Génesis y consolidación de la basura literaria
a) La seriedad de nuestra carcajada
Es verdad que no es fácil establecer una frontera absoluta entre lo que es Literatura y lo que no lo es, pero sí es posible solventar esta dificultad recurriendo a la triple división académica del producto literario: la Literatura en sentido estricto, la obra literaria fallida, la no-literatura.
Estamos mostrando el camino obligado por las sendas de la Teoría y Crítica literarias que marchan siempre indisolublemente unidas. La Fiera Literaria ha transmitido a todos que no es posible hacer una crítica o una valoración si no hay una base teórica en qué asentarla. Cualquiera puede encontrar en nuestros artículos todo el saber del CDNE sobre qué se entiende por Literatura y por qué estamos capacitados en esta revista para juzgar el valor literario de un texto.
b) Génesis de la porquería
Este segundo apartado es crucial para entender la relación entre los tres términos -reflexión, comprensión y terapia-, que guiarán mi discurso por esta repugnante representación litúrgico-literaria, huérfana de dioses y repleta de embaucadores de medio pelo sustentados por la industria del entretenimiento más banal.
Contemplo la comprensión como el verdadero inicio de la terapéutica y subrayo la importancia de la polémica que planteamos en La Fiera en la búsqueda de algún sentido a esta reflexión que nos enriquece siempre. De este modo, la génesis de la basura literaria y su consolidación pueden digerirse sin efecto adverso alguno, sin daño para la salud intelectual. Sólo habría que advertir que cada vez es más peligroso este mal y por tanto no podemos permanecer callados.
Tal vez sea apresurado anunciar que, centrándome en los primeros escritos del Círculo de Fuencarral, sólo me será posible escribir de "terapia" (en un sentido fuerte) al referirme al proceso de tratamiento y a la curación del mal literario, cuestión que el Centro de Documentación de la Novela Española estudió, incluso, a través del psicoanálisis de Freud. Pero debo experimentar con otros sentidos menos estrictos del término "terapia" y ver si mi explicación puede dar más de sí.
Ser Timothy Alexander O'Garthia sitúa la génesis de la basura literaria en el siglo XI. Con la rica influencia de la cultura judía y árabe, se desarrollaron temas profanos y religiosos en diversos géneros literarios. Asegura el profesor, y sabio por añadidura, que tras la difusión de esos primeros escritos, una pseudopléyade de nobles y palafreneros que en nada se parecían a los siete sabios de Grecia, a golpe de maravedíes, tuvo la idea de editar sus cantos de villano, sus enfebrecidas agitaciones de alcoba y algún que otro pensamiento superficial, propio de cerebros del Pleistoceno, para emular la incipiente fama de estos primeros escritores y esperar un sitio en la posteridad. La literatura española comienza su andadura y, para desgracia de todos nosotros, casi a la par, la génesis de la basura.
Algún lector erudito podría argumentar que con la Ilíada y la Odisea, muchos siglos atrás, podrían haber aparecido los mismos indeseables. Yerran. En aquella época los defenestraban, lapidaban o envenenaban como medida profiláctica para el resto de la población. Es decir, aparecieron, pero por pocos minutos. Gracias a las investigaciones de O'Garthia, la Biblioteca Nacional posee algunos textos de la considerada, académicamente, no-literatura. Obras firmadas, incluso, por Lope de Vega. Y luego se enfadan los idiotas autores de la basura pseudoliteraria contemporánea cuando los desenmascaramos.
c) Su consolidación hoy
Voy a explicar a los lectores de La Fiera Literaria qué decimos en el Círculo de Fuencarral sobre este vertedero de libros horribles que es el panorama literario español. Entra, pues, en lo políticamente correcto y en lo perfectamente posible que nos refiramos a sus autores o a sus hombres de paja, en el sentido que ustedes quieran darle, porque cualquier elucubración fantástica es superada por esta escandalosa situación que se da en la literatura de nuestro país.
