La biografía y obra de Juan Gelman son una prueba de que el poeta no vive para escribir: escribe para vivir
Juan Gelman confiesa que cuando plasmó los primeros versos, su madre le advirtió que de la poesía no se vive… Para fortuna de la literatura, poco le importó esa recomendación frente a su gran necesidad de escribir.
Juan Gelman nació en Buenos Aires en 1930. Radicado en México desde la década de los setenta, ha ganado prácticamente todos los premios que un escritor puede soñar: el Cervantes (2007), el de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo (2000), al igual que los premios iberoamericanos de poesía Ramón López Velarde (2003), Pablo Neruda (2004) y Reina Sofía (2005). De esta forma, es el poeta argentino más galardonado de su generación, la de los sesenta-setenta.
En opinión de varios críticos la creación de Gelman se caracteriza por tener un tono que combina lo nostálgico con lo contestatario. Es una poética que oscila entre el realismo crítico y la experimentación verbal, se asume como una de nuestras grandes voces, afirmó el escritor Margarito Cuéllar en la revista Nexos, publicada en diciembre de 2011.
Hijo de un matrimonio de inmigrantes rusos, Juan Gelman se encaminó hacia el arte del verso desde muy pequeño, orientado por su hermano Boris quien era un lector compulsivo. De ahí que bajo su tutela aprendiera a leer a los tres años y pasara su infancia andando en bicicleta, jugando fútbol y leyendo.
La influencia de su hermano es tal que en varias entrevistas el literato ha mencionado que cuando tenía tan sólo cinco años Boris le recitaba poemas de Pushkin en ruso, de los cuales recuerda la sonoridad «cautivadora de la lengua familiar». Finalmente en esa familia de inmigrantes Juan era el único argentino.
«Estos poemas crearon en mí una resonancia interior que nunca supe definir qué fue lo que me pasó, pero eso me pasó. Con el transcurrir de los años pienso que es posible que esa marca por un lado y el piano por el otro (su madre contrató una maestra para él y su hermana, cuando tenía seis años) me hayan llevado a la poesía de algún modo», afirma en el documental titulado Juan Gelman y otras cuestiones (Jorge Denti, 2005).
El compromiso social
Su carrera inició de manera temprana. Comenzó a escribir poemas de amor cuando tenía ocho años y publicó el primero a los 11, en la revista Rojo y Negro (1941). Estudió la secundaria en el prestigioso Colegio Nacional de Buenos Aires e ingresó a la universidad a la carrera de Química, la cual abandonaría por su amor a las letras.
Desde muy joven desempeñó diversos oficios como el de empleado, camionero de una fábrica de muebles y vendedor de autopartes; hasta que descubrió el periodismo y por fin pudo dedicarse a escribir. En 1954 empezó a trabajar como redactor en Nuestra Palabra; en el 58 para el diario comunista La Hora y luego como corresponsal en la agencia Xin-Hua (Agencia Noticiosa Nueva China).
«Mi madre tenía razón. De la poesía no se puede vivir, se puede vivir para la poesía pero no de ella, al menos ese fue mi caso. Cuando publiqué mi primer libro y se lo llevé todo fresquito de la imprenta ella me miró con una anchísima sonrisa y me dijo: ‘De esto no vas a vivir Juan’… pero ella estaba muy orgullosa».
Su origen de inmigrante, sumado al hecho de haber crecido bajo la sombra de la dictadura, provocó que desarrollara un alto compromiso social, el cual queda de manifiesto en su obra. De esta forma sus inquietudes políticas y estéticas lo llevaron en 1954 a formar parte del conjunto que se reunió en torno a la revista Muchachos, así como a crear junto a Héctor Negro, Julio César Silvain y Hugo Ditaranto entre otros, el grupo literario conocido como El Pan Duro.
El bonaerense reconoce diferentes influencias al dar forma a sus textos, sin embargo dice que la principal es la realidad, «empezando por la palabra que viene de afuera, que te hiere cuando eres bebé y esa es una herida que no cierra nunca».
Si para José Emilio Pacheco la poesía es «la sombra de la memoria», para Gelman «es un árbol sin hojas que da sombra» porque «no se puede definir la poesía ya que es el lenguaje calcinado, una forma de interrogar la realidad interrogándose».
Asimismo, a su modo de ver, ser poeta no es un oficio: «Yo sé que así se le dice pero no lo es, porque está el tema de la voluntad para producirla, no puede existir. Nadie se puede sentar a escribir poesía y luego uno la escribe cuando ella te visita. Llega la señora, te golpea la puerta después de haberse acostado con medio mundo y ahí uno escribe o es escrito por ella, que es la mejor situación».
Un argentino en México
El autor de Hacia el sur (1982) vivió y sufrió los años de la guerra sucia en Argentina, país del que emigró para instalarse en México, donde radica desde hace más de 30 años. Sobre cómo marcó esta experiencia su quehacer en la palabra, Carlos Fuentes opinó en el periódico El Universal (2007): «Él, escritor con rabia y desesperanza y denuncia, se da tiempo para reelaborar su experiencia política como poesía, volviendo inconcebible el panfleto, y dándole a la indignación moral la dignidad literaria que es, en sí misma, un sentimiento distinto. En el vértigo de esta poesía, los símbolos y las imágenes, sin alejarse de su función específica, se extienden discretamente, e iluminan la “abierta oscuridad”».
En 2007 Gelman ganó el premio Cervantes, considerado el más importante de las letras hispanoamericanas.
Entre sus principales libros se encuentran Violín y otras cuestiones (1956), El juego en que andamos (1959), Velorio del solo (1961), Gotán (1962), Cólera buey (1965-1969), Los poemas de Sydney West (1969), Fábulas (1970), Relaciones (1973), Obra poética (1975), Hechos y relaciones (1980), Si dulcemente (1980) y Citas y comentarios (1982), además de numerosas antologías.
La tragedia del secuestro
Juan Gelman ha sufrido la poesía hasta los huesos, sobre todo porque la tragedia familiar lo ha acompañado desde hace muchos años.
Una nota publicada por el periódico español El Mundo recuerda que amenazado por la Triple A argentina «… se vio obligado a exiliarse en 1975, primero en Italia, luego en Francia y más tarde en México».
En agosto de 1976 su hijo Marcelo (de 20 años) y su nuera Claudia (de 19), quien tenía siete meses de embarazo, fueron secuestrados por militares argentinos. Ambos fueron torturados y asesinados. Paralelo a su trayectoria, Gelman dedicó 23 años a investigar qué había sido del bebé. Finalmente en el 2000 su lucha se vio recompensada, pues encontró a su nieta en Uruguay.
La desventura que marcó su vida lo obligó a denunciar en numerosas ocasiones las violaciones a los derechos humanos cometidas por los militares. Por supuesto, en muchos de sus textos se refleja el compromiso con esta causa. De esta forma, la biografía y obra de Juan Gelman son una prueba de que el poeta no vive para escribir: escribe para vivir.