El año que vivimos bajo Milei

El año que vivimos bajo Milei
10 de diciembre 2023. Foto:Télam/Leo Vaca

Por Claudio della Croce*

Ya pasó un año desde que comenzó el gobierno libertario de Javier Milei en Argentina, un festín para los empresarios más poderosos, y el lamento en continuado por una recesión histórica y la debacle del consumo en un país que donde la mitad de la población, unos 23 millones -cuatro millones más que el año anterior -, cayó en la pobreza.

Pese a este cuadro de situación, la imagen del presidente se mantiene por arriba del 45%

El martes 10 de diciembre Milei se cumplió un año desde su asunción como presidente, en medio de una semana política atravesada por el escándalo del caso del senador mileinista Edgardo Kueider, detenido desde la semana pasada en Paraguay junto a su secretaria y más de 200.000 dólares ocultos en una mochila (supuestamente provenientes de un soborno), la convocatoria a sesiones extraordinarias del Congreso y las disputas de poder hacia las elecciones de 2025.

Un año atrás, Milei ingresó a la Casa Rosada, un lugar que nunca había pisado antes. Se lo conoció como economista iracundo en la televisión y las redes sociales, por sus enojos, por sus frases fuertes y categóricas. La sociedad lo apoyó, pero no tanto por adherir a sus ideas o comprender su pensamiento, sino para huir de los políticos que no les garantizaban nada diferente a lo vivido. “Basta, probemos algo nuevo”; “si los cuerdos nos trajeron hasta acá, intentemos con un loco”, son algunas de las frases que se escucharon para justificar el voto al dirigente libertario, recuerda el diario Ámbito Financiero.

Pasó un año de un gobierno que avanzó sobre los derechos humanos de 46 millones de argentinos, las políticas de género, la educación pública y gratuita, en medio de una impresionante transferencia regresiva de ingresos con la megadevaluación, la gigantesca burbuja especulativa y destrucción del entramado productivo, social y laboral.

Juan Mabromata / AFP

Javier Milei cierra su primer año de gestión alejado del panorama catastrófico que la oposición auguraba desde enero, centrado en los logros de la macroeconomía y el «control» de la inflación.

La decisión de desfinanciar las políticas vinculadas a la construcción de memoria, verdad y justicia, al igual que cerrar programas que dan respuesta a las víctimas de violencia de género, a los jubilados y a otros sectores vulnerables de la sociedad, se impone con celeridad desde la asunción de Javier Milei.

Su gobierno se esmera en achicar el Estado y llegar a “déficit cero”, cueste lo que cueste. Por el otro, dar la “batalla cultural” en la que el oficialismo entiende al que piensa distinto como un adversario. Y en esa “batalla”, las políticas de justicia social y ambiental, desigualdad de género y reconstrucción de memoria contra el terrorismo de Estado son las que se encuentran más comprometidas.

Y en un escenario de esa batalla, reunió a sus “pares” de la ultraderecha en Buenos Aires. para sostener las lógicas brutales y violentas del patriarcado; en el marco de defender un supremacismo blanco por sobre los factores fenotípicos y diferenciales de los pueblos originarios en Argentina, contra la negritud y que tiene contenidos claramente homofóbicos y transfóbicos, además de una dependencia cultural, económica y financiera de Estados Unidos.

Fue un año de ajustes sin una generalizada resistencia social, aun cuando se produjeron enormes movilizaciones, paros nacionales y luchas en todo el país. La lógica del gobierno parece clara: si hay hambre que no se note, que no se exponga, mientras utiliza la estigmatización mediática –por medio de su ejército de bots y trolls- y la criminalización de la protesta para callar las voces críticas y vaciar la calle.

La realidad objetiva es que si se compara noviembre del año pasado y noviembre de este año, los porcentajes de inflación han bajado, pero junto a ella han bajado los salarios, las jubilaciones, ha aumentado la desocupación, han caído las exportaciones industriales, se ha reducido el mercado interno, han aumentado los bienes de primera necesidad como la carne, ha caído gran parte de la sociedad argentina en la malnutrición, en la pobreza y en la indigencia.

La épica del gobierno está montada sobre una falacia: Porque si bajó la inflación, fue a costa del salario de los trabajadores y empleados y, para peor, en el marco de un endeudamiento creciente por parte del Estado, interno y externo, y un verano financiero en el que el uno por ciento más rico –de exportadores y tenedores de empresas energéticas, exportadores de bienes primarios agrícolas, la minería y el sector de servicios financiero- incrementa sus fortunas a costa del resto de la sociedad.

Toda la política social apunta a consolidar esta nueva radiografía en la que se destacan los casi 2,5 millones de nuevos indigentes para sumar más de seis millones de personas. La pobreza en los menores de 18 años llega al 65,5%, La criminalización de la protesta completa el escenario.

Fu el año cuando se pasó del ciberpatrullaje y las patotas digitales alimentadas desde la casa de gobierno, a la represión en las calles. De la agresión a las y los periodistas al vaciamiento de los medios públicos, del deterioro del ejercicio periodístico al abandono del rol del Estado como garante de derechos.

“Hoy existe un aparato estatal orientado a acallar las voces críticas, mediante la represión, el hostigamiento y el ahogo económico”, señala Diego de Charras, vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.

EFE

La devaluación del 53% en un día, las desregulaciones económicas del Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) y la Ley Bases, la inflación interanual del 193%, la caída del salario mínimo en cerca de un 25%, la baja del salario real y del poder adquisitivo de un 7,8% en el sector privado y un 26,5% en el público y los despidos son algunas de las causas de este deterioro social, además del profundo recorte fiscal.

Pese a este cuadro de situación, la imagen del presidente no sólo se mantiene por arriba del 45% sino que su partido, La Libertad Avanza, logró quedarse con gran parte del electorado del neoliberal Propuesta Republicana (PRO) del expresidente Mauricio Macri, cuyos seguidores parecieran ir desapareciendo e icnorporando al mileinismo. No parece haber margen para concretar una fusión entre espacios. Es que, Milei se abroquela en su núcleo duro y va por lo que queda del PRO.

El sociólogo, investigador y profesor universitario Jorge Elbaum, señaló que el gobierno libertario constituye una “política de guerra contra los sectores populares” y auguró una “respuesta, más temprano que tarde, de los sectores afectados por el brutal ajuste. Elbaum caracterizó al Milei como un “vendehumo” y un “experto en crueldad”, y vaticinó un estallido social en el país.

En el imaginario popular está aún el estallido social de 2001, que obligó al entonces presidente Fernando de la Rúa a huir en helicóptero.

* Claudio della Croce es economista y docente argentino, investigador asociado al CLAE
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