Culturas, ¿unas saludables y otras esterilizadoras?
Por Nònimo Lustre.
La Humanidad se estructura alrededor de un axioma: todas las sociedades tienen cultura, la llamen o no con ese nombre, la amen, la ignoren o la detesten. Entre los variopintos tipos de Cultura que, con grosera equivocación, manejamos como si sólo existiera una -objetivamente tendría que ser monolítica- hay dos elementales: la cultura culta y la cultura popular. La primera está publicada con mayor o menor boato pero, sobre todo, está mercantilizada -pocas veces para bien y, muchísimas, para mal- y por ello la llamaremos Kultureta. A su vez, la segunda, se subdivide en dos: la mercantilizada, propia de los medios de idiotización -podríamos llamarla Basura, Chatarra o Coprolito– y la difusa, la auténticamente popular, la que se aprende en la familia, en la escuela y en el sistema hereditario que también está mercantilizada pero en ostentosa menor medida -por ejemplo, folklorizada como producto residual.
Como es ineluctable, las élites se esmeran en publicitar la Kultureta. De ahí que se publiquen unas peleas internas entre ‘intelectuales’ que, realmente, no se rigen por criterios ‘culturales’ sino por frágiles adhesiones políticas: cultos de izquierda contra cultos de derecha -en uno de los parágrafos de esta nota citaremos dos libros que recapitulan esas disputas. Sin embargo, servidor concede más relevancia a la Cultura Basura, unas raras veces firmada por cultos que se disfrazan de apolíticos (ejemplo, cf. infra J.A. Marina, filósofo todo-a-zen) y, en otras ocasiones, firmadas por directores de los susodichos medios, creadores de contenidos, asesores de imagen y demás fauna proclive a la segunda fila de la popularidad (ejemplos, cf. infra los equipos (*) de ‘Carlos Castaneda’, UPyD, Ciudadanos y las multinacionales del espectáculo encabezadas antaño por Disney, cuya cabeza de chorlito es hoy compartida con Netflix et al)
¿Huelga añadir que el daño social -la idiotización- causada por esta última variedad de la cultura Basura es incomparablemente superior a la causada por la Kultureta?
(*) NB. En el presente pasquín, cuando citamos el nombre propio de alguna luminaria fósil -o que caga coprolitos-, siempre nos referimos al Equipo asesor de esa vedette de fino cabaré. Como suelen ser equipos bien nutridos y con prurito de anonimato, sería difícil nombrarles a todos. Por ello, empleamos sólo el nombre de su Jefe.
Morán y Sánchez-Cuenca, los primeros libros precisos
Gregorio Morán publicó en 2014 una diatriba personalizada denunciando el corrupto servilismo de los dizque intelectuales que fueron rojos en su juventud pero que, ancianos a los 50 años, cual san Pablo camino de Damasco se cayeron del caballo y cambiaron la chaqueta por el frac -me importa un bledo que, desde su luminiscencia equina, repitan cual loritos aquello de ‘quien no es rojo a los 20 es un inmoral pero quien lo sigue siendo a los 50, es un cretino’. Morán ubica el vórtice de su crítica en Jesús Aguirre, ex jesuita y duque consorte de Alba -lógico, era un juego entre mentalidades ex jesuíticas, sean tonsuradas o sean laicas como la que Morán arrastraba desde su ex militancia en el PCE. Alguien debía ocupar la clave de esa bóveda palaciega y, entre la pandilla de postulantes, don Gregorio escogió a Aguirre no sé por qué ni me interesa pero me inclino a especular que incrustar a un cura entre los mandarines es un brillante exotismo que nos remonta hasta los primeros evangelizadores de China, allá por el siglo XVII -además, exjesuita es un vocablo imposible pues el sacerdocio católico “imprime carácter” hasta la muerte y, si el ‘imprimido’ es jesuita, con doble razón.
Editorial Akal, 2014. ISBN: 978-84-460-4128-3
Un inciso: en su voluminoso libro de 1986 Miseria y grandeza del Partido Comunista de España (Planeta, ISBN: 9788432058523), Morán nos informa de un sinfín de conspiraciones internas del PCE -que incluyen varios asesinatos de ‘compañeros’. Entre ellas, desde la página 465, surge a menudo un nombre que preferiría olvidar: Carlos Alonso Zaldívar (CAZ), alias Charlie, “un joven prometedor, ex estudiante de ingenieros aeronáuticos de Madrid, descubierto por Pilar Brabo” quien, sin embargo, “A diferencia de [ella] es hombre de sangre caliente y sabe desarrollar las orientaciones del secretario general hasta alcanzar el encaje de bolillos” (págs. 465, 467 y passim) En aquél entonces, Brabo (hoy difunta, igual que dos hermanos suyos, maravillosas personas cuyo doble óbito sigo lamentando bastantes años después), dentro de España, era la responsable ‘comunista’ de la Universidad. Supongo que, en esa calidad, enchufó a Charlie quien llegó a ser miembro del Comité Central del PCE… hasta que fue expulsado del Partido en 1981. Tres años después se hizo diplomático. Fue embajador en Corea del Sur, Cuba y, desde 2008, en Brasil. Muy poco nos conocimos mutuamente en la Universidad pero sí lo bastante para que CAZ me encasillara en un grupúsculo contra el que su antigua Jefa desarrolló una inquina que sólo puedo calificar de psicopática -y personal.
