España viene de musaraña
Musaraña. Musgaño. Cualquiera sabandija. Un padre, figura contrahecha o fingida, musmón, especie de carnero silvestre de gran tamaño del que hay muchas variedades, tenía un hijo del que decía “como esto, no va a la feria” y le preguntó un día que qué quería ser de mayor; a esto dijo el hijo: “quiero ser político, y como tengo buen pito llegar a jefe de la nación”. El padre le respondió:
-Tú que pitas, pitarás.
Y pitó. Mira si pitó: Un día, mirando a las musarañas con una especie de nubecilla puesta delante de los ojos, se le acercó una alemanota, y él, como embobado o con la imaginación puesta en asuntos ajenos a los que estaba tratando, intentó traspasar la moscareta o papamoscas por debajo del ombligo de la alemana, y, al instante, una muserola, cual correa de la cabezada, le rodeó el hocico, impidiéndole el libre juego de quijada y de sonrisa barbuda, y daba excusas vanas, y alababa a los musgaños o ciertos pequeños mamíferos carnívoros que se alimentan de insectos y arañas perseguidos por la muta, o cuadrilla de perros de caza.
Este es un amo de la fidelidad de la mujer y del feto por haber gozado de la señora. Pero, siempre que venía contrariado, apaleaba a su mujer de oficio, si había sido vista indignada en una manifestación, y le daba en la cabeza. Ella decía que le diese en otras partes; él replicó:
-Todo se andará.