Bou
Pesca hecha entre dos barcas que arrastran una red.
Iiii, Aaaa canta el Burro, mientras los esquiladores le cantan al padre esquilador con gafas y barbudo, ese esquilador de los viernes de pasión, padre, macho de ganado destinado a la procreación, ( mi padre se llama hogaza y yo me muero de hambre), la canción “El Cura de Sinobas”:
El cura de Sinobas
Lamerón, lamerón
Tiene una potra
Tiene una potra
Cuando la monta
Se le alborota.
El cura de Sinobas
Lamerón, lamerón
Duerme en el suelo
Duerme en el suelo
Porque rompe las mantas
Con el ciruelo.
El Iiii, Aaaa perlitas sobre las plantas en el campo son; lagrimitas en la noche del niño de Sol,sí. La juventud, en el centro de las montañas negras. Los anchos caminos de la libertad confluyendo en un charco de mierda. Junto a él un cartel indignado que dice:
“Tirar dineros para Armas y Pistolos y no tirarles para pizarras y lapiceros, es cosa de gobiernos felones elegidos por locos”.
En mis manos, Norman Rush, autor prolífico, quien, en su “Matting”, el Apareamiento, no halla quien le absuelva en Botswana, como le pasó al padre Baena, Juan Alonso de Baena, colector de poesías, secretario de Juan II de Castilla, en Andujar, y al mismo obispo de Meaux, orador, teólogo, historiador y filósofo francés, Jacobo Benigno Bossuet, que no tenían quien le confiese y absuelva, pues estos padres, dando un bote al carnero, visitaban con facilidad y sin escrúpulos los putiferios como un Pontífice o aquel reyezuelo del Congo, el rey Bosboque, especie de antílope, en cacería grande, por la Almadrava de Monteleva, la que se hace al paso de los atunes, quien se alimentaba del botuto, pezón de la hoja del lechoso, y siempre colgaba de su brazo un bototo o calabaza para llevar agua; y que siempre se quejaba de no tener padre ni madre ni perro que te ladre.
En su “Matting”, Norman Rush es como un proverbio de Salomón, en esas tierras donde usan poner a los puercos, y más a las puercas madres, un aro de hierro en las narices para que no hocen los sembrados, haciendo verdad a Salomón que dice: “Anillo o argolla de oro en nariz de puerco es la mujer hermosa y tonta, necia o boba”. Que así es la amante de su majestad, Catalina de León, quien se daba a las buenas pascuas o noches, respondiendo a esto con gracia maliciosa, a quien confundían con una pescadora desnarigada, muy conocida en Cádiz, quien reprendía a su hijo, o a cualquiera que se quejaba de la crisis, con un “Anuncia, que Melchisedech dará”, para que ese sacerdote del Altísimo, al mismo tiempo rey de Salem, que suele identificarse con Jerusalén, no le castigase con que lo fuera de verdad, y que leía a Tom Athanasion, en su obra “Planeta dividido: la Ecología de Ricos y Pobres”, donde la vida es cosa de ensayo y burlas, y no de veras, que no hay más remedio para el mal global que el ajo, sí, el ajo que dicen los aragoneses tomaban a diario en sopas los Amantes de Teruel.
Ajo y agua, a joderse y aguantarse. Que en estos Lares siempre ha de ser lo de Güescar y Vélez, que dicen que yendo contra los moros de Granada, se amotinaron entre sí, y se enfrentaron en una cruel batalla, cabalgada en borricos por diversión y jaleo, que dando como refrán: “La de Güescar y Vélez”. Este fue Vélez el Blanco, que cae en el reino de Granada; y Vélez el Rubio, que está en el de Murcia. Si nos atenemos a lo mejor del hombre cuerdo, mas como en todos tiempos hemos visto, la mayoría absoluta es para infames y perversos, que nos harán creer lo blanco negro, como dejó escrito el rey godo Ataulfo de la Heráctea Vienesa, en la margen derecha de la boca mayor del Ródano, donde los hombres tienen grande aprecio al Rebuzno del Asno.