Frente a la extrema derecha: 50 años de la Revolución de los Claveles

Frente a la extrema derecha: 50 años de la Revolución de los Claveles

Por César Xavier*

Este jueves 25, Portugal celebra la revuelta que derrocó a la dictadura más antigua de Europa occidental y escribió un nuevo capítulo en la historia portuguesa

50 años de la última revolución europea

Portugal celebra un hito histórico que marcó profundamente el rumbo del país: el 50º aniversario de la Revolución de los Claveles. El 25 de abril de 1974, una revuelta encabezada por suboficiales del ejército portugués, rápidamente apoyada por la población, derrocó la dictadura más antigua de Europa occidental, poniendo fin a décadas de gobierno autoritario y guerras coloniales e inaugurando un nuevo capítulo en la Historia de Portugal.

La Revolución de los Claveles no sólo marcó el fin de un régimen dictatorial, sino que también simbolizó el surgimiento de la democracia y la libertad en Portugal. Los claveles rojos, colocados en las armas de los soldados rebeldes, se convirtieron en el icono de esta lucha por la libertad y la solidaridad popular.

Durante 48 años de dictadura, Portugal enfrentó no sólo restricciones políticas, sino también una realidad económica y social de pobreza, hambre y analfabetismo. La Revolución de los Claveles abrió las puertas a una era de modernización y desarrollo, permitiendo la organización de las primeras elecciones libres y el proceso de independencia de las antiguas colonias portuguesas en África: Angola, Mozambique, Guinea-Bissau y Cabo Verde.

La Revolución de Abril de 1974 trajo consigo un fervor por el cambio, y marcó el comienzo de una era de democracia y libertad que, en muchos sentidos, todavía resuena hoy. Sin embargo, también desencadenó un proceso contrarrevolucionario que amenazó y, en algunos casos, deshizo los logros obtenidos con tanto esfuerzo.

El proceso revolucionario fue, sin duda, un camino incompleto. Durante los últimos 48 años, Portugal ha sido testigo de una sucesión de gobiernos de derecha que, en muchos sentidos, han desafiado los principios y valores establecidos por la Revolución. En gran medida, asistimos a la restauración del dominio de los grupos monopolistas sobre la vida nacional, a menudo desafiando la Constitución de la República Portuguesa. Es saludable reconocer el proceso contrarrevolucionario que, desde 1976, ha erosionado los logros, empobrecido la democracia y comprometido la soberanía portuguesa.

Nostalgia de Salazar

Sin embargo, mientras Portugal celebra este hito histórico, también enfrenta desafíos contemporáneos. El crecimiento electoral de la extrema derecha, ejemplificado por el ascenso del partido Chega, pone de relieve las tensiones políticas actuales y la persistencia de las divisiones en la sociedad portuguesa. El partido creado en 2019 se ha consolidado como la tercera fuerza política del país, con el 18% de los votos en las recientes elecciones legislativas y la elección de 50 diputados.

Más de un millón cien mil personas votaron por el partido Chega, lo que supuso una alarma para la sociedad portuguesa. El resultado electoral reveló un importante revés para la izquierda, ya que el Bloco de Esquerda y el Partido Comunista Portugués no lograron la representación esperada.

Durante la campaña electoral, la representación de los partidos políticos en los medios se convirtió en un campo de disputa ideológica, con casos de silenciamiento, como la exclusión del candidato comunista Paulo Raimundo de algunas coberturas. Esta marginación pone de relieve la lucha de la izquierda en la escena política y en la narrativa pública.

Además, el ascenso de la extrema derecha está vinculado a cuestiones como la inmigración y la austeridad. Portugal, en la semiperiferia del capitalismo, enfrenta explotación económica y competencia por la inversión extranjera, lo que contribuye a las desigualdades sociales. Por lo tanto, el ascenso de la extrema derecha refleja la crisis estructural del capitalismo y la respuesta neoliberal a la crisis financiera global. Sin embargo, la extrema derecha ofrece soluciones simplistas que no cuestionan los fundamentos del capitalismo, desviando la atención de las verdaderas causas de la desigualdad.

Una encuesta reciente reveló que, aunque la mitad de los entrevistados considera que el antiguo régimen tuvo más aspectos negativos que positivos, una parte significativa (20%) todavía tiene visiones nostálgicas de la dictadura. Esta polarización refleja la complejidad del legado dejado por la Revolución de los Claveles y la necesidad continua de reflexión y diálogo sobre el pasado y el futuro de Portugal.

La Revolución del 25 de Abril sigue siendo el acontecimiento más importante de la historia portuguesa para más del 60% de los ciudadanos, lo que destaca su influencia duradera y su innegable significado en la trayectoria del país. Más que un simple cambio de régimen, la Revolución de los Claveles representa la afirmación de la voluntad popular y la búsqueda de justicia, libertad e igualdad para todos los portugueses.

