El agua embotellada, el gran negocio
¿Creemos que un gran negocio evitará el deterioro escandaloso del agua en el planeta?
El sector del agua embotellada está creciendo muy rápidamente en todo el mundo, siendo el negocio más boyante actualmente; pero también es uno de los menos regulados, lo que da lugar a situaciones auténticamente escandalosas.
La expansión de este negocio exige a las grandes corporaciones de bebidas y alimentación (Coca Cola, Pepsi Cola, Danone, Nestlé…) tener cada vez mayor acceso a los recursos hídricos, impulsando la privatización de cursos de agua y acuíferos.
Las cifras del negocio del agua hablan por sí solas. En la década de 1970, el volumen anual de agua embotellada que se comercializa en todo el mundo ronda los 1.000 millones de litros. En la siguiente década se dobla el consumo; sin embargo, es a partir de 1990 cuando el crecimiento ya es exponencial. En el año 2000, las ventas anuales ascienden a más de 84.000 millones de dólares.
En el año 2001, los norteamericanos se gastaron 6.880 millones de dólares, y en el año 2006 ya eran 10.980 millones de dólares, con un consumo de 25.800 millones de litros. Esto supone un crecimiento anual superior al 9%, según los datos aportados por Bevarage Marketing Corporation y la Internacional Bottled Water Association. La marca Dassain, compañía perteneciente al grupo Coca Cola, registra en el segundo trimestre del año 2006 unos beneficios de 1.840 millones de dólares, un 6,6% más que en el mismo periodo del año anterior.
La moda del agua embotellada es también muy importante en Europa. Alemania consume 10.300 millones de litros, Francia 8.500 millones y España 5.500 millones. Los italianos tenían una media de consumo, en el año 2006, de 183,6 litros por persona/año y los españoles de 136,7 litros por persona/año (…) Aumentan los beneficios de las multinacionales del agua embotellada con un agua de calidad cuestionable.
Una regulación libre y más eficiente de los sistemas municipales permitiría poner en ejecución una distribución de agua potable segura para toda la población del mundo por una cantidad mucho menor que la usada en el agua embotellada.
El consumo anual de agua embotellada alcanza los 154.000 millones de litros, en el año 2006, y supone un aumento del 57% respecto al año 2001. Esto representa un gasto de unos 100.000 millones de dólares anuales. El precio medio de un litro de agua embotellada es 0,65 euros.
En España el litro de agua de grifo cuesta, en el año 2004, 0,00096 euros. Como se puede comprobar el negocio es redondo. Por el mismo precio de una botella de agua embotellada se puede abastecer con tres mil litros de agua de grifo.
Uno de los grandes problemas es que no hay un mantenimiento adecuado de las redes de distribución de agua potable, ya sean públicos o privados, lo que deteriora muchísimo el servicio y la calidad del agua que sale del grifo. Está claro que no luce este tipo de inversiones en el mundo político y de paso se favorece todo lo privado con el clásico esquema neoliberal de que lo privado es mejor que lo público.
Muchas personas argumentan que el agua de sus ciudades y sus pueblos, sobre todo en el arco mediterráneo, no es bebible. En parte tienen razón, TODOS deberíamos exigir a los ayuntamientos, gobiernos autonómicos y Estado que se realicen las inversiones necesarias para que la población haga uso normal del agua de grifo y así evitemos el despilfarro del agua embotellada.
Mientras que no se invierte lo necesario en las redes de abastecimiento, se subvenciona, con autorizaciones a bajo coste, la explotación de fuentes de agua por empresas embotelladoras privadas, que obtienen unos beneficios fabulosos.
El agua potable nos llega a través de una infraestructura que gasta energía de manera económica, mientras que el agua embotellada se transporta a distancias usando barco, tren, avión y camiones. Esto significa quemar cantidades masivas de combustibles fósiles.
