¿A dónde va la Organización Mundial de la Salud?
Por Acacio Puig. LQSomos.
A inicios del pasado mes de agosto la OMS nos sorprendía con una declaración inquietante. El Dr. Soumya Swaminathn, Matthew Kavanaugh y Charles Gore anunciaban en nombre de la Agencia, que las nuevas vacunas deberán basarse en la tecnología ARNm y que las vacunas que ya existen, deben adaptarse a esa tecnología.
Para lograr ese objetivo, la OMS pedía a empresas y gobiernos del mundo la máxima cooperación, al tiempo que creaba la “ARNm transfer hub”, como pudo constatarse en el vídeo https://www.who.int/initiatives/the-mrna-vaccine-technology-transfer-hub. Ese vídeo ya no aparece (en septiembre) en la página correspondiente, pero la apología de las tecnologías ARNm es evidente en las últimas comunicaciones de la OMS. Una “desaparición” tan sospechosa como que Zelensky fuese borrado de los papeles Pandora o el batallón Azov de la lista de organizaciones terroristas.
(La “ARNm transfer hub” está vinculada a Germ Team, una de las grandes organizaciones empresariales controladas financieramente por B. Gates).
El mes anterior, el 12 de julio, el Dr. Haileyseus Getahun –Director del departamento de Coordinación y Alianzas contra la RAM de la OMS– declaraba en comunicado de prensa que: “Se necesitan enfoques disruptivos para enriquecer la línea de producción y acelerar el desarrollo de vacunas. Las enseñanzas extraídas del desarrollo de las vacunas anti-COVID19 y de las vacunas de ARNm ofrecen oportunidades únicas para explorar el desarrollo de las vacunas contra las bacterias”. Preparaba así el terreno, probablemente.
El último acto del espectáculo –previo a la declaración de agosto de la OMS citada arriba– lo protagonizó el Director General de la OMS Tedros Adhanom Ghebreyesus, que anteriormente se había opuesto al voto mayoritario del comité de expertos de la OMS, expresándose contra la convocatoria de una “Emergencia de Salud Pública de Importancia Internacional” (viruela del mono) aunque poco después, el 23 de julio en Ginebra, manifestó que: “Tenemos un brote que se ha propagado rápidamente por todo el mundo a través de nuevos modos de transmisión (…) He decidido que el brote mundial de viruela del simio representa una emergencia de salud pública de interés internacional”.
Cerrando el bucle hace unos días las grandes farmacéuticas anunciaban su capacidad y disposición para poner rápidamente en el mercado sesenta millones de dosis de nuevas vacunas.
La OMS y el paradigma neoliberal
Fundada en 1948 como Agencia de Salud de la ONU, la Organización Mundial de la Salud se desarrolló durante sus dos primeras décadas de existencia en las coordenadas de políticas keynesianas y, por tanto, más inmersas en la atención a “lo público” como garantía de autonomía en cuanto a calidad de sus programas y sus fuentes de financiación.
Tras la crisis de los setenta (petróleo…) el modelo de capitalismo keynesiano fue desplazado y transformado aceleradamente en modelo capitalista neoliberal, en contexto de degradación del conjunto de organizaciones internacionales surgidas tras la segunda guerra mundial.
Mientras estas (ONU, OMS, FAO…) dejaban de cubrir los objetivos para los que en teoría se habían fundado, otras, las de carácter financiero, como el FMI, el BM y la futura OMC, circulaban veloces por las autopistas del dinero y estimulaban la sustitución de lo público por las privatizaciones; y las inversiones productivas por las burbujas especulativas, además de utilizar los créditos a países como chantajes políticos basados en su endeudamiento programado.
Años más tarde, en los países occidentales que ya decían adiós a “los 30 gloriosos”, empezaron a analizarse más críticamente las políticas implementadas por la OMS, críticas minoritarias (y silenciadas por los BIG MEDIA) pero que van cristalizando y difundiéndose entre profesionales y sociedad durante estos años de muy discutible gestión mundial de COVID19.
