El Sahel: en la ruta del terror
Por Guadi Calvo*. LQSomos.
Togo y Ghana, han sido hasta ahora los dos países que se han mantenido al margen de la crisis de seguridad que está envolviendo al resto de la región. Aunque ese equilibrio se acaba de romper en Togo, que había registrado un primer ataque terrorista…
O bien por inoperancia o por las alambicadas estrategias de occidente, las bandas wahabitas que operan en el Sahel y en el oeste africano, desde el 2012, no han detenido su expansión.
De lo que había sido poco más que un hecho policial en el norte de Mali, durante los confusos días en que se desarrolló el golpe contra el presidente Amadou Touré, grupos montados entre el crimen común y el fundamentalismo islámico, que utilizaban las siempre imprecisas fronteras sahelianas, particularmente los instalados al sur de la frontera de Argelia, en el norte de Mali y el oeste de Níger, liberados de su mayor enemigo, el coronel Gaddafi, que desde siempre intentó evitar el crecimiento del fundamentalismo dentro y en torno a las fronteras libias.
La Operación Barkhane, la que mantuvo desplegados durante diez años a más de cinco mil hombres del ejército francés, incluso recibiendo el apoyo de fuerzas europeas estadounidenses y del Grupo 5 Sahel (G5S) formado por efectivos de los ejércitos de Burkina Faso, Chad, Mali, Mauritania y Níger, no pudo evitar la conformación de aquellas bandas en organizaciones perfectamente estructuradas: financiadas desde el Golfo Pérsico y fondos propios originados en el saqueo de poblaciones enteras, los secuestros extorsivos y en algunas áreas el resultado de las comisiones acordadas con los traficantes de oro, a los que no solo se les permite establecer explotaciones ilegales, sino que les brinda seguridad. Las fluidas vías de abastecimiento de armamento, equipos de comunicación y vehículos de última generación, entre ellas las ciento de motocicletas, que se han convertido en parte indivisibles de las khatibas terroristas, además del constante reclutamiento de nuevos combatientes, quienes reciben pagas superior a la de los militares africanos que intentan combatirlas.
Dado el fracaso de la Barkhane, la junta de coroneles que gobiernan Malí, ha expulsado de su país a los franceses para incorporar a la guerra contra los terroristas al Grupo Wagner, de origen ruso. Francia intentando no perder su presencia en sus antiguas colonias ha mantenido dotaciones de la Barkhane en Burkina Faso, país que ocupa el primer lugar en actividad terrorista en el marco regional de la Unión Económica y Monetaria de África Occidental (UEMAO) y el segundo en el continente, lo que evidencia que la presencia francesa no ha dado pruebas de efectividad. Por lo que desde el 2020 ha establecido, con sus socios europeos, la Operación Takuba, hasta ahora de muy menguada operatividad, que ha presentado más propósitos y excusas, que resultados concretos.
Tanto la franquicia de al-Qaeda, el Jama’a Nuṣrat ul-Islam wa al-Muslimīn (Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes) cómo su rivales del Daesh congregados en el Estado Islámico para la gran Sabana, han logrado conquistar vastas áreas en el norte de Burkina Faso, avanzar hasta el centro de Mali, que en algunos momentos, se han aproximado a Bamako, la capital malí, y en el oeste de Níger, país que además sufre las frecuentes operaciones de los grupos nigerianos Boko Haram y, su escisión, Willat de África Occidental del Estado Islámico (ISWAP), por el sur en áreas cercanas a la región del lago Chad.
Los grupos terroristas del Sahel, han desbordado hacia Costa de Marfil, donde en la primera mitad del 2021, se registraron las primeras muertes de militares marfileños, incrementándose desde entonces sus acciones. Operaciones, más esporádicas también se amplían en otros países del Golfo de Guinea, donde también se experimenta una gran actividad de piratería marítima.
Como en Benín, que entre fines de noviembre del año pasado y febrero último, una serie de ataques de baja intensidad provocaron algunas bajas entre militares y agentes de seguridad, el más importante fue el que se extendió entre los días 8 y 10 de febrero, en el Parque transfronterizo W, llamado así por su forma, que comparte Burkina Faso, Níger y Benín cuando la columna de vehículo en que se movilizada guardaparques benineses, pisó un artefacto explosivo improvisado (AEI) lo que provocó la muerte de nueve agentes y un “instructor” francés, al tiempo que otra docena resultaron heridos.