Años después, tuve ocasión de comprobar la enfermiza duración de aquella demencia originada ‘por consigna política’. Fue durante el I Encuentro EuroAmazónico del Cambio Climático. Trujillo en el Amazonas (Trujillo, Cáceres, octubre 2009) Hallábase servidor interviniendo cuando CAZ me interrumpió a gritos acusándome de estar agraviando a Brasil. Con la sala escandalizada porque no se había dignado pedir la palabra, dejé seguir a este (físicamente) peso pluma y, cuando terminó su vómito negro, sólo le contesté: “Muchas gracias por su fogosa perorata pero yo no he aludido a Brasil directa ni indirectamente; de hecho, no he pronunciado la palabra Brasil” -extremo que la sala corroboró, todavía estupefacta de su nula diplomacia.
Una muñeira canta que ‘los amores primeros son difíciles de olvidar’, igual ocurre con los primeros odios. Perdón por la anécdota: la he narrado porque no es sólo personal sino, más aún, ejemplo de la idiosincrasia, personalidad, carácter o como quieran llamarlo, de los apparatchik del PCE.
Dos años después de Morán, Ignacio Sánchez-Cuenca contribuyó a una (nonata) Edad de Oro de la Resistencia cultural española publicando otra diatriba, ésta no centrada en Aguirre sino difusa contra la crème de la créme de la intelligentsia patriótica.
Editorial Libros de la Catarata. 2016. ISBN 978-84-9097-259-5
Según dijo el autor en una entrevista, caraduras desfachatados como Mario Vargas Llosa, Javier Marías, Fernando Savater, Félix de Azúa, Arturo Pérez-Reverte, Javier Cercas, Arcadi Espada y Jon Juaristi, se desaguan -quizá eyaculan- en un “discurso demasiado abstracto y que puede explicar los virajes bruscos que tienen en sus biografías algunos intelectuales de los que hablo: un día se descubren fascistas, al siguiente son demócratas y mañana monárquicos o anarquistas. Es el resultado de esa actitud del “me duele España porque no está a mi altura”. Y, refiriéndose al gobierno de Zapatero, expresó que “Les pone muy nerviosos la Ley de Memoria Histórica. Les saca de sus casillas el proceso de paz con ETA”. Evidentemente, suscribimos esa nómina negra y aun la ampliamos de tarde en tarde.Dios los cría y ellos se ajuntan. Azúa y Vargas Llosa, académicos no Inmortales pero sí muy bien-pagaos
La transición de lo fino a lo basto
Entramos en la fase sardónica, la mejor para abordar a los histriones que dominan el espacio público mediático. Desde la risa floja, los hemos observado desde el lejano año 2008. Véase una muestra: “A la hora de seleccionar un libro de autoayuda, te recomiendo la melaza que tanto abunda en las obras de Alejandro Rojas Marcos (psiquiatra en Nueva York, que algún deus odiosus se apiade de los neoyoricans), Eduardo Punset (para los pedantes muy cándidos) o José Antonio Marina (sólo si tienes veleidades religiosas) Item más, si padeces de anavoluntarismo (¿) debes tratarte con Rojas Marcos puesto que su nivel de estulticia te alejará de preocupaciones intelectivas. Si sufres de ignorancia celular -¿aún no sabes qué es eso?, no te preocupes, pronto habrá algún laboratorio que lo inventará-, acude a Punset, un ex ministro muy pillo que finge muy bien la credulidad y cuyas recetas te darán un barniz de omnisciencia. Y, si te has embadurnado de numinosidad o de gnoseología -¿no conoces estas palabras?, no importa, tampoco las conocen quienes las propalan en letras de molde-, entonces recurre a Marina el Kristiano” (cf. Carta tonta, Amanadunu blog, 18 mayo.2008)El ex ministro E. Punset, recomendando comida basura. Noviembre 2011
Sigamos con la rabia sonriente: en general y gracias a “un curso de lectura ultrarrápida que aprobé en la universidad de Machachuche-Conética, ya he leído a todos los ganadores de los premios Planeta hasta el año 2050; incluyendo a Luz Gabás, la ganadora en el 2023, ex alcaldesa del PP y niña consentida de las nostálgicas del Imperialismo español -léase, patrocinadas por la RAE y por la RAH (Historia), las tiranosaurias embridadas por la Excma. Sra. condesa de Gisbert.”
