Julio Álvarez del Vayo: La resistencia antifranquista despreciada

Julio Álvarez del Vayo: La resistencia antifranquista despreciada

Agencia Mp3*. LQS. Noviembre 2020

“… Álvarez seguiría propugnando el derrocamiento popular de la dictadura, única vía que consideraba realmente posible y necesaria para acabar con el régimen militar y restablecer la República democrática…”

Difundimos la nota emitida por el Centro de Estudios Históricos Fernando Mora de Vallecas en torno a la figura de Julio Álvarez del Vayo, Ministro de Estado en la II República y fundador del FRAP:

Desde el Centro de Estudios Históricos Fernando Mora, de Vallecas, condenamos el injusto y moralmente obsceno olvido y menosprecio a que ha sido sometida la figura de Julio Álvarez del Vayo. Sus restos de insigne exiliado y luchador antifascista se hallan en Ginebra, Suiza, desde donde serán trasladados a una fosa común ante la más absoluta indiferencia y apatía del Gobierno español. Una deliberada negligencia con raíces profundamente ideológicas, como a continuación tendremos oportunidad de apreciar.

Julio Álvarez del Vayo es un personaje incómodo para muchos todavía hoy, por razones muy variadas. En el conflicto de hegemonía (y de línea estratégica) entre el ala largocaballerista, revolucionaria, del PSOE, y el PCE, a partir de 1936, por encabezar la lucha de los trabajadores españoles contra la reacción y el fascismo internacional, la tensión política entre ambas formaciones fue en aumento, y el resultado fue que el dirigente político-partidario por antonomasia del proletariado español, Largo Caballero, llegó a acusar a Álvarez de agente comunista infiltrado que pretendía desbaratar su Gobierno. Una acusación tan injusta como carente de fundamento real y sólido. En su importante puesto como Comisario General de Guerra, Álvarez organizó el comisariado político del ejército republicano, cuya misión era la concienciación político-ideológica antifascista de los combatientes. Largo Caballero, presidente a la sazón del Gobierno de hegemonía obrera organizado contra la reacción y el fascio, le acusó de favorecer en exceso a los comunistas.

Además Álvarez apoyó a toda costa, desde su puesto de Ministro de Estado (hoy Asuntos Exteriores), la política de Juan Negrín de resistencia hasta el final contra la facción armada de los militares rebeldes y contra la agresión reaccionaria y fascista internacional. Ello le enfrentó con numerosos elementos del propio PSOE que se situaron del lado de la facción golpista de Casado que entregó Madrid a Franco. Además, después de la Guerra, Indalecio Prieto atacó activamente a los negrinistas y puso en marcha una estrategia de suplantación de los cuadros del Partido en el exilio, que destruyó gran parte de la organización, e incluso se orientó a un acercamiento con Don Juan de Borbón, en oportunista renuncia al republicanismo del Partido. El resultado final de estas políticas fue el encumbramiento de la línea pro-occidental y anticomunista de Rodolfo Llopis, que enlazaba con las posiciones norteamericanas de la Guerra fría, y constituyó una antesala histórica de la renuncia al marxismo por la dirigencia de Felipe González.

Los negrinistas expulsados del PSOE, liderados por figuras como el mismo Álvarez del Vayo y el ex secretario general del Partido, Ramón Lamoneda, fundarían en 1951 la Unión Socialista Española (USE), que pretendía continuar la línea consecuente de clase de Pablo Iglesias, así como reivindicar la resistencia antifascista de Negrín. Entretanto, Álvarez mostró, además, una abierta simpatía por los movimientos antiimperialistas de liberación nacional, y por la Revolución China, a la que incluso dedicó dos libros: China vence y Reportaje en China.

Álvarez ha sido readmitido póstumamente en el PSOE en su XXXVII Congreso, pero, a lo que se puede apreciar, tal readmisión ha sido absolutamente retórica, nominal. En otra ocasión anterior (2016), ha sido la AAGEF-FFI, asociación de viejos partisanos españoles de la Resistencia francesa antinazi, la que ha debido salvar la tumba de este insigne personaje con aportaciones de sus miembros, de nuevo ante la total apatía del Partido que había dicho rehabilitar su memoria.

Consecuente hasta el final con sus posiciones marxistas, antifascistas y antiimperialistas, se situó siempre a la contra de la línea impuesta desde dentro de su propio Partido: cercano a los comunistas en pleno conflicto estratégico de Largo Caballero con ellos; negrinista ante el avance del antinegrinismo o política de la capitulación respaldada fundamentalmente por el ala socialdemócrata de Besteiro; como después contrario a las posiciones oportunistas de Prieto y Llopis. A ello hay que agregar que, cuando ya las grandes organizaciones antifranquistas españolas como el PCE habían abandonado la lucha armada y preconizaban la política de la “reconciliación nacional” tras la derrota de la guerrilla del maquis, Álvarez seguiría propugnando el derrocamiento popular de la dictadura, única vía que consideraba realmente posible y necesaria para acabar con el régimen militar y restablecer la República democrática. Por esta razón, algunos le han apellidado con mordacidad “el último optimista”. Fundó dos organizaciones armadas antifranquistas: primero, el Frente Español de Liberación Nacional (FELN), y más tarde, el Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP), en que se integró el propio FELN junto con Vanguardia Socialista y el Partido Comunista de España (marxista-leninista), entre otros grupos. El FRAP llegaría a desempeñar un papel de gran importancia en el antifranquismo, y Álvarez del Vayo fue su presidente.

Su significación en la diplomacia republicana fue, además, crucial. Otro de sus grandes logros, nunca lo bastante reconocido, fue obrar un estrecho acercamiento diplomático entre la República Española y México en el primer bienio de la II República (1931-1933), superando el previo distanciamiento y enrarecimiento de las relaciones hispano-mexicanas en época de Alfonso XIII. Por lo tanto, en gran medida le debemos el apoyo incondicional de México a la República Española, y la acogida fraterna y ejemplar del país azteca a tantos refugiados españoles.

Célebre es su discurso antifascista contra la agresión a la II República y contra la cobarde política occidental de no intervención, pronunciado ante la Comisión Política de la Sociedad de las Naciones en 1937. Machado elogió con gran entusiasmo este discurso en el diario La Vanguardia: «La voz de España ha sonado serena, cortés, y varonil en boca de Álvarez del Vayo».

Así pues, el Centro de Estudios Históricos Fernando Mora, consagrado a la memoria obrera, popular y antifascista, considera un deber moral ineludible exigir la conservación del sepulcro de Álvarez del Vayo y honrar su memoria, como ejemplo de ese exilio antifranquista que nunca jamás se rindió en su lucha por la libertad. Recordar es vencer a la muerte y al olvido: reivindicar la memoria es, además, hacer justicia.

* Centro de Estudios Históricos Fernando Mora
Vallecas, 4 de noviembre de 2020

Especial LoQueSomos: Inolvidable… Julio Álvarez del Vayo

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