Exclusión social, una realidad cercana
Ainhoa Muguerza Osborne*. LQSomos. Noviembre 2014
La exclusión social afecta a uno de cada cuatro españoles. Esta cifra supone que cerca de 12 millones de personas en el país no tienen un acceso digno a un empleo, a una vivienda, a la educación ni a la sanidad. Son datos que reflejan cómo los recortes se comen el Estado de Bienestar y provocan un aumento de las desigualdades sociales.
Organizaciones como Cáritas y FOESSA denuncian esta realidad en su último informe sobre exclusión y desarrollo social en España. Personas como Annie Walteros desesperan ante una situación que no les protege. Esta joven colombiana relata en eldiario.es cómo su padre sufre una enfermedad crónica por la que no recibe ninguna ayuda pública. La reforma sanitaria de 2012 le ha dejado al margen de la cobertura universal por no haber cotizado nunca en España aunque vive en el país de forma regularizada. Ante esta situación, la organización Médicos del Mundo ha tenido que facilitarle la bomba de oxígeno y los cuidados que necesita para poder respirar.
Disfrutar de un trabajo, de una educación y de una vivienda de calidad también son factores que se traducen en una vida digna. Son “derechos y deberes fundamentales de un ciudadano” aseguran desde la European Anti-Poverty Network (EAPN), que agrupa a distintas ONG y a otras organizaciones involucradas en la lucha contra la pobreza y la exclusión social.
Desde 2008 y tras el embiste de la crisis económica han visto cómo su actividad se ha intensificado. “Nosotros nos dedicamos a la incidencia política y en los últimos años hemos aumentado la presión a nivel europeo y estatal para que se promuevan legislaciones y planes en favor de la inclusión social”, sostiene Jonás Candalija, responsable de comunicación de EAPN. Esto conlleva el desarrollo de políticas en contra de la pobreza, la reserva de fondos para situaciones de emergencia y el apoyo a distintas medidas que palíen estas condiciones desfavorables.
La exclusión social afecta a distintos colectivos como inmigrantes, personas con alguna discapacidad, refugiados o gitanos, entre otros. El abanico de quienes se enfrentan a alguna situación de carencia, dependencia o aislamiento se ha ampliado en los últimos años por efecto de las políticas de recortes sociales. Por esta razón, la Federación de Plataformas Sociales Pinardi, se encarga de ofrecer ayuda a jóvenes, mujeres y familias en riesgo de padecerla. Es el caso de Ewa que llegó a España desde Polonia con 12 años. Su madre le insistió para que acudiera a esta entidad en donde le enseñaron el idioma, le formaron y le dieron herramientas para obtener su primer empleo. Por la misma experiencia pasó Abdu, de Malí, cuando llegó al país sin conocer a nadie. Son personas que se integraron en un circuito que les era ajeno y hoy viven con los derechos que el Estado de Bienestar garantiza en teoría.
El informe también pone de manifiesto cómo la privación social, política y económica puede derivar en situaciones que aíslen a los individuos del contexto en el que se desarrollan. Cuando los lazos familiares o con el entorno se debilitan, el descrédito hacia los gobernantes aumenta y la pobreza irrumpe en un país, crece el riesgo de padecer este hecho. Las desigualdades entre los ricos y aquellos que tienen lo mínimo para vivir, contribuye a esta brecha. En relación a estas diferencias Intermón Oxfam denuncia que si los milmillonarios del mundo diesen el 1,5% de su riqueza, todos los niños podrían ir a la escuela.
Cáritas recuerda que la sociedad en su conjunto puede ayudar a paliar la exclusión de una persona. La confianza, la empatía o la escucha son elementos que reconocen al otro como sujeto. La ayuda no pertenece a nadie en exclusiva, sino que se trata de acompañar a quienes se encuentran en una situación desfavorable y darles las herramientas para que puedan desenvolverse por sí mismos. Detectar y mejorar esta realidad es por tanto posible a nivel político e institucional pero también personal e individual.
* Periodista, @Ainh_mo (CCS)
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