¡Al agua patos!
El presidente del Gabinete Literario de Las Palmas de Gran Canaria, J. L. Benítez de Lugo, se muestra contrario a seguir abriendo lospozos del olvido, “porque no ayudan a cerrar las heridas”, afirma en declaraciones a la prensa local.
Es inevitable echar un vistazo a su “ficha” para saber de quién estamos hablando:
Empresario, Presidente de Atlantic Fruit, Consejero Delegado de varias sociedades, Presidente del Ilmo. Gabinete Literario de Las Palmas de Gran Canaria, Presidente de la Asociación de Clubes Cívicos Culturales y Deportivos, Directivo de la Real Federación Española de Golf y Delegado en Gran Canaria de la Federación Canaria de Golf, Colaborador de La Provincia –Diario de Las Palmas-, con más de cien artículos publicados, Miembro de la Fundación Universitaria de Las Palmas de Gran Canaria, Patrono del Museo Néstor, Caballero de la Real Maestranza de Zaragoza, Ex Directivo del Real Club de Golf de Las Palmas, decano de España, Ex Directivo del Consejo Superior de Cría Caballar Española, Vicepresidente para Canarias de la Asociación de Propietarios de Bienes Inmuebles Histórico Artísticos, Miembro Vocal de la Comisión de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, Presidente del Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio, Miembro de la Asociación Wagneriana, Presidente de UNESCO -Gran Canaria-.
Bueno, ante un currículo tan abultado uno no puede por menos que descubrirse, pues no me hago idea de dónde puede sacar este señor tiempo para atender tan variados cargos. Por si esto fuera poca información, hay que decir que ese apellido -De Lugo- viene rodando por estas tierras desde que los Católicos Reyes tuvieron a bien descubrir estas tierras para la Corona de Castilla, entregando buena parte de ellas a éste y otros apellidos por la sola gracia de haber sometido a los bravos guerreros de estos pueblos primitivos, que tuvieron la osadía de alzarse contra la conquista y el posterior exterminio, sometimiento y la conveniente cristianización. Desde entonces, en estas tierras, este apellido, como el del criminal Rejón, los Bethencourt, los Peraza, Algaba, Bermúdez…son sinónimo de traiciones, de despojos y de crueles asesinatos, más que de descubrimiento, como ocurriría años más tarde en tierras americanas.
Solo en estas islas, donde por no haber ni hubo guerra de trincheras, se calcula entre 1300 y 3000 el número de represaliados, entre fusilados y desaparecidos. En primera instancia, esas cifras pueden no decirnos nada, dado lo cruenta que fue la cacería de elementos izquierdistas en las zonas que iban liberando los rebeldes en tierras de la Península. Pero si consideramos que aquí no se le tropezó la ropa a un solo religioso, que no se colectivizó ni una sola tierra, no se quemó una sola iglesia o establecimiento religioso, no se expropió un solo pozo de esa tan preciada agua para los cultivos ni se tomó venganza en la persona de un cacique por las hambres centenarias desde la conquista de este archipiélago, sí podemos afirmar que la represión fue bastante abultada.
Bien se ve por sus palabras que, por los cargo que ocupa y por esas palabras, no tiene a ninguno de sus allegados entre los precipitados en aquellas dramáticas horas a los tubos volcánicos, a las simas, a las fosas comunes y a las aguas de la Mar Fea; ese lugar de tan triste memoria para los que sobrevivieron, dado que las aguas de ese lugar siniestro se encargaban horas después de devolver los cuerpos de los ahogados a la costa.
Supongo que no todos los que lean hoy estas líneas sabrán quién era el señor Eufemiano Fuentes, por solo citar a uno de aquellos empresarios que vivieron los tristes hechos de 1936-1937 en estas tierras. Pues bien, este acaudalado canario, poseedor de una importante explotación tabaquera canaria, militante de primera línea de Falange Española en las horas del alzamiento nacional, era el mismo que, al decir de las gentes de aquí, al grito de ¡al agua patos!, arrojaba al agua desde una embarcación a todo aquel que se había significado por sus simpatías hacia el Frente Popular; ya fuese por haber participado en una huelga de las de entonces, por haber militado en un sindicato obrero, o por el criminal delito de saberse que votó a la citada formación izquierdista en las elecciones de febrero del treintaiseis, así fuese alcalde, secretario de éste o aparcero, como ocurrió en el municipio de San Lorenzo en 1937, donde, tras estrellar contra la pared a un bebe de pocos meses, con resultado de muerte, los falangistas procedieron a la detención y tortura de los cinco elementos izquierdistas, para eliminarlos más tarde en el campo de tiro de La Isleta.