Los innumerables ensayos críticos del Centro de Documentación de la Novela Española han mostrado la idea crítica sobre esa basura y sus distintos estratos para, más tarde, llevarnos de la mano a investigar cómo podemos comprender la basura literaria y qué beneficios reporta esta comprensión a nuestra existencia y a la interpretación de nosotros mismos. Hemos descubierto tantos intermediarios en esa compresión del mal estético que no es ningún insulto declarar que tal o cual porquería escrita no es otra cosa que la doctrina oficial de una corporación firmada por un tonto útil.
Podríamos exonerar al majadero objeto de estudio de la autoría de la bazofia publicada, pero no le perdonamos al famoso idiota que nos vacile cuando además de tonto, inculto y gilipollas va de literato por la vida vendiendo engendros infumables en campañas de promoción literaria realmente insoportables. Campañas –todo hay que escribirlo- orquestadas por elementos emisores de dudosa moral y evidente voracidad mercantil. ¿Al servicio de quién?
No esperen de mi una cuña anticapitalista porque soy millonario, ni una perorata antiglobalizadora porque soy un filósofo serio, ni un discurso incendiario porque no me gusta el fuego. No. Digamos, sencillamente, al servicio de una estructura de dominio que pretende una sociedad de idiotas intoxicados por la peor ordinariez escrita que se haya engendrado nunca. No creo que haga falta aclarar que una sociedad de consumistas descerebrados es más dócil y manejable que una masa de licenciados en Sociolingüística y Filosofía Analítica o simplemente de lectores de La Fiera Literaria.
Es por eso por lo que vamos a seguir burlándonos de ellos con textos de su academia, con los clásicos griegos que no han leído en su puñetera vida, enarbolando la literatura española y, naturalmente, con sus publicaciones paupérrimas propias de la peor expresión de subliteratura.
A esta artesanía de consumo para masas que sobrepasa con creces la frontera de la dignidad, no la nombramos en el Círculo de Fuencarral con la clasificación académica de subliteratura, sino de basura, porque se puede y debe llamar así. No ocurre esto con una buena novela de espías o un entretenido thriller policiaco, porque ambos ocuparían un digno lugar en la subliteratura, como recogen los sublimes manuales de Crítica del Arte Escrito de la biblioteca de nuestro Centro de Documentación de la Novela Española, sin duda el mejor archivo documental de estética literaria que tenemos en este país.
Vamos al meollo del asunto y expliquemos por enésima vez a nuestros lectores que una serie de señores, señoras y señoritas que no saben escribir, que no tienen imaginación ni cerebro que la sustente, han sido impuestos como escritores en nuestra vida cultural con las técnicas más sofisticadas que el poder mediático ha desplegado nunca para dominio de masas.
Aparecen todos los días en todas las publicaciones, cadenas televisivas, emisoras de radio, comederos de canapés y cócteles; copan todas las librerías con sus engendros infumables y dan dolor de cabeza cuando hablan de sus gilipolleces y tonterías. Ese batallón de asalariados, clerigalla de cortesanos ilustres, en la peor expresión de los términos, que repiten una y otra vez la misma letanía sin sentido del decoro alguno, esos marías, galas, umbrales, muñoses, monteros, grandes, molinas, foixes, torres y moixes que rellenan el inevitable y deplorable cuadro que nos imponen los indocumentados e insensibles mercaderes de pacotilla que trabajan para el discurso dominante del poder industrial, van a tener que soportarnos otro curso más a pesar de sus amenazas judiciales. No han acabado con nosotros como aseguran desde hace años. No tienen agallas literarias para conseguirlo ni inteligencia creativa para argumentar nada. Ni siquiera la defensa de su bodrio.
Resulta a todas horas lógico que prefiramos gastarnos toda nuestra fortuna en reírnos de estos señoritos y señoritas, dado que gran parte de nuestra vida la ocupamos en el uso y disfrute de lo que más nos gusta: la Literatura. Algo de lo que sabemos mucho y estos tontos engreídos no nos pueden discutir. Sencillamente porque no saben.
A modo de advertencia, habría que exhortar a las editoriales de prestigio a que contemplen seriamente nuestro discurso. Entendemos los intereses de mercado, la rentabilidad y los beneficios. Lo que no nos cabe en la cabeza es que toleren o colaboren en su respetable negocio con el deterioro más soez de la cultura en lengua española.