Examinando ad hominem, es probable que el presuntuoso José Antonio Marina (JAM; n. 1939) cumpla el papel de transición de lo fino a lo basto. Su método -es un decir- consiste en hacinar a los Próceres de la intelectualidad occidental para -sin haber ordenado tan caótica aglomeración- literalmente evangelizar al plebeyo lector. El resultado es un gatuperio de sentencias ajenas redactadas para su inscripción en mármol o en el almanaque y, peor aún, de teorías e ideologías igualmente zarandeadas.
Para deducir su influencia popular, leamos lo que su Equipo le ha redactado para Wikipedia: Al “aprendizaje se llega a través de dos conceptos: la inteligencia y el talento. El fin de la educación es convertir la inteligencia en talento.” ¿Qué ocurriría si sustituimos talento por instinto? No sucedería Nada porque, en su batiburrillo expositivo y mental, ‘instinto’ no significaría que admite la existencia de otra clase de inteligencia -en este caso, la animal- sino que meramente funciona como parónimo de su palabra totem: inteligencia. Más wikipedismos: “En Dictamen sobre Dios, ensayo de filosofía de la religión, investiga el menhir cultural que supone el concepto de divinidad, concluyendo en su conexión ontológica con la noción de Existencia que nos proporciona la fenomenología.” -excelsa olla podrida incomprensible para sus lectores y, por lo tanto, impropia de un autor best-seller.
Seguimos en la misma enciclopedia galáctica, ahora para informar sobre Por qué soy cristiano, libro donde JAM “expone su visión personal acerca del cristianismo y de la enérgica figura de Jesús, y defiende la teoría anticipada por Averroes de la doble verdad, distinguiendo las basadas en evidencias intersubjetivas y las que provienen de evidencias privadas y manifiesta que: ‘Los integristas trasvasan sus verdades privadas al ámbito público’” -¿Paráfrasis involuntaria y retorcida de la conocida expresión ‘vicios privados y virtudes públicas’ acuñada por Bernard Mandeville, uno de los Padres del neoliberalismo? Dentro de la prolífica producción editorial firmada por JAM, nos centraremos sin wikipedias en este libro de título tan combativo comenzando por su subtítulo (Teoría de la doble vedad), donde, por doble verdad insinúa que se divide en universal y privada. Ante tamaña tergiversación de Averroes en quien, dice JAM, se ha inspirado para erigir esta dicotomía, el sabio andalusí se revolvería en su tumba.
Si seguimos por sus párrafos ‘antropológicos’ –topoi donde nos sentimos más confortables-, encontraremos los nombres de varios clásicos de la Antropología académica. Entre ellos, destaca que Mircea Eliade, lenguaraz protofascista “expresó una creencia común cuando dijo que “lo sagrado” es un elemento en la estructura de la conciencia humana y no un estadio en la historia de la conciencia” (pág. 49) pero lo cierto es que Eliade demostró su ignorancia de la Antropología cuando, empecinado en propagar su Axis como Eje del Mundo, contribuyó con esa entelequia -más literaria que etnográfica y trasunto evidente del Eje del Tercer Reich-, de una religión universal a combatir la diversidad de conductas humanas que es la esencia de la Antropología.
Prosigamos: “El cristianismo, como todas las creaciones culturales, no tiene esencia, sino historia” (p. 9) Pasemos por alto que semejante formulación supone cocinar un guisote en el que se anulan entre ellas las tres palabras implicadas -cultura, esencia e historia. Pero, no nos alarmemos porque sólo es el enésimo galimatías que constituye la marca de la casa. O, en el mejor de los casos, el proemio de una consigna de JAM: hacernos creer en aquel específico Cristo Jesús -uno más entre los mesías crucificados- existió de carne y hueso. Para JAM y para los cristianos, es muy cómodo predicar la validez ‘científica’ de este aserto puesto que, en aquella Palestina aherrojada por Roma, proliferaban infinidad de mesías. Lo difícil era (y es) seleccionar entre esa turbamulta de anónimos secundarios a uno solo, fuera de Galilea o del Gólgota -y, a ser posible, que sólo tuviera un sacro prepucio, no dos o tres como reverencian en tantos polos de peregrinación.
