Aplausos SÍ, pero con algo más
María Noes*. LQS. Marzo 2020
Parece ser que se está llevando a cabo una “acción” consistente en un aplauso desde las ventanas de cada casa en homenaje a las/los trabajadores sanitarios
Soy trabajadora del servicio de urgencias de un hospital público de Valencia, mis últimos turnos (diurno y nocturno) son de 12 horas y lo realizamos sin los equipos más básicos de protección. Nos proporcionan una mascarilla y una bata verde para un turno de 12 horas, no hay EPIS (equipos de protección individual) suficientes. Estos los custodia el jefe de la guardia bajo llave, hay que pedirlo y que él o ella valore. Mientras, puedes haber entrado al menos en contacto con pacientes, ya que el diagnóstico lleva un tiempo para calificarse como “posible covid 19”.
Atendemos pacientes respiratorios/infecciosos con una misma bata verde, nos cansamos de explicar una y otra vez la necesidad de material adecuado y suficiente a nuestros inmediatos superiores, los protocolos de actuación cambian de un día para otro, lo que genera más confusión y hemos de recurrir a la consulta y a las instrucciones actualizadas. La empresa de logística que gestiona el material sanitario nos confirma que “hay stock limitado”; pero lo hay, nuestra exigencia, o más bien urgente necesidad, es que se gestione correctamente ese reparto; Urgencias es la puerta de entrada de lo que aún no tiene nombre, el lugar donde se atiende, detecta y en última instancia se envía a los pacientes a la planta habilitada para esta pandemia.
La sanidad privada percibe ingentes cantidades del presupuesto sanitario y en este momento de alerta sanitaria frente a pandemia mundial se le exime de la atención y tratamiento a pacientes sospechosos de covid 19; pero cuentan con recursos, material e instalaciones que son vitales para la salud pública y el interés común.
Hace más de 10 años algunas/os intentamos pelear por la defensa de una sanidad pública ya deteriorada como paso previo a la justificación de la privada. Este deterioro ha mermado hondamente nuestras condiciones laborales: hacinamiento en los servicios de urgencias sin aumento alguno de plantilla, recortes en nuestro salario, condiciones inhumanas para los pacientes que no pueden ser atendidos como se merecen… No he oído nada sobre aumento de personal, ni sobre condiciones de trabajo porque no existe presupuesto suficiente ya que la sanidad privada absorbe una gran cuantía del dinero publico; tampoco he oído nada sobre la reversión a pública, ni derogación de las leyes privatizadoras como la 15/97 que abrió la puerta a la gestión privada; ni sobre el real decreto que convierte la asistencia a inmigrantes en un apartheid sanitario.
En este momento donde una pandemia le ha puesto nombre a la gran crisis del capitalismo a nivel mundial no podemos quedarnos en acciones emocionales cuando continuamos con una sanidad pública deteriorada y saqueada que exige con urgencia salvarse para no hundirnos todas y todos en este mismo barco donde nos encontramos. Comencemos a luchar por la reversión real de la sanidad privada a manos públicas y la dignificación y mejora de una sanidad pública de calidad. Se agradece ese reconocimiento testimonial a modo de aplauso, pero la realidad requiere cierto grado de compromiso consistente en defender, mejorar y recuperar una sanidad publica que vele por el interés colectivo.
Existe un gran esfuerzo humano y profesional detrás de la asistencia a las personas durante esta pandemia, pero me atrevo a asegurar que serían posibles mejores resultados dotándonos de los recursos materiales y humanos necesarios. Retomar las calles en defensa de esta causa sí merecerá el aplauso de todas y todos. Mucha salud.
* La autora de este texto, amiga y compañera de LoQueSomos prefiere, asuntos laborales, guardar el anonimato.
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