En el año 2004, una compañía de Helsinki (Finlandia) envió 1.400.000 de botellas de agua finlandesa embotellada a 4.345 kilómetros, a Arabia Saudita. El 94% del agua en botella vendida en Estados Unidos se produce nacionalmente, pero muchos norteamericanos consumen agua importada de hasta 9.000 kilómetros –como las islas Feiji, y otros lugares lejanos– para satisfacer la demanda “de agua envasada elegante y exótica”.
Earth Policy Institute denuncia las grandes distancias que recorre el agua embotellada y el impacto ambiental de este transporte para suministrar un producto que, en condiciones más que suficientes para su consumo, también se ofrece a través de las cañerías con un coste energético infinitamente menor.
La Feiji Water con su botella cuadrada es un complemento habitual de los famosos, maravillados por su exotismo. Esta agua proviene de un acuífero bajo una tupida selva de esta isla del Pacífico en la que la compañía destaca que está a cientos de kilómetros de distancia de cualquier continente. Las asociaciones ecologistas señalan que, para llegar a los consumidores, las botellas deben recorrer una enorme distancia en barco, con el gasto en combustible que eso supone. Mientras esto sucede, en Feiji, casi un tercio de los habitantes de la isla no tienen acceso al agua potable.
El agua embotellada utiliza más combustibles fósiles. Las botellas de agua son mayoritariamente de plástico, convirtiéndose en una gran fuente de contaminación de las aguas subterráneas. La mayoría de las botellas de agua se fabrican con terephthalate de polietileno, un plástico derivado del petróleo crudo (PET).
Solamente la fabricación de botellas para resolver la demanda de los norteamericanos requiere anualmente más de 1,5 millones de barriles de petróleo, tanto como para aprovisionar de combustible a unos 100.000 coches durante un año. En España significan unos 330.000 barriles de petróleo que supone el gasto de unos 22.000 coches.
Organizaciones conservacionistas norteamericanas calculan que se necesitan más de cien millones de barriles (el crudo que importa España en dos meses) para producir el plástico de todas las botellas que se utilizaron en el año 2006 en el mundo para el agua embotellada. Los norteamericanos reciclan solo el 14% y en España el 32,5%. En nuestro país el peso de las botellas de plástico se ha reducido en un 45% sobre las existentes hace veinte años, de esta forma se ha aligerado el coste energético del transporte.
El mundo usó, en el año 2004, unos 2,7 millones de toneladas de plástico para embotellar agua. De las botellas recolectadas, Estados Unidos exportó el 40% a destinos tan lejanos como China, requiriendo con todo más combustible fósil.
La industria embotelladora de agua dice que es respetuosa con el medio ambiente, pero esto no es así, pues en muchos casos usa el agua de forma poco respetuosa con el medio ambiente y el 90 % de los envases que utiliza son de plástico. Todos los que vamos por el campo vemos en él infinidad de estos envases que son fuertemente contaminantes. Estas empresas nos dirán que cumplen la ley escrupulosamente en este tema, pero aun siendo así, los envases de plástico deben desaparecer con carácter urgente.
El Instituto de Reciclaje de Envases dice que el 86% de las botellas plásticas de agua usadas en Estados Unidos se convierten en basura o relleno. La incineración de las botellas usadas genera subproductos tóxicos como el gas clorato y ceniza, similar a las que contienen los metales pesados que ya causan bastantes problemas en la salud humana y animal. Las botellas de agua enterradas pueden tardar hasta mil años en biodegradarse.
Como dice Emily Arnold del Earth Policy Institute “no se cuestiona que el agua potable limpia y barata sea esencial para la salud de nuestra comunidad global, pero el agua envasada no es la respuesta en el mundo desarrollado, ni es la solución al problema de 1.100 millones de personas que carecen de un abastecimiento de agua segura. Ampliando y mejorando el tratamiento de aguas y el saneamiento de los sistemas existentes es más factible proporcionar fuentes seguras y sustentables de agua en el largo plazo”.
Las fábricas embotelladoras, en muchos casos, cogen agua de la misma red de agua que accede el público, ya sea pública o privada. Muchos veces, como Coca Cola, le agregan un paquete de minerales, y así la denominan “agua mineral”. Con este proceder, aumentan el precio del agua de grifo en más de 1.100 veces su valor, embotellándola y convirtiéndose en uno de los negocios más descarados del mundo capitalista.
