Es prematuro concluir que Polonia ha sustituido a Alemania en la dirección de la política exterior de la UE

Es prematuro concluir que Polonia ha sustituido a Alemania en la dirección de la política exterior de la UE

Por Andrew Korybko*.
Traducido para LoQueSomos por Selodi Gasan Adie.

Polonia tiene hoy una importancia sin precedentes, pero Alemania sigue controlando la política exterior de la UE. Sin embargo, lo que ha cambiado en el último año es que Berlín ha decidido finalmente subirse al carro rusófobo de Varsovia en un intento de liderar esta tendencia. Sus responsables políticos decidieron hacerlo para promover de la forma más eficaz posible los intereses nacionales de su país tal y como los entienden ahora en este nuevo entorno. El Kremlin debe reconocer urgentemente esta realidad y formular su política en consecuencia

La última serie analítica del Club Valdai para RT

El director del programa del Club Valdai, Andrey Sushentsov, acaba de publicar un artículo en RT en el que explica “Cómo los ‘nuevos’ miembros orientales de la UE han tomado el control del bloque”. Se trata del tercer análisis sobre Alemania de los expertos del Valdai en dos semanas, después de los de Fiódor Lukiánov y Timoféi Bordachev, que trataban, respectivamente, de “Cómo el Partido Verde ha convertido a Alemania en Europa del Este” y de cómo “Estados Unidos está humillando a Alemania, y los rusos están profundamente decepcionados por la falta de carácter de las élites berlinesas”.

El hilo común que une sus series de artículos es que Alemania perdió su anterior posición de liderazgo en la formulación de la política exterior de la UE desde el inicio de la operación especial de Rusia. Lukyanov lo atribuye a la desproporcionada influencia en la formulación de políticas ejercida por los Verdes radicales alineados con Estados Unidos, Bordachev culpa directamente a la intromisión estadounidense, mientras que Sushentsov señala como responsable al rápido ascenso regional de Polonia, aliada de Estados Unidos. Como puede verse, las tres explicaciones se remontan, de un modo u otro, a Estados Unidos.

Críticas constructivas de las mentes más brillantes de Rusia

Por perspicaces que sean los análisis de estos expertos, cada uno de ellos es incompleto. Lukyanov no abordó el papel del rápido ascenso regional de Polonia, Bordachev resta importancia al impacto a largo plazo del nuevo enfoque regional de Alemania hacia Rusia (independientemente de lo que haya detrás de él), mientras que Sushentsov concluyó prematuramente que Polonia ya ha sustituido el papel de Alemania en la orientación de la política exterior de la UE. Los análisis de los dos primeros expertos ya fueron ampliamente criticados de forma constructiva en las siguientes respuestas:

* “El nuevo papel antirruso de Alemania se debe en parte a su competencia regional con Polonia”

* “Rusia necesita prepararse una vez más para una rivalidad prolongada con Alemania”

Por tanto, el presente artículo criticará de forma constructiva la valoración de Sushentsov para complementar las respuestas anteriormente mencionadas, cuyo propósito es articular de forma exhaustiva una interpretación contraria del papel actual de Alemania en la formulación de la política exterior de la UE. Esta respuesta en particular sostiene que su conclusión de que Polonia ha sustituido el papel de Alemania a este respecto es prematura, al tiempo que señala algunas deficiencias en la explicación que expone en su artículo.

La falacia ideológica de las élites occidentales

Para empezar, Sushentsov tiene razón al observar que “el conflicto muestra la aparición de un nuevo equilibrio de poder en Europa” impulsado por el rápido ascenso regional de Polonia, pero se equivoca respetuosamente al insinuar que esto podría haberse evitado si la UE no se hubiera expandido hacia el este. El modelo económico alemán no sólo se construyó sobre la base de un combustible ruso asequible, como bien ha señalado, sino también sobre el acceso a los mercados emergentes del antiguo Bloque del Este, de los cuales el de Polonia es, con diferencia, el mayor de esta parte de Europa.

La securitización de los lazos con Rusia, históricamente impulsada por ese país y sus socios bálticos, les empujó a dar prioridad a su integración en la UE liderada por Alemania y en la OTAN liderada por Estados Unidos, que son estructuras hegemónicas occidentales complementarias que se expandieron hacia el este en paralelo. Berlín los aceptó por razones económicas, mientras que Washington lo hizo por factores militares, y ambos sirvieron para promover su visión unipolar liberal-globalista del mundo, descrita en los dos hipervínculos anteriores.

