Anda, un cerdo
Anda, Ay, qué ver un cerdo hozando la escuela publica
En la Insula Barataria, la raposa, cuando no haya qué joder, va a la caza de grillos indignados, ocupándose de cosas rateras, y anda sin provecho buscando la cagada del lagarto.
Cierto día, siguió al hijo del barbero, que iba a la escuela pública a estudiar “pa menestro”, como él decía, y, entrando con él en ella, vio como un comité de estudiantes le colocaban un aro de hierro en las narices a un cerdo, que resolvía con facilidad y sin escrúpulos, como un pontífice, la problemática de la enseñanza.
Preguntando la raposa al estudiante más destacado el porqué de esa condecoración, le respondió: “ Cuando una cosa rica y curiosa está mal empleada, porque el que lo lleva no lo luce, es necesario ponerle un aro de hierro en las narices como a los puercos para que no hocen los patios ni las aulas, que ya lo dijo Salomón en sus Proverbios: “ anillo o argolla en nariz de puerco es el hombre cerdo y tonto, necio y bobo”; quedando la raposa contestada, y diciendo:
“Anda, Ay, qué ver, un cerdo hozando la escuela pública”.