El diario británico The Guardian resume así el proceso del agua embotellada: “Tome agua del grifo de Londres, sométala a un proceso de depuración, denominándola “agua pura”, agregue un poco de cloruro de calcio que contenga bromuro para darle sabor, luego bombee ozono, oxidando el bromuro, lo cual no es un problema, convirtiéndola en bromato que sí lo es. Envié estas botellas de agua al comercio, conteniendo el doble del límite legal de bromato y el negocio es redondo”.
En marzo de 2004, Coca Cola reconoce en Inglaterra que el agua de la marca Dassain es agua común y corriente del grifo, siendo vendida en botellas de medio litro. Retiraron más de medio millón de botellas del mercado argumentando que han detectado niveles de bromato que excedían las normas legales británicas.
En la huelga de transporte realizada en España, en junio de 2008, lo primero que se agotó en los supermercados fueron las botellas de agua embotellada.
Como dice Andrea Gambas “con el agua está pasando como ocurrió con el vino: hay mucho interés por conocer aguas con características muy singulares”. En las cartas de los restaurantes más lujosos, se presentan marcas como: Agua de lluvia recogida en Tasmania (Cloud Juice). Agua obtenida de un manantial bajo un volcán japonés (Finé). Agua filtrada de glaciares canadienses (Berg).
Si el precio del agua mineral más común es unas mil veces más cara que la que sale del grifo, en estos casos la comparación es disparatada. La botella de agua de la marca norteamericana BLING, decorada con cristales de Swarovski pasa por ser la más exclusiva del mundo: no se encuentra por menos de 35 euros, casi 40.000 veces más que el precio medio de agua en las ciudades españolas.
Como dice Michael Blandin, “hay varias técnicas utilizadas por las compañías, y las pregonan como técnicas patentadas, que pasan por siete fases diferentes de filtración y todo lo demás. Y si se analiza el asunto no es más que la osmosis invertida, básicamente no es más que hacer pasar el agua por una membrana para eliminar contaminantes, lo que es en realidad muy similar al tipo de proceso que se puede encontrar en filtros domésticos de agua, simplemente el tipo que se nos coloca en el grifo por unos doscientos dólares. De manera que el asunto no es tan sofisticado como podrían pretenderse que es”.
A medida que se va deteriorando cada vez más la calidad del agua en el mundo y su escasez aumenta, los que pueden permitirse comprar el agua embotellada están a favor de esta fórmula, pese al hecho de que es igual de segura o insegura que el agua de grifo y, en algunos casos, lo es bastante menos.
Es hora de exigir a los poderes públicos las inversiones necesarias en las redes públicas o privadas para que su mantenimiento sea el adecuado, garantizando la calidad sanitaria del agua de grifo, ya sea en sabor, olor… Y al mismo tiempo, unas normas de comportamiento ético y sanitario de las aguas embotelladas, con rigurosos controles, así como la exigencia de un precio justo de las mismas.
En América del Sur, las multinacionales extranjeras están adquiriendo grandes zonas de naturaleza salvaje en la que se incluyen sistemas hidrográficos integrales para usarlos en un futuro no muy lejano. Destaca en este sentido el acuífero Guaraní, donde las grandes multinacionales están tomando tierras para explotar el agua.
A veces ocurre que estas empresas agotan por completo no sólo los sistemas de su propio terreno sino también los de la región circundante. Esto es lo que sucedió en Tillicum Valley en la Columbia Británica, donde la empresa canadiense Canadian Beverage Corp ha estado explotando el agua subterránea de la región de manera tan intensiva que los habitantes y los agricultores de la zona se quedaron sin ella.
A la vez, en estos tiempos de la globalización, estamos asistiendo a una concentración impresionante de la industria en torno a cuatro o cinco multinacionales, que están creando un oligopolio (Nestlé, Danone, Coca Cola, Pepsi Cola…) con decenas de marcas en torno a cada una de ellas, donde imponen el precio y la calidad del agua sin apenas control alguno. En Estados Unidos más de un tercio del agua embotellada es, simplemente, agua de grifo tratada o no; siendo un negocio monopolizado por Nestlé y Danone, líderes mundiales.
