes se habían centrado, principalmente, en los crímenes y la represión de la guerra y la postguerra.

Las personas que nos hemos agrupado en este proyecto apoyamos y apoyaremos, como nuestra, su lucha por la justicia y la memoria. Pero nuestro tiempo es otro.

Durante nuestra infancia empezaban a salir de las cárceles las víctimas del franquismo que habían tenido la “fortuna” de haber sido condenadas a cadena perpetua en lugar de ser fusiladas, a la vez que ingresaban en ellas los hombres y mujeres protagonistas de las nuevas luchas obreras y populares.

Ese fue nuestro tiempo: el franquismo tardío. Un sistema cubierto por un decorado modernizador que intentaba embellecerlo, pero que resultaba incapaz de disimular su verdadero carácter: una dictadura criminal, construida sobre la sangre de cientos de miles de personas y el sufrimiento de todo un pueblo. En contra de la imagen benevolente (de “dictadura blanda”) que ha difundido la historia “políticamente correcta” sobre aquellos años, el final del franquismo vino acompañado por un endurecimiento de la represión policial y judicial para frenar el auge de las luchas populares.

Aquel fue un sistema criminal hasta el último momento, como podemos acreditar quienes sufrimos aquella brutal represión que culminó en los asesinatos de septiembre de 1975 y que está perfectamente documentada con las cifras de las víctimas de aquellos años.

Por nuestra dignidad como luchadoras y luchadores antifranquistas

No se trata de apelar al victimismo, pero sí de defender el papel de las luchas sociales y políticas que, durante 20 años (entre mediados de los 50 y mediados de los 70), desde el movimiento obrero, el movimiento estudiantil, desde los barrios, desde los sectores profesionales y de la cultura, fueron determinantes para el final de la dictadura. Y rescatar el papel de miles de personas, en su mayoría anónimas, que sufrieron la represión entregando años de su vida, cuando no la propia vida, a esa causa, y gracias en buena medida a las cuales hoy disfrutamos de los derechos y libertades básicos. Víctimas cuya invisibilidad pública contrasta cruelmente con la sacralización de las víctimas del terrorismo, como si el terrorismo de la dictadura disfrutara de impunidad histórica.

Los pactos de la transición impusieron un manto de silencio sobre la naturaleza del franquismo y sus crímenes, que en primer lugar perseguía dotar de impunidad a sus perpetradores. Como efecto colateral, este pacto exigió también ignorar la lucha antifranquista y a sus víctimas. En aquellos años resultaba incómodo hablar de las víctimas del franquismo porque eso molestaba a los responsables de aquellos crímenes, cómodamente instalados en el sistema. Y las víctimas fueron olvidadas.

La defensa de su dignidad y la lucha contra este olvido será el primer eje de nuestra lucha.

Contra el blanqueo del franquismo

Últimamente asistimos a una larvada relectura del franquismo mediante su banalización cuando no su embellecimiento, por parte de epígonos mediáticos e incluso de historiadores supuestamente respetables, un ejemplo de lo cual ha sido el reciente Diccionario Biográfico de la Real Academia de la Historia.

Somos las represaliadas y represaliados vivosquienes podemos dar testimonio directo de aquellos crímenes (detenciones, multas, torturas, cárcel, asesinatos, exilios, falta de libertad, censura…). Nuestro testimonio tiene el valor del documento histórico, y tenemos la obligación de transmitirlo ahora por la dignidad de nuestra memoria y en defensa de todo aquello por lo que siempre hemos luchado.

Por eso, trabajaremos también contra la falsificación de la historia y defenderemos la memoria de la represión y la lucha antifranquista como un legado fundamental de nuestra vida.

Se lo debemos a las futuras generaciones.

Por la justicia y la reparación

Pero debemos también luchar, y lucharemos, por reparar las injusticias que hemos sufrido.

Fuimos encarceladas y encarcelados tan solo por defender la libertad y la justicia frente a la dictadura. Por ello exigiremos la anulación legal de todas las condenas que dictaron los tribunales franquistas.

Contra la impunidad: lucharemos por identificar y llevar ante la justicia a los responsables de aquellos crímenes y exigiremos su condena pública moral y política.

Las mujeres que participaron en aquella lucha sufrieron una doble represión: como antifranquistas y como mujeres que hubieron de soportar todo tipo de humillaciones y vejaciones por parte las fuerzas represivas. Reivindicaremos, como una parte esencial de nuestro proyecto, el papel de todas las luchadoras que aportaron su sacrificio a la lucha antifranquista a la vez que defendieron su dignidad como mujeres.

La lucha y la violencia represiva de aquellos años (detenciones, torturas, cárcel, vida clandestina) llevaron, en muchos casos, a la imposibilidad de mantener una vida de trabajo y estudio normal en los años de nuestra juventud (estudios interrumpidos, represión laboral, exilio.…). El sacrificio de aquellos años nunca fue reconocido por la sociedad y muchas de aquellas personas tuvieron que reconstruir su vida en condiciones difíciles, haciendo frente, incluso, a problemas de salud como consecuencia de todo ello.

Pero quienes nos agrupamos en La Comuna no olvidaremos: trabajaremos por la mejora de las condiciones materiales y la situación personal de todas las represaliadas y represaliados, con una atención especial para quienes han llegado al final de su vida laboral en una situación precaria, y reclamaremos, para todas las víctimas de la represión franquista, reparaciones morales y compensaciones públicas dignas, similares a las que han recibido los luchadores antifascistas en otros países europeos.

Por la unión para seguir luchando

Nuestra asociación toma su nombre de las Comunas carcelarias, y como tal pretende ser un proyecto unitario, por encima de particularidades ideológicas o militantes, y abierto a todas las personas que compartimos la experiencia de la represión y la lucha contra la dictadura franquista. La “Comuna” de las cárceles será nuestro modelo. Constituiremos una red de autoayuda entre quienes nos hemos unido en este proyecto, y la fraternidad y el apoyo mutuo serán nuestras señas de identidad.

Reivindicaremos la memoria de nuestra lucha, pero viviremos en el presente. No olvidamos que nuestra lucha no fue solo contra el franquismo, sino también por construir una sociedad nueva. Por ello estaremos hoy junto a todos los hombres y mujeres que siguen luchando por un mundo mejor y más justo.

Nuestra memoria, el testimonio de nuestra lucha, el presente de nuestra vida, la fraternidad solidaria, la defensa de nuestros ideales y la lucha por la libertad y la justicia.

Esto es La Comuna.

Para ello te necesitamos junto a nosotr@s.

Por eso hemos creado La Comuna.

http://www.lacomunapresxdelfranquismo.org

Madrid@lacomunapresxdelfranquismo.org

Se torturaba, se asesinaba…

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