En 2019, casi el 70% del electorado portugués ignoró las elecciones al Parlamento Europeo, una señal de desinterés y descontento político. Dos años después, en las elecciones presidenciales, la abstención alcanzó un récord de más del 60%. Sin embargo, en marzo pasado, hubo una caída significativa en la tasa de abstención durante las elecciones a la Asamblea Nacional, cayendo al 40%.

Los nostálgicos de los “buenos viejos tiempos”, en su mayoría jóvenes insatisfechos, consideran a Salazar uno de los grandes líderes de la historia de Portugal y creen que el país estaba mejor antes de la Revolución de los Claveles. Son personas que nacieron en medio de los avances de la democracia y la plena integración de Portugal en la Unión Europea.

Sin embargo, es importante recordar el contexto en el que se encontraba Portugal antes de la Revolución de los Claveles. El país estaba marcado por una profunda estratificación social, con una élite privilegiada y una gran masa rural predominantemente analfabeta. La dictadura de Salazar mantuvo al país bajo estricto control, pero no logró resolver los problemas fundamentales de la sociedad.

La Revolución de los Claveles abrió las puertas a una nueva era en Portugal. La transformación fue notable: en 50 años, el país pasó de altas tasas de analfabetismo y mortalidad infantil a un estado moderno y desarrollado. Sin embargo, los desafíos persisten, especialmente en medio del ascenso de la extrema derecha y la polarización política.

Portugal se enfrenta hoy a desequilibrios territoriales, una población que envejece y tensiones en materia de inmigración. Sin embargo, la memoria colectiva de la Revolución de los Claveles sigue siendo un importante punto de referencia en la conciencia nacional, un recordatorio de que la lucha por la libertad y la democracia es un viaje continuo.

Logros de abril

Cincuenta años después de la Revolución de los Claveles, los logros de ese período siguen siendo celebrados y defendidos como pilares fundamentales del presente y futuro de Portugal.

Durante 48 largos años, el pueblo portugués estuvo privado de sus libertades básicas, oprimido y explotado por una dictadura fascista que sofocó cualquier voz disidente. Sin embargo, en abril de 1974, el país asistió al fin de la dictadura, al desmantelamiento de la temida policía política (PIDE), a la abolición de la censura y al establecimiento de la democracia.

Esta revolución no se limitó a derrocar un régimen, sino a construir un nuevo Portugal, basado en principios de libertad, justicia social y participación cívica. Se consagraron derechos fundamentales, desde el derecho de asociación y manifestación hasta el sufragio universal y directo. La democracia floreció, permitiendo a los ciudadanos moldear activamente el destino de su nación.

Una de las mayores victorias de esta revolución fue la mejora de las condiciones de vida del pueblo portugués. Instituciones como el salario mínimo nacional, el aumento de los salarios reales, la seguridad social y el derecho a vacaciones pagadas han transformado la realidad de los trabajadores. Además, medidas como la reforma agraria y las nacionalizaciones rompieron el dominio de los monopolios y promovieron una distribución más equitativa de la riqueza.

En el ámbito social, la Revolución de Abril marcó el inicio de un camino hacia la igualdad y la inclusión. Se reconocieron y protegieron los derechos de las mujeres, las personas con discapacidad y las personas mayores. La educación, la cultura y el deporte se volvieron accesibles para todos, rompiendo las barreras impuestas por el antiguo régimen.

Además de las transformaciones internas, la Revolución de Abril tuvo un impacto significativo en la política exterior de Portugal. El país comenzó a basar sus relaciones internacionales en principios de paz, cooperación y respeto a la autodeterminación de los pueblos. El fin de la guerra colonial y el reconocimiento de la independencia de las antiguas colonias africanas son testimonios del compromiso de Portugal con la justicia global.

Sin embargo, los logros de abril han enfrentado y continúan enfrentando desafíos. A lo largo de los años, las fuerzas políticas de derecha han intentado socavar principios democráticos y sociales arraigados desde hace mucho tiempo. A pesar de estos obstáculos, el espíritu de abril sigue vivo en la lucha constante por un Portugal más justo y solidario.

Cincuenta años después de la Revolución de los Claveles, los portugueses se unen para reafirmar su compromiso con los valores de abril. Es hora de defender y fortalecer los logros que dieron forma al Portugal moderno. Porque abril no es sólo una página de la historia, es el motor que impulsa el futuro de la nación ibérica.

50 años de la última revolución europea

* Nota original: 50 anos da Revolução dos Cravos: confrontando a extrema-direita

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