De Auschwitz a Teuchtitlán: a (des)alma neoliberal

Por Silvia Adoue*
El último 8 de marzo, el colectivo de Guerreros Buscadores y de Madres Buscadoras de Jalisco, dos de las tantas redes de familiares que buscan a sus hijos desaparecidos en México, dieron a conocer el hallazgo de fosas clandestinas en el Rancho Izaguirre, en Teuchtitlán. El predio ya había sido denunciado y allanado en otra oportunidad, sin que encontrasen evidencias de lo que ahora se sabe. No es la primera vez que se encuentran fosas en el territorio mexicano, pero ahora se trata de algo más. En el Rancho Izaguirre ha funcionado un centro de reclutamiento de sicarios, entrenamiento y exterminio que era operado por el Cártel de Jalisco Nueva Generación. Se encontraron hornos crematorios con huesos calcinados, ropas y zapatos, mochilas, libretas, fotografías, una carta, cargadores, casquillos de munición, agujeros de bala en las paredes y mucho más (1). Estos elementos probatorios del funcionamiento de esta “escuela” han sido mapeados gracias a los testimonios de sobrevivientes que consiguieron huir y denunciar.
En México crecen los números de desapariciones, sobre todo de jóvenes, migrantes, periodistas, militantes defensores de los territorios:
Fuente: Red Lupa
https://imdhd.org/redlupa/informes-y-analisis/informes-nacionales/informe-nacional-2024/
Ante la omisión, encubrimiento y participación directa del Estado, las familias se vienen organizando para buscar a los suyos. Redes de tráfico de drogas han diversificado sus ramos de actividad económica y se vienen transnacionalizando, controlando, por ejemplo, la cadena de la palta para exportación en México, o la extracción de oro en la Amazonía, acelerando la acumulación con prácticas no sometidas a marcos regulatorios instalados em otro período y adecuados a otro modelo de acumulación. Esas redes delictivas operan en la práctica como la mano ilegal del “Estado del despojo” (2).
Sin embargo, el hallazgo de Teuchtitlán apunta para algo mucho más intenso: un esfuerzo “pedagógico” para “desalmar” a las personas que serán fuerza de “trabajo” para el terror. Si los campos de concentración nazista eran al mismo tiempo fábricas de armamento con tecnología de punta, un “experimento” de organización de la producción aplicando el terror, y producción de muerte en escala industrial, la finalidad productiva de este campo de Teuchtitlán era la formación de un tipo específico de “fuerza de trabajo”. En Auschwitz, el terror era utilizado para intensificar hasta límites inimaginables la explotación del trabajo. En esta “escuela” de Jalisco, se trata de formación de un tipo humano capaz de, ella misma, aplicar terror. Si eventualmente en los campos de concentración nazistas se estimulaba a la competición entre los prisioneros para mantenerse vivos, si se promovía la existencia de una “zona gris” de prisioneros que se tornaban, no sólo cómplices, sino también represores, no era ese el objetivo principal.

En Teuchtitlán, los jóvenes engañados con propuestas de empleo, secuestrados o inclusive reclutados voluntariamente para tornarse asesinos eran sometidos a prácticas abyectas en que se evita cualquier tipo de ritualización de la muerte y la crueldad. Los torturadores y asesinos nazistas de los campos estaban subordinados a protocolos que tendían a despersonalizar su “trabajo” y percibirlo como un mecanismo eficiente. No es el caso de Teuchtitlán. Si, como analizó Giorgio Agamben (3), 2018, es necesario deshumanizar aquel que será muerto, reduciéndolo a su vida puramente biológica, en Teuchtitlán la distancia entre la condición de humano y la de ser puramente biológico (amontonado de huesos, gordura, tendones) se estrecha. El entrenamiento exige que el sicario sea capaz de matar gente sin mediación de procedimientos deshumanizantes. El “trabajador” que precisan formar en esta escuela es el disponible a la propia abyección.
Si comparamos el tipo de subjetividad buscada en esta escuela con aquella apreciada en los represores nazis, vemos que se buscaban que estos últimos hicieran “limpiamente” el “trabajo sucio”. Sus uniformes debían estar impecables, No podían, por ese motivo, matar a corta distancia. Era apreciado el celo para con la optimización del trabajo, la eficiencia en imponer el terror burocráticamente y en la productividad en la fabricación de muerte. La mediación de las prácticas por protocolos, formularios y sellos permitían la sublimación del trabajo sucio (4). En el caso de Teuchtitlán no hay sublimación.
Las causas de este complejo de desaparición, muerte y crueldad vienen siendo omitidas por el tratamiento mediático a estas noticias. Así como ha ocurrido con el marco en que ha circulado predominantemente toda la literatura de la Shoah y, en nuestras latitudes, las descripciones pormenorizadas del modus operandi del terrorismo de Estado por los grandes medios, se revierte el sentido de denuncia y combate, promoviendo lo que el antropólogo Philippe Bourgois llama “pornografía de la violencia” (5). Al separar las causas del acontecimiento, este se integra a otra serie de articulaciones inconscientes, alimentando el morbo y anestesiando la reacción. Así, el fin ya no es ocultar lo ocurrido, sino divulgarlo en una sintonía que opera en la subjetividad de los receptores ampliando el efecto de “desalmar”. El bombardeo de imágenes ocurre en un ritmo que impide la reflexión. El tratamiento mediático hace que la abyección salpique el ojo del público y provoque un “acostumbramiento”. Es por esta razón que evito publicar imágenes de las evidencias encontradas. No quiero reforzar el escándalo que rompe fronteras éticas, objetivo principal de la “pedagogía” del Rancho Izaguirre.
Tal vez debíamos reflexionar sobre este episodio a la luz de lo que Pierre Dardot y Christian Laval llamaron “fábrica del sujeto neoliberal” (6). El tipo humano necesario a esta nueva dinámica del capital. México, sin un estado de guerra o de genocidio declarado, como ocurre en Palestina, se ha transformado en un laboratorio.
Notas:
1.- Ver: https://desinformemonos.org/campos-de-exterminio-lecciones-desde-teuchitlan-y-reynosa/
2.- Ver: MACHADO, Decio, y ZIBECHI, Raúl. El estado realmente existente: Del Estado de bienestar al Estado para el despojo. Santander: La Vorágine, 2022.
3.- AGAMBEN, Giorgio. Homo Sacer El poder soberano y la vida desnuda. Trad. Mercedes Ruvituso. CABA: Adriana Hidalgo, 2018.
4.- Ver: ARANTES, Paulo. O novo tempo do mundo e outros estudos sobre a era da emergência. San Pablo: Boitempo, 2014.
5.- Citado en el artículo ya mencionado: https://desinformemonos.org/campos-de-exterminio-lecciones-desde-teuchitlan-y-reynosa/
6.- Ver: DARDOT, Pierre, y LAVAL, Christian. La nueva razón del mundo: Ensayo sobre la sociedad neoliberal. Barcelona: Gedisa, 2013
* En Contra Hegemonia Web.
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