En ese sentido propongo una primera reflexión sobre los siguientes aspectos:
1.- La OMS cuenta con una estructura de 7.000 empleados, pero la ausencia de infraestructura de investigación propia, reduce considerablemente su credibilidad e ilustra su dependencia de quienes sí tienen esas infraestructuras (el BIG FARMA). De modo que el objetivo de la OMS de “gestionar políticas de prevención, promoción e intervención a nivel mundial en la salud” se reduce a “clasificar enfermedades, centralizar estadísticas y elaborar informes…” pero carentes de contraste riguroso con estudios de laboratorio autónomos (porque no los tiene). De ahí su incapacidad para evaluar “vacunas” que no han vacunado y que se vendieron con contratos de gran opacidad ante los que ni la OMS (ni sus Agencias del Medicamento) opusieron resistencia.
2.- En esas condiciones determinar directrices válidas a sus Oficinas Regionales –las que luego difunden las Agencias del Medicamento de cada país- es una pretensión descabellada que supera en mucho las labores burocráticas de “gestión” auto-asignadas.
Sin embargo, hubiera sido tan necesario como posible, evaluar con precisión los efectos de la enfermedad, la mortandad y también los efectos adversos –secundarios- de las “vacunas”: eso no se ha hecho, ni se pretende hacer. Menos aún determinar su origen que cada día es más oscuro. Quienes sí lo hacen son silenciados y calificados como “conspiranoicos y negacionistas”.
3.- La OMS no ha incentivado el desarrollo de la investigación pública de vacunas contra COVID19… que vacunen de veras. Por el contrario, su lema ha sido “todo el poder -y la confianza- a BIG FARMA”. Y esa estrategia privatizadora, niega su validez como organización defensora de la sanidad pública y por eso, garante del derecho mundial a la salud para tod@s.
4.- Durante el proceso de producción y comercialización de “vacunas” la OMS ha rechazado las vacunas de producción rusa, china y cubana –entre otras- operando así no como organización mundial, sino como Organización OCCIDENTAL de la Salud (en beneficio del epicentro productor estadounidense) y en buena medida como filial de la OMC, de la Organización Mundial de Comercio.
El remate de esa operación político-económica lo encontramos en la santificación de las vacunas ARNm por las que aboga con la creación de ARNm transfer hub citado al inicio, santificación que carece de contraste científico.
5.- La financiación de la OMS es en lo fundamental privada. La financiación de los Estados Miembros (195) cubre menos del 20% de su presupuesto total (dato de Wikipedia) en tanto que el resto lo cubren fundamentalmente “…organizaciones filantrópicas, el sector privado y otras”. Es decir que la apuesta de la OMS por la llamada “financiación flexible” está en línea con las políticas neoliberales de financiación (y dependencia de las directrices de los financiadores) del sector privado.
Incluso la llamada Fundación pro OMS –también con sede en Ginebra–, “trabaja con donantes particulares, público en general y asociados al sector empresarial”.
Pero los datos de financiación privada de la OMS son muy imprecisos (o forman parte de la inaccesible “internet-profunda”).
Conviene considerar al respecto, como escribía el pasado 15 de agosto Peter Koening en Global Research, que “puede ser apropiado mencionar que Suiza se enorgullece de albergar y ofrece su paraíso financiero a organizaciones tan dudosas como el Foro Económico Mundial (WEF), la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Banco de Pagos Internacionales (BIS) en Basilea… todas ellas organizaciones exentas de impuestos”.
De modo que urge evaluar y retomar las advertencias de la histórica organización “Por la Independencia de la OMS” –organización que ya dejó de existir o al menos es ilocalizable en internet– ante la nueva avalancha de previstas vacunaciones que enturbia el horizonte sanitario y lamina la credibilidad de la OMS.
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