El acto de creación. ¿Qué es el arte? 2
El arte comienza antes de que sus creadores adquieran conciencia de la naturaleza de su actividad. Los autores de las pinturas de Lascaux o Altamira no se planteaban cuestiones formales ni pretendían expresar sus emociones. No existía la contemplación estética ni el deseo de preservar la obra de su deterioro o destrucción.
Es posible que se atribuyera a las imágenes un poder mágico, que influyera sobre la caza o la salud, pero tampoco hay que descartar un propósito religioso, que expresara una primitiva cosmovisión. Podrían ser mitogramas que reflejaban una determinada concepción del universo.Las culturas arcaicas empleaban imágenes en vez de conceptos. El arte precolombino corrobora esta tesis. Las pavorosas cabezas que representan la muerte en los altares mayas o la monstruosa deformidad de las deidades aztecas surgen de una interpretación de lo sagrado que contrasta con la sensibilidad del cristianismo. En la Antigüedad, los dioses no eran los padres de la humanidad, sino poderosas fuerzas que obraban arbitrariamente. El arte antiguo es indisociable de la religión y, en cierto sentido, podría definirse como pensamiento (o teología) en imágenes.
En la Atenas de Pericles, el artista comienza a obtener reconocimiento y prestigio. Es el caso de Fidias, que disfrutaba de la admiración de gobernantes y conciudadanos. No obstante, prevalece la función política y religiosa y los artistas se abstienen de firmar su obra. Durante la Edad Media, se mantiene esta actitud, pero el Renacimiento acarreará un cambio de mentalidad. Aunque se ha exagerado el contraste entre ambos períodos, no puede discutirse que las figuras de Leonardo, Rafael o Miguel Ángel reflejan una significativa transformación. En esta época, el arte conoce su madurez técnica. Se resuelven los problemas de perspectiva y se consigue recrear lo real con una perfección asombrosa. Durero revela una inigualable maestría para el detalle y Leonardo traslada al lienzo su penetración psicológica, ejecutando admirables retratos que son verdaderos estudios del alma humana.
El dominio de la técnica no impide que aparezcan los primeros signos de modernidad. El Greco no consigue el beneplácito de Felipe II, que rechaza El martirio de San Mauricio, pero establece los fundamentos de la pintura moderna, donde la percepción subjetiva desplaza a la objetividad. No se trata de pintar las cosas como son, sino cómo se sienten. Al alargar las figuras, el Greco acentúa su espiritualidad, asimilándolas a llamas que se retuercen en su anhelo de fundirse con lo sobrenatural. Durante mucho tiempo, se atribuyó su estilo a deficiencias visuales, sin comprender su impulso místico.
Aunque en esa época la situación había cambiado, los artistas aún no disfrutaban de reconocimiento social. Velázquez, que en sus dos Vistas del jardín de la Villa Medicis, en Roma prefigura los hallazgos del impresionismo, se mostraba más preocupado por su carrera palaciega que por su obra. Sólo en el siglo XIX, surgirá el artista como un creador independiente.La desaparición del mecenazgo convertirá la actividad artística en un ejercicio de resistencia frente a la incomprensión de la burguesía. Los románticos, los impresionistas y los llamados postimpresionistas (Cézanne, Van Gogh y Gauguin) soportarán el acoso de la miseria y el desprecio de críticos y académicos.
Las vanguardias históricas del siglo XX revivirán estos problemas, pero la hostilidad cederá poco a poco y muchos pintores (Picasso, Dalí) conocerán el éxito y el enriquecimiento. Las escuelas del XIX y el XX pondrán de manifiesto que el arte ya no ejerce una función social o religiosa, sino que expresa el mundo interior de sus creadores. Esto se cumple incluso en la pintura científica de Seurat o el hiperrealismo de Antonio López. Las últimas décadas han sido décadas de confusión. La idea de que “todo vale” ha llevado al arte a un callejón sin salida. Las extravagancias de Piero Manzoni, que en 1961 expuso sus heces en unas latas con la inscripción “Mierda de artista”, conviven con obras tan originales y poderosas como las de Tàpies, Francis Bacon o Balthus. Es probable que la sociedad digital introduzca cambios en la creación artística. Algunos ya se han manifestado en la música, pero tendremos que esperar un tiempo para determinar su valor e importancia. El panorama actual se caracteriza por una pluralidad de tendencias que impide realizar un pronóstico.
Imagen “El Diablito” pintura rupestre, Los Vallecitos, México.
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