Contra la tortura, contra la impunidad histórica
Por Iñaki Alrui.
“Las torturas son un delito de lesa humanidad, por lo tanto, imprescriptibles y la justicia debe de resarcir jurídicamente a las víctimas llevando a los victimarios ante los tribunales para ser juzgados por sus crímenes“
Cerca de dos centenares de personas se concentraron este lunes 26 de junio “¡Contra la impunidad de la Tortura!” frente al mayor centro de represión (y torturas) del estado español, la Dirección General de Seguridad, conocida como la DGS y hoy dedicada como sede institucional a amargar la vida a las madrileñas. Un edificio en el que no figura ni una humilde placa que recuerde los horrores y crímenes allí vividos practicados por la policía del régimen y la transición, por la Brigada Político-Social reconvertida en “democracia” por Brigada de Información, un cambio léxico que siguió perpetuando el maltrato contra la disidencia política.
En medio de un calor tórrido arrancaba este acto de reivindicación y recuerdo. Y antes de proseguir vuelvo a hacer hincapié en el calor sofocante, lógico es verano… pero para cualquiera de las asistentes se podía constatar que debajo del pavimento de la Puerta de Sol está el infierno, y para los que desconozcan la historia decirles que después de haber sido remodelada recientemente la plaza (todavía sigue en obras) no hay ni una sola sombra, y que durante más ocho horas el sol proyecta directamente sobre el pavimento de la plaza.
El acto arrancaba con una impactante performance a cargo del grupo de teatro Ubuntu: detención, tortura, ¡canta! Y digo impactante porque algunas de las personas presentes no querían, ni podían, mirar directamente la representación. La tortura deja marcas imborrables en las personas que la sufrido.
Después se abrió un turno de palabras, que se intercaló con breves interpretaciones de violonchelo a cargo del maestro David Ortiz.
En la presentación, se hizo referencia a la solicitud de lugar de memoria para el edificio de la DGS. Se recordó el caso de Cipriano Martos, inhumado recientemente en su tierra natal, un caso que después de cincuenta años ha visto algo de luz, de Verdad, de Reparación, falta la Justicia. A Cipriano lo asesinaron en el cuartelillo de la Guardia Civil de Reus, agosto de 1973, después de que entre las torturas recibidas le obligaran a beber ácido sulfúrico.
La primera palabra la tomó Julio Pacheco, represaliado político y activista de La Comuna, asociación organizadora del acto, Julio es querellante por torturas contra varios policías franquistas, su querella ha sido la primera en admitirse a trámite por la justicia española, y el próximo 14 de julio prestará declaración.
Le siguió en el turno de palabras Sònia Olivella, abogada de Iridia, un centro para la defensa de Derechos Humanos, tan necesarios siempre. También contó con la intervención de Andrea Galán, psicóloga del grupo SIRA, Centro de Atención a las Víctimas de malos tratos y tortura, unos equipos humanos imprescindibles para sanar las heridas del horror de la tortura.
También participaron en los turnos de intervenciones Julián Rebollo, de la Plataforma contra la Impunidad del franquismo; Fernanda Moral, del Foro por la Memoria; Dani Canales, investigador de Amnistía Internacional; e Inma Pardo, represaliada política en la “transición”, activista de La Comuna y miembro de la Mesa de la Memoria Histórica de Latina, quien próximamente presentará querella contra varios torturadores.
El cierre en el turno de palabras lo ponía el abogado Jacinto Lara, abogado coordinador de la Coordinadora Estatal de Apoyo a la Querella Argentina (CEAQUA).
Lectura de comunicado final… ”La tortura es un crimen execrable, precisamente porque es cometido por aquellos que tienen encomendada nuestra protección y eso lo hace aún más execrable. Es el propio Estado quien ejerce este crimen contra sus ciudadanas y ciudadanos. La sociedad y la justicia no deben ni pueden mirar hacia otro lado ocultando o protegiendo a torturadores ni a quienes les dan las órdenes“.
El final lo marcaba una foto grupal con algunas de las participantes frente a la casa de la tortura, la DGS, detrás de una pancarta en la que podía leerse “DGS. Lugar de represión franquista. DGS. Lugar de memoria”
La asociación organizadora, La Comuna, ya anuncia para el mes de octubre unas jornadas contra la tortura ¡Seguiremos!
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