Es la polla
Silvia Delgado*. LQS. Junio 2018
Una y otra vez me veo escribiendo sobre la libertad de expresión o mejor, sobre la desaparecida libertad de expresión.
Llevo décadas aullando sobre lo mismo y no vamos a mejor.
Desde los tiempos en los que se nos prohibió exhibir fotografías de los presos hasta hoy ha habido decenas de detenidos, imputados, incluso exiliados.
Todos siempre del mismo lado. Independentistas, anarquistas, raperos, escritores, artistas, periodistas, activistas….
Gente que no quiere callarse, que entiende como un deber alzar la voz y no achicarse.
Los titiriteros pasaron horas en el talego por apología del terrorismo, un payaso se sentará en el banquillo porque imitó cómicamente a un policía, un actor ha sido denunciado por blasfemar o algo parecido, se prohíbe la exposición de cuadros, se persiguen las canciones, algunos libros, muchos tuits, hasta el color amarillo en la ropa despierta sospechas.
Y por si esto fuera poco ahora van y denuncian también a Evaristo.
Un tipo que lleva toda una vida cagándose en la democracia, un tipo que aún puede volar porque canta lo que le sale de los cojones. Como debe ser.
Esto daría risa si fuera ficción, pero es nuestra realidad.
Y en esta tragedia que hoy es España, se envalentonan el tricornio, la cruz y la mordaza. El señorito, el obispo, los cortesanos ordenan que se alimente la hoguera.
Si siguen así las cosas hasta los grabados de Goya serán censurados por incitar al odio contra dios o contra el sistema.
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