Y desde entonces: visitas clandestinas -burlando la vigilancia de la Guardia Civil- a esos pozos donde se cree que ellos pudieron arrojar al padre, a la madre, al hermano, al camarada. Setentaiseis años de reivindicar su memoria, setentaiseis años de espera para poder depositar una simple flor donde se sabe cierto que descansan definitiva y honradamente los restos del que rodó por el suelo, con plomo en las entrañas, entre gritos de ¡viva la República!, entre exclamaciones de rabia, entre maldiciones contra los que los asesinaban, conculcaban las leyes más elementales entre los seres humanos y se repartían entre sí los despojos robados tras tan vil conducta.
Tras la Transición, todos los años -el 1 de noviembre- hay costumbre de caminar hasta el lugar donde se sitúa dicho tubo volcánico, donde las organizaciones obreras, el Partido Comunista y otros vecinos de la Isla depositamos una modesta ofrenda de flores, unas palabras de recuerdo hacia los que cayeron en la lucha, y se canta la inevitable Internacional, envueltos entre banderas republicanas y rojas, y entre el recuerdo y la emoción de los que fueron desaparecidos en la noche del tiro al amanecer y envueltos en el anonimato de una tumba común, sin nombres que reivindiquen a aquellos que un día lejano fueron arrojados allí por la siniestra mano fascista.
Este año, como uno más, acudimos al lugar y depositamos allí nuestro emocionado tributo de admiración hacia aquellos seres que conforman nuestra memoria histórica.
Tras el acto, con la asistencia de no menos de cien personas, descendemos por aquello riscos, envueltos en el recuerdo de tan atroces hechos y con el firme propósito de volver mientras nos queden fuerzas. Y atrás van quedando los recuerdos de lo leído sobre estos hechos, el testimonio del anciano que no fue fusilado en aquellas horas porque era menor de edad en 1937. Atrás quedan los nombres de esos siniestros lugares: el Pozo de las Brujas, la Sima de Jinámar, el Pozo de Tenoya, los días sin fin en el campo de concentración de Gando, las órdenes de mando que mandan al fondo de estos pozos al sindicalista junto con el diputado comunista que intentó detener el golpe en las primeras horas, los redobles del tambor y las canciones, los marciales desfiles y las canciones de los que durante casi cuarenta años fueron los que dictarían, desde el color de la bandera del Ayuntamiento, hasta la longitud de la ropa de la mujer y el nombre de las calles de estos humildes lugares. Atrás van quedando los nombres de los cazados en las horas de la resistencia en la Isla de La Palma, posteriormente sepultados tras su ejecución en los riscos de Fuencaliente; los numerosos represaliados en Fyffes, las horas de terror mientras la ametralladora instalada en la iglesia de Arucas taladraba el silencio de la noble villa y de las numerosas plataneras, y un puñado de republicanos resistían en los tejados con mínimas pistolas.
Por si alguna duda nos cabe a los que hoy reclamamos un lugar decente para los desaparecidos de ayer, este señor nos adelanta lo que nos espera si persistimos en la actitud de rebeldía ante la situación de precariedad por la que pasan los trabajadores y la Nación misma: al agua patos y olvido, que no es bueno desenterrar un pasado siniestro; como no es bueno rebelarse contra un presente de precariedad en el empleo, la desertificación industrial, la ley que impide la interrupción legal del embarazo de la mujer. No es bueno reclamar el mismo sueldo para mujeres y hombres, no es bueno exigir la autodeterminación para los pueblos, no es bueno que el obrero se ponga en huelga para reivindicar sus derechos más elementales, no es bueno reivindicar la III República, ni hacer una pintada denunciando la carnicería económica, los sueldos del Rey y del Gobierno, los fabulosos beneficios de la Banca, mientras recibe dineros estatales. No es bueno ocupar fincas, ni tomar alimentos en supermercados, para luego repartirlo entre los más necesitados; ni repartir octavillas que invitan a la población a la rebelión democrática, ante unos hechos que nos arrojan directamente en brazos de un fascismo emergente, como en aquellos días de la Revolución de Octubre de 1934, del Bienio Negro, del pan negro y la celda oscura.
En tanto se discute sobre si Cuba es o no una dictadura, aquí se desmontan las cuotas de democracia conquistadas tras la muerte del último dictador, y se desmorona literalmente el tantas veces alabado estado del bienestar, tras los dilatados días de plomo del anterior régimen, el Gobierno del PP se niega a la extradición de los torturadores del anterior régimen para ser juzgados en Argentina, se dispone a acometer las obras para la restauración de la Basílica del Valle de los Caídos y renuncia ante la ONU a abrir las fosas de los fusilados, mientras los jóvenes en huelga de hambre en Sol se acercan peligrosamente al mes en su ayuno.
Golpean vigorosamente en las conciencias las sólidas palabras del poderoso y luminoso poeta, en estas duras horas para los trabajadores de éste mi país: