Escuela y despensa

Escuela y despensa

Javier Sáenz Munilla*. LQS. Abril 2020

Una reflexión para cuando salgamos del confinamiento…

Este fue uno de los lemas de Joaquín Costa, ribagorzano, de Monzón, Huesca, aunque vivió desde niño en Graus y ahí murió. De ahí que se le conozca como “El León de Graus”. Un hombre sabio. En plena hecatombe tras la pérdida de las últimas colonias del imperio español, Cuba, Puerto Rico y Filipinas, en 1898, los mayores intelectuales, escritores e ilustrados, como Costa, encabezaron el llamado Regeneracionismo, con el fin de ayudar a levantar el ánimo de una España deprimida. Describieron los males y ofrecieron remedios. Costa, entre otras propuestas, lanzó la de “Escuela y despensa”. Una idea que alumbró también a la generación posterior, la de republicanos que, como Manuel Azaña, lucharon para elevar el nivel educativo de una población mayoritariamente hambrienta y analfabeta.

Hoy, tantos años después, aunque no podamos decir, afortunadamente, que las grandes mayorías de nuestro país sean víctimas de esos mismos males, tampoco es que estemos como para tirar cohetes. En Educación y Cultura, en distribución de la riqueza o en igualdad de oportunidades.

El 15 por ciento de los trabajadores en paro o con un salario precario, están por debajo del umbral de la pobreza. Son pobres y, en consecuencia, también sus hijos. Hay dos millones y medio de niños pobres, cifra de 2020. La mayoría acuden a la escuela con el estómago vacío. Esa cifra es muy alta. Se acerca al 30 por ciento. El número de pobres, de niños pobres también, no ha dejado de crecer desde el estallido de la crisis. Y aunque los economistas proclaman que la crisis está superada, esas cifras aumentan. En 2014 eran casi dos millones trescientos mil, el 27,5 por ciento de los niños. Muchos niños comen porque van a la escuela, pero en vacaciones…

Joaquín Costa propugnaba Escuela y Despensa, porque consideraba que al tener a la población bien alimentada y educada, se lograrían grandes adelantos. Y España saldría de aquella depresión; se regeneraría.

Tampoco podemos estar muy orgullosos de nuestro sistema educativo, que suspende en cuanto se compara con países que, en algunos casos, tienen una renta per cápita inferior a la española.

La crisis llevó a los gobiernos a recortar y recortar en lo más sustancial: Educación, Sanidad y Ayudas Sociales, mientras se rescataba a los bancos, al sistema financiero, creador y beneficiario de la tal crisis económica.

Es necesario un pacto político, para construir una Educación que no esté al albur de los cambios electorales. Que maestros y profesores asuman que deben enseñar para todos, no sólo para las élites. Que los padres entiendan que la educación empieza en casa y no debe entrar en pugnas ni contradicciones con las enseñanzas recibidas en la escuela.

Para salir de la pobreza, primero hay que salir de la ignorancia. Educación no es sólo instrucción. Instruirse es incorporar conocimientos. Educación tiene que ver con el ser. Hay gente instruida, con títulos, que no está educada.

Y del dichoso Pin parental, o más bien Pin Demencial, ni hablemos. Por favor.

Javier Sáenz Munilla, periodista y analista internacional @pepitorias

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