Actualmente, este fabuloso negocio del agua embotellada empieza a ser cuestionado. Las ciudades de Nueva York y Boston han lanzado una campaña publicitaria animando a sus ciudadanos al consumo de agua de grifo, en medio de las protestas de las multinacionales del agua. Chicago ha establecido un impuesto de diez céntimos de dólar por botella para desincentivar su consumo.
Emily Lloyd, responsable del Departamento de Protección Ambiental de Nueva York, dice: “El agua embotellada utiliza mucha más energía que la del grifo tanto en la producción como en el transporte y el agua de grifo sirve para algo más que para ducharse o lavar los platos”.
La ciudad de San Francisco ha prohibido la compra de agua embotellada por parte de las instituciones públicas, pues supone un gasto de medio millón de dólares anuales. Muchos restaurantes del Estado de California ya han dejado de servir agua mineral y poner jarras de agua de grifo.
En nuestro país, el Ayuntamiento de Donosti ha tomado la iniciativa en el tema del agua embotellada. Desde hace un año, han logrado que más de setenta establecimientos de la ciudad se hayan adherido a su campaña para sustituir las botellas por agua del grifo en los menús. La concejal donostiarra Victoria Iglesias dice que “queremos concienciar al ciudadano de la importancia de un consumo responsable. Es una solución más económica, más respetuosa con el medio ambiente… Aquí el agua de la red es de altísima calidad. Nuestro objetivo es reducir en origen la producción de residuos”.
El Ayuntamiento donostiarra ya no compra agua embotellada y en las reuniones oficiales, el agua de grifo se sirve en jarras. Para esta concejal “se ha devaluado la imagen del agua de grifo y cada vez da más apuro pedir un vaso de agua en vez de una botella en los restaurantes”.
Muchos restauradores son reticentes a ofrecer jarras de agua de grifo. La venta de agua embotellada les da importantes beneficios mientras que las jarras de agua suele ser gratis. La Asociación hostelera madrileña La Viña planteó hace unos meses que se pudiese cobrar por el agua del grifo, pero el tema es complicado por la polémica que suscita y porque las normativas municipales dificultan la venta del agua de grifo.
Según la Agencia Catalana del Agua, en Barcelona se bebe más agua embotellada que de grifo. Rubén Sánchez de FACUA dice que hay que invertir más en los sistemas de abastecimiento, y contra el mal sabor del agua se puede usar los filtros que es una inversión que se amortiza en unos cuantos meses (los filtros valen unos 140 euros).
En China (se ha duplicado en seis años su consumo), India (se ha triplicado), Brasil o Indonesia el crecimiento del consumo de agua embotellada es vertiginoso, al mismo tiempo que crece el número de personas que no tienen garantizado el consumo de agua potable. Para la OMS (Organización Mundial de la Salud), hay más de 1.100 millones de personas en esta situación.
Para reducir a la mitad esa cifra antes del año 2015, la ONU abogó por duplicar los 10.000 millones de euros anuales que se gastan en sistemas de abastecimiento y alcantarillado. Muy por debajo de los 80.000 millones de euros anuales que se gastaron en el consumo del agua embotellada.
Esta situación del agua embotellada debe acabarse, exigiendo a los poderes públicos las inversiones necesarias en la red de distribución para que llegara a los domicilios un agua con la calidad sanitaria suficiente para no tener que comprar agua embotellada.
Solicitemos una normativa sanitaria muy exigente a las empresas privadas, al mismo tiempo que terminen con las prácticas depredadoras de agua, así como la desaparición de las botellas de plástico cuya contaminación del medio ambiente es tan perniciosa y por último que el precio sea mucho más razonable que el actual. Puedo entender que el negocio privado genere beneficio, pero no que alcance el precio escandaloso y desmesurado actual.