Hemos reflexionado –lo venimos haciendo desde hace años-, hemos comprendido con paciencia benedictina la causa de lo que está ocurriendo en nuestro panorama literario y somos autores del más grande estudio multicéntrico que se haya hecho nunca en España sobre la calidad de la hiperbólica producción pseudoliteraria. Publicamos con acierto este brillante diagnóstico y ya nos consideran de los mejores de este país para proponer un tratamiento.
Hemos asegurado mil veces, bajo juramento, que estos libros no sirven absolutamente para nada. Lo hemos demostrado de forma académica, educada y con pruebas documentales a lo largo de la historia de La Fiera Literaria. Ahora advertimos que son peligrosos, que embrutecen al ser humano simplificándolo a la máxima expresión de inmadurez y que lo intoxican progresivamente hasta convertirlo en una auténtica piltrafa afecta por el más dañino estupefaciente.
Nuestra propuesta terapéutica urgente es, lector, que no compres más un puto libro de estos. Si alguien, por ejemplo, quiere saber cómo escribe la inculta de Maruja Torres le mandaremos varios libros –si se pueden llamar así- de la susodicha. El contenedor gigante de Fierabuilding está repleto de publicaciones donadas por nuestros lectores y simpatizantes. Con actitud ecológica –ya que tamaña mierda no es biodegradable-, han optado por enviarlos a muestra revista para que sean custodiados por personal especializado, no vaya a ser que caigan en manos de un niño o de cualquier adulto inocente. Si no disponemos de tal o cual ejemplar –cosa probable ante tanta petición- podemos decir a nuestros lectores dónde se consigue una copia pirata. El caso es no comprar nunca el jodido libro.
Es de capital importancia que tomemos una buena dosis –desayuno, almuerzo, merienda y cena- de clásicos griegos y latinos alternando con Gonzalo de Berceo, Marqués de Santillana y las coplas de Jorge Manrique. Los más atrevidos pueden sumar al tratamiento toda la maravillosa obra publicada de Don Miguel de Cervantes. Si además leemos a Niccolo Machiavelli estamos en condiciones de comprender perfectamente por qué se consolida hoy esta basura literaria desde el punto de vista de la Filosofía Política y no desde su repugnante representación en este teatro de payasos que es la politiquería española. Esta prodigiosa vacuna nos permitirá ir tirando durante un año y afrontar empresas mucho más complejas, como por ejemplo identificar la basura con claridad meridiana.
Los intelectuales que se precien de serlo deberán proponer en todos los foros editoriales posibles la compilación de toda la basura criticada en nuestra revista, junto a los recetarios de cocina, libros de autoayuda o publicaciones del corazón. Si no quieren empobrecer, aún más, estas secciones sugerimos a las editoriales la creación urgente de una colección de chorradas memorables donde situar toda esta abominable montaña de libros insoportables.
Es decir, no negamos la vida a estos idiotas descerebrados; sólo exigimos que vendan libremente su producto, como cualquier otra cosa, pero no en nombre de la Literatura. Así que sus famosas historietas guais del Paraguay sobre gente que entra y sale de los armarios, muchachas liberadas fornicando por doquier y pijos aburridos que pretenden filosofar sobre Snoopy, sus ropas de marca y su perfume de cien dólares el bote, se las pueden meter donde les quepa.
La Literatura, amigos lectores, es una forma de conocimiento, una concepción del mundo, algo de lo que estos farsantes no pueden presumir. Primero porque no dicen nada, y segundo porque cuando intentan explicarlo con retórica de andar por casa, delatan su pobre bagaje cultural mostrando la prueba palpable de su miserable discurso: la diarrea mental por escrito producto de su lenguaje.
La literatura en sentido estricto desprende Semiología y Semiótica con explicación sociológica y metafísica. Es un producto del espíritu humano racional y libre. Es, en definitiva, un arte bello que emplea como instrumento la palabra en forma de novela, poema, cuento o cualquier otro objeto artístico escrito.
Debería ser hermoso comprobar por uno mismo que es así de simple, sin otras historias que ensombrezcan este maravilloso oficio de explicar a otros la vida con bellas palabras.