Batiburrillo de poemas XIII
Madrid 22 de Marzo
Un millón de cadáveres avanza sobre Madrid
Un millón de almas rasgan el silencio de la noche
Noche de luchas perdidas, noche de luchas antiguas
Un millón de cuerpos sin nombre avanzan al alba
El eterno sol les reconoce, en sus caras brilla la esperanza
Siento el fragor de millones de pasos acercarse a las atalayas
Siento el temor de quienes tan ufanos paseaban por las avenidas
Luciendo con impune desdén sus manos de sangre manchadas
Un millón de cadáveres es el saldo de su ignominia
No pensaron que hubiera vida fuera de sus planes
Tan ocupados estaban en asegurarse su certeza
Un millón de voces removerán la tierra
Donde enterrásteis a tantos otros
Un millón de gritos romperán los muros
De palacios y fortalezas donde os escondáis
Un millón de balas sin nombre buscan su fusil
¿Cuántas veces puede matarse a un alma libre?
¿Cuántas veces se pudre el cuerpo de un explotador?
Un millón de cadáveres no es cosa que deba preocuparos
La vida avanza sobre Madrid, pero eso ya no es cosa vuestra.
Poema de Javier Quater, extraido de Facebook
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Acuérdate de mí
Acuérdate de mí,
no sólo en las derrotas,
no sólo.
Acuérdate de mí cuando los pájaros regresen
a anidar cada bandera.
Cuando las profecías de los barbudos
sean certezas,
cuando la palabras viejas sean ciertas.
Acuérdate de mí,
no sólo porque cantamos tiritando,
no sólo porque apretamos la ternura en cada paso,
no sólo porque deshuesamos los gritos
hasta que son tuétano y calavera.
Acuérdate de mí también las vísperas,
también cuando zurzas el amor y las caricias,
también cuando bajemos la guardia.
Acuérdate de mí,
no sólo vivo en las lágrimas.
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Tan poco
Del cigarrillo queda muy poco
el filtro y muy poca cosa
cuando vuela de mi mano un poco
y al poco cae.
Sigue encendido, eso sí,
ha estado lloviendo pero no se apaga.
Y entonces, pasos.
Los ojos que vienen son de muy poco
los míos de poco más
y poco se dicen cuando se encuentran
y pasa poco.
Su mano al papel que todavía humea,
papel a la boca y una calada.
Y adiós los pasos.
Por menos que poco se inclina un hombre
el filtro y muy poca cosa
poco ha podido sacar de mi poco
poco he podido salvar de tan poco.
Poema de Jesús Gómez Gutiérrez
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Yerba
(Todos somos cultura)
Impaciente por decir lo que la gente quiere oír
tremenda jeta de payaso sonriente
y todas las palmadas del mundo en el hombro de la ignorancia
Ah Goebbels qué buena planta tienes hoy
sí ¿verdad? Espléndida mañana mira lo que traigo
abre la boquita queteviameter CULTURA
Y pasa la mañana y llega la tarde y chunda un país de tirón
por cierto Goebbels ¿las nubes son blancas y los niños buenos?
Ay no me cambies nunca come más yerba.
Poema de Jesús Gómez Gutiérrez
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Estos días azules; dedicado a Antonio Machado
Estos días
Estos días azules que devoran su cielo,
que evaporan la risa, que destilan más miedo,
son la sombra desnuda de un futuro desierto,
donde no nacen alas porque no siembran sueños.
El poeta agoniza polvoriento en silencio,
ya le han roto la vida los que tanto le hirieron,
exiliado, marchito, derrotado en el tiempo,
ya no hará más camino, ya no habrá más regreso.
Estos días azules, estas lunas sin verbo,
con sonetos sin rima, como incendios sin fuego,
que golpean estrellas y mastican espejos
cuando ya no palpitan ni el amor ni el deseo.
Caminante y camino, corazón hecho hielo,
ya estás casi desnudo como el olmo más seco,
ni esperanza, ni brisa, ni latido en tu pecho,
se te apagan las horas como polvo en el viento.
Estos días azules, estos días maltrechos,
no son mundos sutiles pero guardan el eco
de los hombres gentiles que jamás se rindieron
golpe a golpe la vida, lo demás verso a verso.
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Vuelo
Sólo quien ama vuela. Pero ¿quién ama tanto
que sea como el pájaro más leve y fugitivo?
Hundiendo va este odio reinante todo cuanto
quisiera remontarse directamente vivo.
Amar… Pero ¿quién ama? Volar… Pero ¿quién vuela?
Conquistaré el azul ávido de plumaje,
pero el amor, abajo siempre, se desconsuela
de no encontrar las alas que da cierto coraje.
Un ser ardiente, claro de deseos, alado,
quiso ascender, tener la libertad por nido.
Quiso olvidar que el hombre se aleja encadenado.
Donde faltaban plumas puso valor y olvido.
Iba tan alto a veces, que le resplandecía
sobre la piel el cielo, bajo la piel el ave.
Ser que te confundiste con una alondra un día,
te desplomaste otros como el granizo grave.
Ya sabes que las vidas de los demás son losas
con que tapiarte: cárceles con que tragar la tuya.
Pasa, vida, entre cuerpos, entre rejas hermosas.
A través de las rejas, libre la sangre afluya.
Triste instrumento alegre de vestir: apremiante
tubo de apetecer y respirar el fuego.
Espada devorada por el uso constante.
Cuerpo en cuyo horizonte cerrado me despliego.
No volarás. No puedes volar, cuerpo que vagas
por estas galerías donde el aire es mi nudo.
Por más que te debatas en ascender, naufragas.
No clamarás. El campo sigue desierto y mudo.
Los brazos no aletean. Son acaso una cola
que el corazón quisiera lanzar al firmamento.
La sangre se entristece de batirse sola.
Los ojos vuelven tristes de mal conocimiento.
Cada ciudad, dormida, despierta loca, exhala
un silencio de cárcel, de sueño que arde y llueve
como un élitro ronco de no poder ser ala.
El hombre yace. El cielo se eleva. El aire mueve.
Poema de Miguel Hernández
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