Asturias, tierra teñida de sangre de lobo
Donde el crimen recibe el nombre de gestión
42º 55´0” Norte y 6º 46´0” Oeste, esas son hoy la latitud y la longitud de la brutalidad y la cobardía. Esas coordenadas sitúan el lugar de Brañaseca en el Concejo asturiano de Cudillero. Allí han sido abatidos a tiros dos cachorros de lobo ibérico, una aberración cometida dentro del Plan de batidas organizado por la Conserjería de Agroganadería del Principado de Asturias.
Mientras eso ocurre les seguiremos comprando a nuestros hijos la película de Colmillo Blanco y se nos caerá la baba escuchándoles recitar “Los motivos del lobo” de Rubén Darío. Incluso los llevaremos a un zoológico a contemplar a los hermanos de especie de los lobeznos acribillados en Asturias y que todavía tuvieron peor suerte que ellos y decirles: “qué bonitos son, ¿verdad hijo mío?”
Dos bebes de un animal hermoso, noble, con un profundo sentido del compañerismo, inteligentes y audez. Dos bebes que encontraron la muerte en su hogar, suponiendo que a estas alturas exista algún hogar para cualquier especie que no sea la nuestra, la criatura más depredadora, más voraz, más feroz del Planeta.
Al Norte de Busfrío y del hombre lo más elevado de su crueldad. Al Sur de Rondiella y del hombre lo más arrastrado de su bajeza. Al Este de la aberración y al Oeste de la compasión los dos cuerpos de estos animales yaciendo sobre la hierba y reventados por dentro.
No emplearía figuras retóricas en este texto pero no me queda otro remedio. Si llamase a estos actos y a los que los perpetran intectual y materialmente por su nombre pocos medios me lo publicarían y unos cuantos me denunciarían – ¿qué esperar de la ley cuando lo ocurrido es legal? – porque se le puede pegar tres tiros a cachorros de lobo sin una sola razón válida, y digo válida por suficiente y única posible que justifique esa acción, pero no queda correcto que se le denomine asesinato ni asesinos a quienes la llevan a cabo. Si algo abunda en este País son los eufemismos en los informes que aconsejan crímenes, en las resoluciones que los autorizan y en las conciencias de los responsables. Sigo hablando de animales, claro. Para los humanos hemos alcanzado otro nivel de conciencia que más que hablar de progreso lo hace de corporativismo de especie.
¿Un porcentaje ínfimo de ataques al ganado, muchas veces sin demostrar y sin haber tomado medidas de prevención y protección para evitarlos? No, no es un plan de actuación urgente porque no hay otra alternativa, es un plan de eliminación porque no les sale de los cañones echar mano de otra solución.
Y es que en España, cuando de animales se trata, las reuniones de las comisiones de fiestas y de las comisiones de técnicos siempre se cierran conjugando el verbo matar. Por diversión o por gestión nuestra capacidad mental y moral no exceden del rifle, la lanza o el cuchillo. Si no fuera porque damos asco y vergüenza daríamos mucha pena, pero no, la rabia y la repugnancia ocupan todo el espacio. La lástima la merecen las víctimas de nuestra ruindad.
* Delegado de LIBERA!, Coordinador Plataforma "Manos Rojas"