Europa Central y China desacreditaron la cosmovisión liberal-mundialista

La creencia dogmática de esa ideología en la inevitable erosión de las identidades etnonacionales en favor de las supranacionales, como asociarse a Europa u Occidente en general, es relevante para este artículo, pero las tendencias socioculturales internas de Polonia y los Estados bálticos desacreditaron esa suposición. Estos países se movieron en la dirección opuesta al hacer de la identidad etnonacional el pilar de sus Estados poscomunistas a pesar de seguir integrándose en esas estructuras político-militares supranacionales.

Esto es similar a lo que ocurrió después de que Occidente integrara a China en sus estructuras económicas supranacionales como la Organización Mundial del Comercio. Sus dirigentes pensaron que esto tendría como resultado inevitable la integración política de ese país en su previsto orden mundial liberal-globalista, pero China conservó el pilar económico de su estatalidad posrevolucionaria al igual que Polonia y los Estados bálticos conservaron la identidad etno-nacional de sus estatalidades poscomunistas. Ambos proyectos de construcción nacional fracasaron.

La influencia de las tendencias rusófobas y de la multipolaridad financiera

En consecuencia, cada uno de ellos trató de promover los intereses alineados con los respectivos pilares de sus Estados dentro de las estructuras en las que se integraron con éxito. Polonia y los Estados bálticos impulsaron la rusofobia dentro de la UE-OTAN, mientras que China impulsó la multipolaridad financiera dentro de la OMC. En última instancia, cada uno de ellos acabó teniendo un gran éxito, aunque en gran medida debido a circunstancias que escapaban a su control directo: la guerra por poderes entre la OTAN y Rusia en Ucrania y la crisis financiera de 2008.

Está fuera del alcance de este artículo explicar sus orígenes, pero este análisis aborda el primero de ellos, mientras que el segundo se debió principalmente a la financiarización desenfrenada de la economía mundial. La guerra por poderes entre la OTAN y Rusia en Ucrania creó el contexto narrativo en el que Polonia y los Estados bálticos pudieron impulsar con éxito la rusofobia en Occidente, mientras que la crisis financiera de 2008 creó las condiciones en las que China pudo impulsar con éxito la multipolaridad financiera en el Sur Global.

La rusofobia y la multipolaridad financiera fueron abrazadas por muchos en Occidente y en el Sur Global, lo que puso en marcha una serie de acontecimientos que reconfiguraron las políticas de países distintos a los que fueron responsables de estas tendencias en primer lugar. Esto llevó a que Alemania, económicamente pragmática y amiga de Rusia, formulara una gran estrategia rusófoba, al igual que Arabia Saudí, aliada de Estados Unidos y poseedora del dólar, parece dispuesta a formular una basada en la multipolaridad financiera.

El papel de Alemania y Arabia Saudí en el nuevo orden mundial

En cada uno de estos dos ejemplos, los que antes estaban muy por detrás de estas tendencias han intentado recuperar el tiempo perdido y desempeñar un papel protagonista en ellas desde que ambos se dieron cuenta de que no hay vuelta atrás al statu quo anterior a la guerra por poder entre la OTAN y Rusia en Ucrania y a la crisis financiera de 2008, respectivamente. La tendencia rusófoba de la que son responsables Polonia y los Estados bálticos no puede sostenerse sin Alemania, al igual que la tendencia a la multipolaridad financiera de China no puede tener éxito sin Arabia Saudí.

Ambos habrían preferido que todo siguiera como estaba en lo que respecta a los lazos económicos germano-rusos y a los financieros saudí-estadounidenses, pero cada uno reconoce también que circunstancias que escapan a su control son responsables del cambio de estos lazos. Así, Berlín se acercó mucho más a Estados Unidos, mientras que Riad se está acercando mucho más a China, ya que cada una de esas superpotencias es responsable, en consecuencia, de poner en marcha esas tendencias rusófobas y de multipolaridad financiera que reconfiguraron dichos ejes.

Simbiosis estratégica entre Alemania-Polonia y Arabia Saudí-China

Estados Unidos es responsable de la guerra de poder OTAN-Rusia que llevó a que la rusofobia de Polonia y los Estados bálticos se convirtiera en la norma en todo Occidente, mientras que China es responsable de que la desdolarización echara raíces en todo el Sur Global en la década y media posterior a la crisis financiera de 2008. Polonia sigue siendo, con diferencia, el mayor beneficiario de los programas económicos de la UE liderados por Alemania, mientras que el petroyuan, del que dependen en última instancia los planes de multipolaridad financiera de China, no puede tener éxito sin el apoyo saudí.

