#Detenidas17A Si nos tocan a una, nos encontrarán a todas
Redacción. LQSomos. Septiembre 2016
Comunicado que han redactado las compañeras detenidas el 17 de agosto 2011 al finalizar la manifestación laica que se convocó ante la visita del Papa en Madrid. Se puede apoyar el comunicado y solidarizarse con las compañeras escribiendo un comentario en el blog Detenidas17A poniendo “Apoyo comunicado: tu nombre/colectivo”
Comunicado detenidxs 17A
El martes pasado, después de cinco largos años, finalizó el juicio de los detenidos durante la manifestación laica “De mis impuestos, al Papa 0”, convocada por más de 150 organizaciones laicas y cristianas.
La manifestación se desarrolló en un ambiente festivo y alegre hasta el encuentro con una contramanifestación de participantes de las JMJ en la Puerta del Sol. Lejos de velar por el desarrollo de la manifestación autorizada, los antidisturbios procedieron a desocupar la plaza de manera caótica y violenta.
Fue entonces cuando ocho personas fuimos detenidas de manera aleatoria e injustificada en distintos puntos de la plaza y gravemente golpeadas en el momento mismo de la detención. Negándonos atención médica alguna, se nos trasladó a la comisaría de Moratalaz donde, de nuevo, algunas fuimos agredidas por la policía. Durante aproximadamente cinco horas estuvimos esposados y obligados a permanecer con la cara contra el suelo. En las escasas ocasiones en las que se nos permitió ir al baño, tuvimos que hacerlo esposados mientras un agente nos bajaba los pantalones. Dos de las ocho personas, por el mero hecho de tener distinta nacionalidad, fueron amenazadas de expulsión de manera reiterada. Uno a uno, fuimos introducidos en una sala adornada con simbología nazi y en la que tres encapuchados nos leyeron nuestros derechos.
Transcurridas las primeras cinco horas, nos hicieron bajar agachadas hasta casi tocar el suelo con la cara hasta los calabozos. Una vez allí, nos desnudaron, nos obligaron a hacer sentadillas y nos encerraron en celdas separadas. Durante dos noches, se nos mantuvo sin agua, hidratados tan sólo por un zumo diario, con escasas visitas al baño y completamente ignorantes de la hora que era.
El segundo día fuimos interrogados de nuevo por un encapuchado sin saber cuántas horas más permaneceríamos encerradas.
Finalmente, más de cuarenta horas después de ser detenidas y tras declarar ante una jueza en Plaza de Castilla, fuimos puestas en libertad con los cargos de atentado y lesiones de manera organizada, con unas armas que jamás aparecieron y por lo que se nos pedía entre un año y medio y seis años y medio de prisión y 3260 € en multas e indemnizaciones. Además, se nos impuso la obligación de acudir a firmar al juzgado cada dos semanas.
En enero pasado, después de cuatro años y medio con la amenaza de la prisión pendiente sobre nuestras cabezas y la causa de Belén sobreseída, se nos convocó finalmente a juicio.
En la espera del mismo, el fiscal propuso a nuestros abogados un acuerdo por el cual se nos ofrecía una rebaja en la pena si todos nos reconocíamos como culpables de unos hechos de los que éramos completamente inocentes. Tras una tensa negociación, conseguimos separar los acuerdos para que quien quisiera pudiera defenderse ante un juez sin arrastrar a otros a una posible condena de cárcel y el juicio se aplazó ocho meses más.
El pasado 13 de septiembre tuvimos que volver al juzgado, donde nos encontramos con que el fiscal era otro y el acuerdo alcanzado en enero papel mojado. La negociación empezaba de nuevo, pero otra vez con la premisa de que todos debían admitir la culpa si queríamos evitar que alguno se arriesgara a entrar en prisión. Quienes quisieran confrontar con pruebas el testimonio de la policía debían asumir que podían arrastrar a prisión a otros compañeros amenazados con penas mayores. Todos debían aceptar la culpa, esto también incluía a Flavia, a la que pedían año y medio de cárcel y no corría riesgo de entrar en prisión. O, en caso contrario, el juez aplicaría la pena mínima para el resto: tres años de prisión; una petición que, respaldada por el testimonio de quince policías, era una condena definitiva. Acorraladas, amenazadas y chantajeadas, tuvimos que reconocer unos hechos que nunca cometimos.
Desde aquí queremos denunciar alto y claro la tortura a la que fuimos sometidas en la comisaría de Moratalaz, así como las amenazas de la fiscalía para hacer imposible toda defensa. El objetivo, evidentemente político, de estos hechos es el de disciplinarnos y someternos.
Pero las que luchamos por la dignidad y la libertad resistimos y seguimos rebrotando en cada primavera. No nos callarán. Ante su injusticia, nuestra solidaridad. Si nos tocan a una, nos encontrarán a todas.
Hay veces que creo que una parte de mi cerebro me trata malévolamente. Porque noto que juega a desorientarme aprovechándose de mi edad. Me pone a prueba siempre que tiene la menor ocasión. Disfruta cuando necesito encontrar en los archivos mentales en qué época me encuentro y lo único que me ofrece son los recuerdos del pasado. Todo lo que me sucede a día de hoy quiere que sean sucesos del pasado. Demencia no puede ser porque así no funciona el cerebro en esos casos.
A veces me planteo la hipótesis de si el golpe que me di de pequeño cuando me caí estando subido a una morera me ocasionó una lesión en este cerebro que tenemos tan complejo dándole la capacidad -como si se tratara de una máquina del tiempo- de transportarme al pasado. Lo que tengo seguro es que tiene que alimentarse con noticias como las de este artículo para que eso suceda. Es leerla y paso directamente a mis años de clandestinidad cuando luchaba contra el fascismo. Porque las cosa que se cuentan en este artículo no pueden ser de actualidad. ¿O sí?
Hay veces que creo que una parte de mi cerebro me trata malévolamente. Porque noto que juega a desorientarme aprovechándose de mi edad. Me pone a prueba siempre que tiene la menor ocasión. Disfruta cuando necesito encontrar en los archivos mentales en qué época me encuentro y lo único que me ofrece son los recuerdos del pasado. Todo lo que me sucede a día de hoy quiere que sean sucesos del pasado. Demencia no puede ser porque así no funciona el cerebro en esos casos.
A veces me planteo la hipótesis de si el golpe que me di de pequeño cuando me caí estando subido a una morena me ocasionó un lesión en este cerebro que tenemos tan complejo dándole la capacidad -como si se tratara de una máquina del tiempo- de transportarme al pasado. Lo que tengo seguro es que tiene que alimentarse con noticias como las de este artículo para que eso suceda. Es leerla y paso directamente a mis años de juventud en clandestinidad cuando luchaba contra el fascismo. Porque las cosas que se cuentan en este artículo no pueden ser de actualidad. ¿O sí?