Barcelona. 142 concentració: La Mercè de les preses i presos del franquisme
La Mercè de les preses i presos del franquisme
Mesa de Catalunya*. LQSomos.
Traducido por Leticia Palacios. LQSomos.
El 27 de abril de 1939 el Régimen declaró a Nuestra Señora de la Merced patrona de sus prisiones, convirtiendo la fecha del 24 de septiembre en una jornada de celebración de la magnanimidad de los vencedores, que con su sentido aberrante de la piedad mostraban en esta jornada su poder, siempre despiadado…
Veritat, Justicia, Reparació:
El dissabte 24 de septembre a les 12 hores a la plaça Sant Jaume, BCN.
La Mercè de les preses i presos del franquisme
Este sábado 24 de septiembre cambiamos la ubicación de nuestra concentración por la verdad, la justicia y la reparación para las víctimas del franquismo y la transición. Esta vez no estaremos en la Plaça Sant Jaume, sino que trasladaremos nuestras exigencias de justicia a la antigua prisión de hombres de La Model, a la puerta de carrer Rosselló, esquina a carrer Nicaragua. Por la Model pasaron miles y miles de antifascistas que quedaron atrapados bajo la bota de hierro de la dictadura. Es un lugar emblemático de la represión en la ciudad de Barcelona, testigo de unos tiempos teñidos de sangre, terror y dolor, pero por desgracia no fue el único. También fueron establecimientos del horror la prisión de mujeres de Les Corts y la prisión de mujeres de La Trinitat, cuevas oscuras de opresión nacionalcatólica, machista, de crucifijo y castigo divino a la gloria del Dios del Caudillo. Prisiones custodiadas por monjas carceleras, marca del fascismo español, que tenía un sentido obsceno y cínico de la caridad.
El 24 de septiembre Barcelona celebra su fiesta, la Mercè, nosotras este día queremos celebrar las vidas de compromiso antifascista de todas las personas que sufrieron prisión por defender sus ideas y para las cuales el 24 de septiembre no era un día más en las cárceles del franquismo.
El 27 de abril de 1939 el Régimen declaró a Nuestra Señora de la Merced patrona de sus prisiones, convirtiendo la fecha del 24 de septiembre en una jornada de celebración de la magnanimidad de los vencedores, que con su sentido aberrante de la piedad mostraban en esta jornada su poder, siempre despiadado. Ese día, Franco premiaba a las mujeres y hombres que había detenido, torturado y encarcelado en condiciones inhumanas de hacinamiento, hambre, frío, suciedad y parásitos, causas de enfermedad y muerte. El día de la Merced, el franquismo abría las puertas de la prisión a las familias de las personas que dejaban allá días y días perdidos entre miedos, tristeza y rabia, días que nunca podrían recuperar. Aquella jornada, dentro de los muros de las prisiones se podían oir los llantos y las risas de las hijas e hijos de las rojas y rojos, padres y madres podían abrazar sin barreras a sus criaturas. Era una gracia que se clavaba en el corazón como un cuchillo de doble filo, una herida que recordaba que durante los 364 días siguientes aquel momento de alegría no se volvería a repetir. Era una miel en los labios muy amarga. Además, no todo el mundo podía recibir esas visitas, porque la familia estaba lejos o no tenía medios para poder reencontrarse con los suyos entre aquellos muros fascistas. Un día muy triste, porque por mucha camaradería que hubiera entre aquellas personas forzadas a vivir entre rejas, ver los abrazos de compañeras y compañeros a sus seres queridos suponía una oleada de melancolía desgarradora. También estaban quienes por razones de militancia no querían participar en estas u otras jornadas porque pensaban que era una manera de hacer bueno un régimen que era pura maldad.
Por un día la prisión se convertía en un gran escenario adornado para la ocasión, establecimientos y personal se vestían de fiesta, había música, fotografías, desfiles, misas, personalidades, matrimonios de falangistas que se admiraban de lo modélicos que eran sus centros, congratulándose al ver sometidos a aquellas y aquellos que a sus ojos no merecían seguir respirando porque eran la antiespaña. Era, por tanto, una fiesta perversa y lo demuestra su propaganda, que decía así: “Y he aquí que la España de Franco les ofrece a estos hombres la revalidación, la dignidad que tenían perdida. Si volaron un puente, ahora lo reconstruyen; si derribaron una casa, la levantan ahora. Sus días de prisioneros están consagrados al aprendizaje de unas labores que les convierten en seres útiles redimiéndoles de su existencia de parias, y los despojos humanos deberán a España su regeneración. De las masas proletarias hicimos orden y concierto, desvanecemos el rencor y como un tullido que desentumece su mano cerrada, estos hombres abrieron el puño y la hermandad de la mano abierta y el brazo extendido los recibió con la generosidad que el imperio español de otro tiempo tuvo siempre con el vencido. Esta es nuestra justicia” (1) Lo único cierto es que aquella era su justicia, mejor dicho, su venganza sobre vencidas y vencidos , la muerte y la prisión.
La Mercè dio también nombre al Patronato Central de Nuestra Señora de la Merced para la Redención de Penas por el Trabajo, por el cual la España triunfal convertía el trabajo esclavo en una herramienta modélica de reinserción para los antifascistas. No era obligatorio redimir pena, pero el anhelo de libertad era muy grande, toda la libertad de la que se podía disfrutar en aquella asfixiante dictadura, una celda dentro de otra mucho más grande con forma de piel de toro atada y bien atada.
Tres días después de la celebración de la Merced de 1975 en la prisión Model, Jon Paredes Manot, Txiki, salía de sus muros para convertirse en viento de libertad volando de Collserola a Zarautz. Un pelotón de guardias civiles voluntarios fue el brazo ejecutor del último crimen de la dictadura antes de la muerte del dictador. Los disparos de sus fusiles resonaron junto con los disparos de Burgos y los de Hoyo de Manzanares, anunciando que cinco jóvenes antifascistas habían sido asesinados: Txiki, Angel Otaegi, Xosé Humberto Baena, José Luis Sánchez-Bravo Solla y Ramón García Sanz.
Las prisiones de la dictadura dieron paso a las prisiones de la transición, tan oscuras y con tantas carencias como las del franquismo. Aún hoy, las prisiones son como una enfermedad innombrable, donde la gente come mal, no tiene la suficiente cobertura médica, donde se sufre mucho psicológicamente, donde se muere en circunstancias extrañas y donde se suicidan presas y presos sin que las familias obtengan las respuestas que necesitan. La sociedad continúa viviendo de espaldas a las historias inhumanas que aún se viven entre los muros de las prisiones. Cuando se cierra la puerta de una prisión a tu espalda, entras en un mundo donde a nadie le importa lo que será de ti. Pero entrar en una prisión es una realidad que nos puede tocar a cualquiera de nosotros en estos tiempos de represión en forma de ley mordaza y con un sistema, que aún tiene los tics heredados del franquismo y castiga la disidencia política con la privación de libertad. El hilo de resistencia por la justicia social y las libertades nos liga a un pasado de lucha, pero también de represión, que nos acerca a unas generaciones que fueron condenadas a permanecer entre barrotes y que aún esperan verdad, justicia y reparación.
Veritat, Justicia, Reparació:
El dissabte 24 de septembre a les 12 hores a la plaça Sant Jaume, BCN.
La Mercè de les preses i presos del franquisme
Nota:
1.- En castellano en el original
– Traducido para LoQueSomos por Leticia Palacios
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