Dado el incremento de la actividad terrorista, los países costeros, en el marco de la Iniciativa de Accra, una veintena de naciones de la región occidental del continente teniendo como epicentros los países ribereños del Golfo de Guinea han lanzado desde el 2018 una serie de operaciones militares conocida como Koudanlgou que en su última versión la IV en noviembre de 2021, y que contó con seis mil efectivos de Burkina Faso, Costa de Marfil, Ghana y Togo, habría logrado detener a cerca de trescientos presuntos extremistas. Estas fuerzas regionales podrían verse incrementadas con la llegada de los militares franceses expulsados de Malí.
Las últimas dos estaciones.
Togo y Ghana, han sido hasta ahora los dos países que se han mantenido al margen de la crisis de seguridad que está envolviendo al resto de la región.
Aunque ese equilibrio se acaba de romper en Togo, que había registrado un primer ataque terrorista, cuando milicianos llegados desde Burkina Faso, intentaron tomar un puesto fronterizo en la norteña región de seguridad en la aldea norteña de Sanloaga en noviembre último, el que fue exitosamente repelido. Meses después, el 19 de febrero, muyahidines que ocuparon la región de Savanes, ordenaron a los aldeanos de Lalabiga, que abandonaran sus casas, para lo que les dio tres días.
Sin más acciones, la presencia terrorista pareció haberse extinguido en el país, hasta que el pasado jueves doce, se conoció el primer ataque mortal en Togo, donde al menos ocho efectivos del ejército murieron y otros trece fueron heridos el martes por la noche en un puesto de avanzada de la Operación Kondjouaré, en la localidad de Kpinkankandi, por un grupo de sesenta hombres armados, que no se identificaron, aunque algunas fuentes insisten en responsabilizar al Jama’a Nuṣrat ul-Islam wa al-Muslimīn, cuyos combatientes, llegaron al campamento cerca de las tres de la mañana, montando motocicletas, provenientes de Burkina Faso. Tras que después de abrir fuego y lanzar granadas, escaparon. Se conoció que previamente en los accesos al campamento sembraron varios paquetes de AEI.
Esta expansión que está teniendo el terrorismo wahabita, en diferentes regiones del continente, no solo responde a cuestiones vinculadas a la extrema pobreza, que se sigue profundizando en prácticamente todo el continente que empuja a la radicalización a miles de jóvenes, que no tienen otra opción, además de migrar hacia Europa.
Por su parte las agencias de seguridad de Ghana, han llamado al gobierno, para que inicien un plan de contingencias, ya que en torno a todas sus fronteras la actividad terrorista está cercando al gobierno del presidente ghanés Nana Addo, a pesar de que ha elaborado importantes planes de contención de los grupos integristas, que había posibilitado que solo se hayan registrado dos ataques hasta 2021.
A principios de año se produjo un extraño suceso en los estudios de la FM Radio Ada, en el que un grupo de desconocidos tras la toma del edificio golpeó y amenazó a varios trabajadores y periodistas, aunque el hecho ha sido asociado más a una disputa gremial que a un hecho terrorista.
Mientras, el pasado trece de abril en el área de Yendi, Región del Norte de Ghana, asaltantes no identificados, atacaron varias aldeas en las que fueron asesinadas por lo menos ocho personas, al tiempo que se quemaron varias propiedades y se robaron un número no especificado de cabezas de ganado. Más que a un hecho terrorista algunos periodistas han adjudicado ese episodio a una venganza tras la muerte de un joven. Aunque tanto Yendi, como Bimbilla, Kpatinga y Saboba, todas localidades del norte ghanés, están bajo el estricto control de las autoridades de Accra, las que han decretado toque de queda, dado los frecuentes hechos de inseguridad y violencia tribal.
A pesar de que Ghana, tiene una gran tolerancia religiosa, donde son muy frecuentes los matrimonios entre cristianos y musulmanes y existe entendimiento entre los líderes religiosos, el país se encuentra amenazado por el avance de las khatibas rigoristas, que parecen lanzadas a conquistar toda el África Occidental.
* Escritor y periodista argentino. Publicado en Línea Internacional
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