En lugar de aprovechar estas relaciones para frenar esas tendencias, Alemania y Arabia Saudí han decidido desempeñar papeles de liderazgo en cada una de ellas, ya que han llegado a la conclusión de que no hay vuelta atrás al statu quo anterior, por lo que es de interés nacional no quedarse atrás. Así pues, Alemania ha decidido liderar la contención europea de Rusia, cuyos orígenes espirituales en el continente se remontan más recientemente a Polonia y los Estados bálticos, aliados de Estados Unidos, mientras que Arabia Saudí se dispone a acelerar la desdolarización impulsada por China.

Conclusiones analíticas

Hay varias conclusiones analíticas de estas observaciones con respecto al tema del papel de Alemania en la orientación de la política exterior de la UE sobre las que ya han opinado tres expertos del Club Valdai para RT en el lapso de apenas medio mes. En primer lugar, el llamado “fin de la historia” que la élite liberal-globalista del líder alemán de la UE y el estadounidense de la OTAN esperaban después de 1991 no se desarrolló ni siquiera dentro del propio Occidente, como lo demuestra la priorización de las políticas etno-nacionales por parte de Polonia y los Estados bálticos.

En segundo lugar, el hecho de que dichas políticas fueran el pilar de los Estados poscomunistas de esos países les influyó para impulsar intereses políticos afines dentro de las estructuras hegemónicas occidentales en las que se integraron con éxito. En tercer lugar, la guerra por poderes entre la OTAN y Rusia en Ucrania, que estalló por razones que escapaban a su control, creó el contexto narrativo en el que Polonia y los Estados bálticos podían impulsar con éxito la rusofobia en Occidente, como ya llevaban décadas intentando hacer.

En cuarto lugar, la secuencia de acontecimientos resultante llevó a otros países, como Alemania, a la conclusión de que es imposible restablecer el statu quo anterior y, por tanto, a subirse al carro en busca de sus intereses nacionales tal y como los entienden ahora los responsables políticos en este nuevo entorno. Y en quinto lugar, lejos de ceder el control de la política exterior de la UE a Polonia, Alemania está compitiendo activamente con ella sobre cuál de los dos puede contener con mayor eficacia a Rusia en Europa.

Reflexiones finales

Aplicando la idea anterior a la última serie analítica del Club Valdai para RT, se puede criticar constructivamente a tres de las mentes más brillantes de Rusia por lo siguiente: Lukyanov ignora el papel de Polonia, Bordachev resta importancia al de la política interior y Sushentsov exagera el de Polonia. Todos aciertan al señalar que esta tendencia se remonta a Estados Unidos, pero les cuesta evaluar con precisión el papel de Polonia y la influencia que ha tenido en los responsables políticos alemanes.

Polonia tiene hoy una importancia sin precedentes, pero Alemania sigue controlando la política exterior de la UE. Sin embargo, lo que ha cambiado en el último año es que Berlín ha decidido finalmente subirse al carro rusófobo de Varsovia en un intento de liderar esta tendencia. Sus responsables políticos decidieron hacerlo para promover de la forma más eficaz posible los intereses nacionales de su país tal y como los entienden ahora en este nuevo entorno. El Kremlin debe reconocer urgentemente esta realidad y formular su política en consecuencia.

* Andrew Korybko es un analista político estadounidense con sede en Moscú que se especializa en la relación entre la estrategia de EEUU en Afro-Eurasia, la visión global de China One Belt One Road de la conectividad New Silk Road y Hybrid Warfare. Otras notas del autor

Síguenos en redes sociales… Mastodon: @LQSomos@nobigtech.es Diaspora*: lqsomos@wk3.org Telegram: LoQueSomosWeb Twitter: @LQSomos Facebook: LoQueSomos Instagram: LoQueSomos

LQSomos

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Nos obligan a molestarte con las "galletitas informáticas". Si continuas utilizando este sitio aceptas el uso de cookies. más información

Los ajustes de cookies de esta web están configurados para "permitir cookies" y así ofrecerte la mejor experiencia de navegación posible. Si sigues utilizando esta web sin cambiar tus ajustes de cookies o haces clic en "Aceptar" estarás dando tu consentimiento a esto.

Cerrar