Capitalismo filantrópico
El dedo otrora inquisidor, condenatorio y flamígero de un vetusto y tembloroso Papa pulsa la tecla de su tableta digital. Con ese gesto solemne y muy fotografiado con el dedo índice cuelga, emocionado, si es que puede sentir emoción el cartón piedra, su primer tuit para chochear sobre mulas y bueyes en el portal de Belén. No obstante, muy oportuno el momento del marketing, sí señor; ahora mismo ese mismo papa-gagá acaba de poner a la venta su best seller sobre el nacimiento de Cristo. Queda así inaugurado el Twitter vaticano.
El viejo torquemada Joseph Razinger se ha registrado con el avatar de Pontifex. Nada original, podía haberse estirado la imaginación y perfilarse con el nick de "Luciferiano", ´Mefisto´s Pax”, “Anticristo O´Connor”, “JoséMarí Satán”, “Pederastian 666” u otros similares. Habría estado más acorde con la realidad de los tiempos, propiciados y bendecidos por la iglesia de San Pedro. La trayectoria de los papas, antes y después del Concilio Vaticano II, no es precisamente halagüeña ni ejemplar.
La decisión de participar en la red, como todos los gestos vaticanos, tiene un alto valor simbólico. Con su tuit inaugural, el Papa Benedicto XVI se ha arrodillado ante la diosa de la retórica tecnológica y se ha transmutado definitivamente en el Papa Beneficio XVI. Este cura púrpura lanza mensajes de gaseosa fraternidad, pero el materialismo más soez exhibe su triunfo en todo el orbe como único modo de vida y abundante crimen. La mística de la bondad ha claudicado. No estamos ya con los lisiados, enfermos y demás menesterosos del mundo. Comulgamos y exaltamos la supervivencia competitiva. Los únicos que defienden el derecho de la gente a no padecer dolor gratuitamente no son los miembros del Opus Dei, sino la marea blanca sanitaria, con su tenaz resistencia en las calles de Madrid. Con su oposición a la privatización de la Sanidad Pública. La ministra se llama Mato. Quizás fuera una premonición de lo que ha venido después.
Jesucristo renace en estos días de Diciembre en que se consuma asimismo la traición al espíritu de las parábolas. El Verbo se hizo carne y lo llevaron a la carnicería como una res cualquiera. Su mensaje ha sido manipulado y escarnecido. Se puede decir que el mundo en que vivimos está hecho una cuaresma. Todo lo que se ve y se siente es una cuestión de economía macro y su geopolítica adyacente. Después de la confrontación Este-Oeste vino la Norte-Sur y luego los oligopolios han entrado en el estadio de la explotación Norte-Norte. Se puede comprobar cada día cómo el sistema capitalista se está devorado a sí mismo. Como en un magnético agujero negro o una boa gigantesca, está fagocitando la clase media que ejercía de amortiguador y lubricante. Ya no le sirve de coartada y no da demasiado rendimiento. Esto es así en los países europeos no suficientemente entrenados en el neoliberalismo radical: Grecia, Portugal, Italia, España…. Latinos. A cambio, las élites “filantrópicas” están estableciendo una nueva clase media hiperconsumista en países emergentes de América Latina. Más concretamente en aquellos que pueden pagar las facturas del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, con sus ricas reservas vegetales y yacimientos minerales.
El antiguo concepto de la solidaridad deja paso a un modelo basado en la caridad farisaica. Una vez establecida, por los doctores de la Santa Madre Iglesia, la revisión a la baja del Sermón de la Montaña, no existe freno ni sombra de mala conciencia. Tienen el nihil obstat, además ahora por Twitter. Los ricos “filántropos” cuentan con la bendición de la summa teológica vaticana. Gates Microsoft es un individuo muy rico que financia millones de dosis de vacunas, mientras clama por una drástica limitación demográfica obligatoria. Y así sucesivamente. Este es sólo un ejemplo. Una vez que quedó ensanchado el ojo de la aguja lo suficiente como para que los ricos camellos puedan pasar por él sin ninguna dificultad se abre una nueva perspectiva de inversión. Después de los ERES y demás depuraciones de los costes laborales, es el momento de invertir en obras de cultura y caridad.
Establecido inequívocamente que los bienaventurados pobres no poseerán la tierra ni en sueños y ni siquiera en régimen de alquiler, el entramado del gotha capitalista más avanzado resulta sospechosamente medieval. Tiene un aire a variante económica del derecho de pernada. Las grandes corporaciones y los magnates consolidados en las listas exclusivas de Forbes compran tierras y secuestran lagos de agua dulce, se apoderan de todo lo público e imponen sus abusivas contribuciones. A cambio, la plebe recibirá limosna proporcional para sostener el consumo y que se mueva la calderilla.
En esta idílica situación, los ricos competirán entre sí por reconocimiento de su beneficencia y la recompensa derivada de sus obras de bondad. La mística filantrópica es la llave de oro que permite el ingreso en clubs propiciadores de negocios aún más exclusivos y sutiles, cara al ambicionado dominio del mundo, incluidos sus habitantes.
Ocurre que el ingrediente fundamental de la limosna es la sumisión. Según los cánones, la limosna es para quien se la merece y esto último lo decide quien da la limosna. Si no eres bastante bueno y no comulgas con las ruedas de molino, ahí te pudras.