Para terminar con este indignante tópico, una postrera perla: “Creer es moralmente bueno; luego, si es posible, se debe creer” (p. 117) ¿Creer en qué?, ¿es igualmente bueno creer en el Arcángel que creer en Belcebú? Para JAM, salsa en todos los guisos, es lo mismo -y no le falta “razón religiosa”. Pero nunca será científico por mucho que JAM presuma de ser científico -incluso llega a conceder que está de acuerdo ¡con Bertrand Russell! (p. 9) Pero, como siempre se ha dicho, “a creer se va a la iglesia; para hacer ciencia, se va al laboratorio”.
(cf. JAM, Por qué soy cristiano. Teoría de la doble verdad, año 2005; para la paginación aquí citada, edición del Círculo de Lectores 2006) [En su carrera editorial, JAM ha llegado a involucrar a personas que le superan ampliamente en conocimiento y en ciudadanía; dos ejemplos, su libro Hablemos de la vida de 2003, está coescrito con N. Preciado y Árbol de 2011, fue prologado por J. Araujo]
La Cultura Basura
No toda la Humanidad comulga con la retórica de la Creación; consecuentemente, no toda Ella profesa en el Fin del Mundo. Entre los que sí creen en el apocalipsis, es curioso que la mayoría de esta inmensa mayoría lo imaginan causado por enormes magnitudes: guerra o accidente nuclear, choque estelar, etc. Incluso después de la pandemia “de credulidad y obediencia” (así la definimos desde sus primeros días) pocos aterrados avant la lettre piensan en las pequeñas entidades, comenzando en los genes y llegando a los virus y las bacterias -vulgo los microbios. Sin embargo, las muchedumbres de pequeñeces pueden ser una causa escatológica tan plausible de exterminio como la nuclear y etc. Igual ocurre con la cultura Basura: miríadas de microscópicos ataques contra la Razón repetidos hasta la suciedad (sic) pueden desencadenar obscenos panoramas neofranquistas -no hay más que ver la tele y/o las redes sociales. Por ende, no podemos olvidar a la cultura Basura.
Discurriendo perifrásticamente desde los ostentóreos (sic) titulares mediáticos hasta el húmedo calabobo de los influencers y los personajillos de moda, encontramos en la cumbre mediática a los políticos profesionales. Ejemplos: Rosa Díez/UPyD, hiperfotografiada durante el Pleistoceno parlamentario y, ayer, a Alberto Rivera/Ciudadanos -ambos, expertos torturadores de la lengua castellana, impunes plagiarios compulsivos y embusteros de nacimiento que se idolatran a sí mismos como mejor vía para acceder al edén de la más basta popularidad.
Otrosí, por asuntos antropológicos, el intruso con el que habitualmente topamos sigue siendo Carlos César Arana Castañeda Burungaray Navoa (Carlos Castaneda) Este facundo gringo-peruano, aupado por la industria cultural californiana de los años hippies, hasta su muerte física (en 1998) implantó la chusca imagen de un indigenato amerindio ansioso de un micro-poder vernáculo sin relación con el macro-Poder de la sociedad occidental envolvente y, en consecuencia, sin ningún atisbo de rebeldía social: quedaba abierto el portón para la autoayuda con chamanes de plumas sintéticas.
El inventario de los delincuentes profesionales -ni siquiera son de guante blanco- que fabrican la Basura cultural es tan dilatado como el florilegio de las disciplinas que se inventan. Lástima que estén protegidos por todos los poderes, no sólo por el mediático. No tenemos espacio para detallar sus nombres ni sus fechos. Nos limitaremos a señalar que, aquí y ahora, Europa y España han caído en la miseria cultural por la propaganda gringa -quizá porque los USA han tenido, por chiripa, la suerte de acertar su modo invasivo constituyéndola en un plagio descafeinado de la cultura europea de antaño. Como ejemplo de connivencia institucional, es irritante comprobar que hoy nos asfixian con anglicismos innecesarios gracias a la complicidad de una manada de académicas tiranosaurias: ¿por qué la RAE ‘oficializa’ serendipia cuando, para expresar ‘por casualidad’, acabamos de ver que sería mejor decir de chiripa?
No obstante, peor aún es que la izquierda española caiga en la idolatría de valores gimnásticos -no sólo gringos/europeizados- como los representados por nazis como Ernst Jünger (ex feligrés de Hitler cuyo mérito, para los modelnos sedentarios, era que se bañaba con agua fría) o por neonazis como Clint Eastwood (el provecto galán que revalidó el nefasto personaje fílmico del sucio policía de gatillo suelto) Y, en general, con Disney en primer lugar y con la Tele 5 de Berlusconi ladrando cual voz de su amo. Por todo ello, mientras haya seudo-rojos que suspiran por Jólibu, por los papers en inglés (mea culpa), por Francesco Sinatra o por la idiotizante música ambiental (muzak), este país seguirá atado y bien atado.
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